Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 20.

"El destino no pregunta si estás listo; simplemente abre sus alas y te arrastra al vuelo."

***

Una vez dentro de la discoteca, nos dirigimos directo a la barra. Lizzie pide una bebida fuerte, un antídoto líquido a su dolor, y la toma de un solo sorbo. Luego, con una mirada desafiante y renovada, lanza una seña a un chico cercano y, sin decir una palabra se adentra en la pista de baile. Se funde con la música, buscando el olvido momentáneo.

Yo tomo con calma mi copa de vino. No pienso beber más esta noche, soy la encargada de cuidar a Liz.

Vuelvo la vista en dirección a mi amiga, su silueta se mueve entre las luces estroboscópicas, rodeada de dos chicos que la acompañan con entusiasmo. Sonrío con una mezcla agridulce de ternura y rabia. "Maldito Evan," susurra la voz silenciosa en mi mente.

Pero esa imagen, ese frágil momento de paz, se rompe en segundos. Al girar la vista después de darle un sorbo a mi vino, un latido se me ahoga en la garganta. Un tipo, musculoso y con la sombra de la furia en la mirada, la tiene sujeta del brazo. Hay tensión, agresividad... ¡está gritándole!

«¡Qué demonios!»

Mis pies reaccionan antes que mi mente. Me acerco con la furia de una leona, mientras los dos chicos con los que bailaba se desvanecen en la multitud, como unos cobardes. Observo al hombre que tiene a Lizzie sujeta del brazo, y en mi mente calculo las posibilidades de como patearle el trasero.

Es un gigante, más alto que Lizzie, lo cual significa que soy un chiste a su lado. El cabello rubio corto, la mandíbula de piedra, ropa oscura y una mirada que escupe fuego.

Me acerco hasta mi amiga, que rápidamente busca mi mirada, sujeto su mano libre y ella presiona la mía como si se aferrara a una balsa en el naufragio.

— ¡Oye! suéltala. —le grito al tipo, que no quita la mirada de enfado, estrujando a Lizzie con ella.

—Liz… —la llamo, y ella gira su rostro para conectar con mis ojos. Su miedo es un eco en los míos. Le doy una mirada de «que está pasando».

—No sé… este tipo empezó a gritar porque bailaba con ellos —dice, señalando a los que ya huyeron del drama.

—¿Acaso son novios? —pregunto, confundida. Una risa nerviosa se le escapa a Liz.

—¡Me metí en una relación, al parecer! —responde con un burlón matiz de terror, pero el tipo no se inmuta.

Me giro hacia él, exasperada.

— ¡Oye! —exclamo, atrayendo la atención del tipo.

—Mi amiga lo lamenta, no sabía que sales con ellos. Ahora suéltale el brazo.

El tipo me mira con una furia tan fría que tensa mi mandíbula. Lizzie me mira, ahora seria. La risa se le ha borrado por completo ante la reacción del tipo.

—La única con la que salgo y saldré serás tú, Liz. ¡Ahora vámonos! «¡qué! ¿acaso la conoce?». —escupe furibundo, jalando a mi amiga. Mi mano se suelta de la suya por la brusquedad del arrebato.

Corro detrás de ellos, maldiciendo mi lentitud por las botas bucaneras, que ahora parecen anclas. Veo al tipo salir de la discoteca jalando a Lizzie y pasando tranquilamente por las narices de los dos tipos de seguridad.

—¡Imbéciles! ¿No se dan cuenta de que se la llevan? —grito, corriendo tras mi amiga.

Los veo dirigirse a una camioneta, Lizzie pone resistencia, un pequeño hilo de esperanza, lo que me da tiempo de llegar. El tipo la carga como si fuera un bulto y abre la puerta. Sujeto a Lizzie de un brazo para evitar que la suba. El tipo me empuja a un lado, haciéndome caer de rodillas sobre el cemento helado de la acera. Me levanto y me aferro a ella con todas mis fuerzas.

—Si la llevas tendrás que llevarme con ella. —grito, forcejeando para que el tipo deje mi otro brazo que trata de tirar de mí fuera de la entrada de la camioneta.

—No lastimes a mi amiga. —grita Liz. El tipo suelta mi brazo y me da un empujón brusco dentro de la camioneta haciéndome chocar con Liz. «Mierda»

—¡Muévete! —grita el sujeto, tratando de entrar. Liz y yo nos arrimamos lo más pegado posible a la puerta contraria, buscando un rincón donde ser invisibles.

El tipo sube a la camioneta y Liz y yo nos movemos lo más pegado posible sin tan siquiera querer toparlo.

Para este punto mi corazón está haciendo trabajo doble, siento el palpitar hasta en las orejas. Liz me sujeta la mano y nos miramos con lágrimas retenidas.

— ¡Steve! ¡Arranca de regreso! —dice el tipo con voz gruesa.

—Sí, beta Ludovic. —Responde el conductor, que recién me percato que todo el rato estuvo presenciando lo ocurrido y no hizo nada. «Ni iba a hacer algo de todas formas, es parte de esta mafia»

La camioneta se aleja del BoomDay y se interna en un camino boscoso. «Mi mente traza los peores escenarios, nos van a violar y matar, o nos quitaran los órganos…».

LUDOVIC (BETA)

Estoy procesando los últimos minutos. No quería encontrarme con mi nodum en estas circunstancias, y mucho menos estando en una misión encomendada por mi Alfa.




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