Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 11.

***

LUCÍAN IVANOV ARRAN

He llegado a casa de Enya con pizza pepperoni, me recibe con un abrazo el cual devuelvo, si me preguntaran hace cien años que estaría abrazando a una humana, definitivamente ya les hubiera arrancado la cabeza. Soy un purasangre por mis venas secas, corre sangre noble, o corría, no me mezclo con otras especies, pero ella, desde que la conocí aquella noche tenía algo que llamaba mi atención y no era su sangre, o sí, era una sensación de que la conocía. De que ya la había visto, quizás en el pasado, y lo afirme al momento de hablarle y al girarse en mi dirección.

 

Pude notar en ese instante, que era la imagen de mi hermana, sus ojos marrones, sus labios, su tez y podría decir sus cabellos, pero ella lo llevaba corto, muy corto para una chica, si hubiera nacido en otros tiempos ya hubiera sido quemada por herejía, pero en fin, a ella le daba una imagen tierna, inocente. «La indicada dijo mi oscuridad y sonreí a mis adentros».

 

Intercambie palabras con ella y su voz, era igual a ella, igual a Agatha. Entonces lo supe, era reencarnación, el alma de mi hermana no fue condenada al morir, le dieron nuevamente una segunda oportunidad, como humana, pero segunda oportunidad. «En ese momento supe que yo también tenía una segunda oportunidad, esta vez, de hacer lo correcto», así que utilice el deseo de cumpleaños, como vampiro no puedo romper un juramento y ella al aceptarlo estaría ligada a mí, lo necesario, solo lo necesario. Lo bueno es que todo salió bien, y me ofreció su amistad. Su necesidad de formar parte de, no la hizo dudar.

 

Estoy cambiando los canales, buscando una película, cuando siento una sensación, un aroma, sangre, su sangre.

 

Me dirijo a la cocina y la veo de espalda, tratando de limpiar su corte con el grifo abierto. Mi oscuridad recorre mis pies saliendo a la luz, apoderándose de mi cuerpo, y lucho internamente por contenerla y no matarla en ese instante, los recuerdos llegan a mi mente, mi campo de visión solo la ve a ella, a mi hermana, a una humana sangrando.

 

Por la forma en que me ve, sé que mis ojos ya cambiaron, sé que está viendo la hambrienta oscuridad de mí ser. Llama mi nombre, pero si me muevo puedo perder el control, mi oscuridad después de mucho tiempo, está inquieta, pelea por salir, pelea por su cabeza, quiere su corazón, solo Agatha podía tener ese efecto, me petrifico controlando este dominio, no puedes perder el control ahora, grito a mi oscuridad.

 

Sin darme cuenta estoy frente a ella, siento su corazón bombear sin control, está asustada, y desprende un delicioso aroma familiar, pero no emite sonido, otras personas estarían gritando de miedo, pero ella, es como si se enfrentara siempre al terror, y lo único que no puede controlar es su acelerado corazón. «No ha cambiado»

 

Levanta la cabeza conectando conmigo y revelando el miedo en su mirada. —Lo siento, no te lastimare, te hare olvidar. —suelto, mientras mi oscuridad quema mi interior.

 

— ¡No! No lo hagas. —responde. Si no me lastimaras, entonces no lo hagas. —vuelve a decir. La quedo mirando, sin saber que más decir. Solo retrocedo, siento mi oscuridad disiparse y reírse en lo profundo de mi ser. «Justo lo que quería».

 

— ¿Cómo? Tú…—pregunta casi en un susurro. — ¿Desde cuando eres así?

 

—Desde hace más de mil años. —respondo, sin saber si mi respuesta la puede afectar.

 

—Ah. —es lo único que dice mordiéndose sus delgados labios, para luego girarse a lavar su herida que no deja de sangrar.

 

—Puedo ayudarte con eso. —digo señalando con el dedo su herida. Frunce el ceño y me mira.  

 

— ¿Cómo? —responde, seria.

 

—Con mi sangre.

 

— ¿Cómo tu sangre puede ayudarme? —pregunta, entrecerrando sus ojos.

 

—Soy un purasangre, mi sangre actúa como curación.

 

— ¿A qué te refieres con que eres un purasangre?

 

—Que soy un vampiro nacido de vampiros originales.

 

—No entiendo. —responde, queriendo entrar en negación. «La conoces dice mi oscuridad»

 

—Soy un vampiro de primera generación, único en mi especie.

 

— ¿Hay diferentes a ti Ivanov Arran? —pregunta. Y siento un alivio cuando dice mi nombre, porque no ha cambiado nada, quiere decir que me acepta, sin miedo. «Es lo que queremos se remueve mi oscuridad en mi interior. Justo lo que queremos».




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