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“La libertad que buscaba estaba al filo de la vida, donde habita el temor y el dolor, para llegar a él, perdí la vista, pero también perdí el amor”.
Lucían y nosotras forjamos una amistad, llevamos seis meses desde que nos conocimos en esa discoteca. Él es muy divertido, al principio parecía que se mantenía al margen y estudiaba sus acciones, pero luego se dejó llevar y es más abierto al hablar.
En cuanto a nosotras arrancamos con fuerza en la universidad, nos va bien. Con ayuda de Lucían nos adaptamos más rápido a nuestro entorno y poder reconocer los lugares, incluso atajos. Hay veces que nos recoge de la universidad y la pasamos viendo películas en las tardes, siempre nos dice que su vida era aburrida antes, y ahora gracias a nosotras puede disfrutar de cosas que él creía que eran estúpidas. Sus palabras, no mías y tampoco sé si debo ofenderme o alegrarme.
Ahora estoy en el departamento, Lizzie se va a quedar más tarde en la universidad, tiene algunos proyectos. Lucían quedo en venir hacerme compañía.
Al escuchar el timbre sonar, me dirijo abrirle, me mira sonriente, me acerco y lo abrazo en saludo.
—He traído pizza de pepperoni. —dice, haciendo una reverencia. Le sonrío y le hago ademán con las manos en señal para que pase.
Llevo la pizza a la cocina, mientras que Lucían se acomoda en el mueble y prende la televisión en busca de película. Realmente sí que lo hemos vuelto un vicioso, un día le recomendamos una serie que a Liz y a mí nos gusta mucho, y él se la pasó literalmente despierto toda la noche viéndola, y al despertar nosotras al día siguiente, seguía viendo, nos alistamos para la universidad y nos fuimos dejándolo aun viendo. Él sí que nos ganó en adicción a las series y nos quitó la corona.
Abro la pizza, y saco el cortador, pero sujeto mal y termino cortándome. No emito sonido, solo maldigo a mis adentros, me acerco al lavabo dejando caer el agua sobre mi herida, aunque es superficial no para de sangrar, por el rabillo del ojo veo que Lucían está parado en el umbral de la cocina.
—Me corte…es superficial, arde un poco. —le cuento, girando y buscando sus ojos, mi corazón en ese momento da un vuelco del susto, un escalofrió recorre toda mi espalda, los tiene completamente negros, me quedo quieta con la respiración entrecortada y mi corazón a punto de entrar en fase cardíaca.
—Ivanov…lo llamo, pero no se mueve, solo está parado como una estatua mirándome fijamente. Estoy empezando a asustarme, pero tampoco puedo moverme.
Tengo miedo.
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Editado: 11.01.2021