Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 8.

***

—No está nada mal. Me gusta. —dice Lizzie, tirándose sobre el mueble, y yo copiando su acción.

 

—Tengo flojera desempacar, quiero conocer el lugar, los alrededores. ¡Hay que salir! —grito.

 

—Demonios, el profe sí que tenía razón, estamos sincronizadas. —se levanta. —Ya, vamos, también quiero salir, tenemos que comprar comida, este departamento, esta triste, y más su cocina.

 

—Tienes razón, pero no cocinare, hay que comprar comida congelada. —digo, levantándome y yendo a mi habitación.

 

—Yo cocinare, pero mañana, hoy si comida congelada. ¿No vamos a ir?

 

—Sí, pero primero quiero bañarme, vuelo a aeropuerto. —grito, desde mi habitación.

 

— ¡Cierto! Bien, también voy a bañarme.

 

Termino de ducharme, me dirijo a mi maleta, saco mis botines negros y mis medias bucaneras, una falda tapis negra y una blusa camisón de color perlado con detalles de encaje. Siempre me ha encantado vestirme así, me hace sentir tan chic, pero sobre todo muy cómoda.

 

Soy delgada, va muy delgada, mi cabello lo tengo corto, muy corto en realidad, es ese tipo de corte cuando vez a un chico de cabello rizado, ya, pues el mío es así es casi un corte como de hombre y me gusta cómo me queda. Mi cabello es castaño con reflejos algo dorados, mis ojos son marrones, tengo la tez clara, y mido un metro setenta, no soy muy alta a diferencia de Lizzie, ella es unos cinco centímetros más alta que yo.

 

Me corté el cabello, en casa de Lizzie, el día que me fui de casa y saque mis maletas.

 

Flashback

— ¿Estás loca? No puedes volver a cortarlo, apenas hace un año lo hiciste.

 

—Lo sé, y como vez me crece rápido, además lo necesito amiga.

 

—Sé porque lo haces, es solo que, puedes buscar otra forma de remarcar tu reinicio de vida, porque siempre paga pato tu cabello.

 

—Porque crece obviamente… Realmente tampoco lo sé, pero cada vez que lo corto, ya sabes cuándo quiero olvidar ciertas situaciones, siento como si me quito un peso de encima, siento que puedo seguir, que dejo atrás todo, y puedo comenzar sin carga.

 

—Estás loca, pero te quiero, y si quieres cortarte el maldito cabello para dejar atrás todo, bien te apoyo, pásame las tijeras, te ayudo.

 

—Gracias. También te quiero.

 

Fin del Flashback

 

Termino de alistarme y voy a la habitación de Lizzie. Esta peinándose, lleva puesto también unas bucaneras, pero de color azul, y una blusa vestido de color ploma. Ambas llevamos casi los mismos estilos, desde que vimos unos videos outfits coreanos, ¡nos enamoramos de esas ropas! Son tan cute, y chic y súper femeninos que terminamos adoptando ese estilo.

 

Una vez listas, nos dirigimos con celular en mano a la salida. En nuestro camino admiramos el paisaje, tomamos fotos, ingresamos a un market, hacemos alguna compras, le preguntamos al señor de la tienda si conoce algún lugar popular entre chicos…por suerte nos ayuda, no sin antes decirnos «los extranjeros que vienen siempre preguntan estas cosas ». Apuntamos el lugar, agradecemos y salimos de ahí.

***

 

Una vez en nuestro departamento. Ordenamos todo en su sitio, Liz está buscando por el mapa del celular el lugar que nos recomendó el señor de la tienda.

 

—Se llama “BoomDay”. —dice, Liz mirando su cel. —Abierto toda la noche.

 

— ¡Genial! parece Boom bueno. —digo. Liz pone los ojos en blanco. —Bien, ¿Qué hacemos?, ¿Vamos? —pregunto, mirándola.

 

—Uhm está un poco lejos…—dice, Liz con una mueca. — ¿Qué tan lejos? —pregunto.

 

—Cerca al límite de esta ciudad, después hay puro bosque. —Vale… y ¿Cuál es el problema?, ¿Los taxis no llegan hasta ahí…o qué?

 

—No es eso, es solo que es un poco apartado. Aunque hay un hotel cerca a esa discoteca, y si no pasan taxis podemos pasar la noche segura en ese lugar.

 

—Bien, entonces pide reserva de una habitación, mejor prevenir. Estamos un rato, obviamente no nos vamos a embriagar a morir, nos divertimos y luego nos quedamos en ese hotel. Además hoy es mi cumpleaños, veintiuno no se cumple toda la vida y mucho menos se celebra en un país extranjero. Y quiero ir de fiesta… —digo, haciendo un puchero.




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