Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 23.

***

KENRICK FAO

Necesito curar las heridas de mi mate, pero como no me deja, tengo que tomar otras medidas, le pregunto a Anna, la loba encargada de preparar la comida de la mansión, si tiene esas yerbas que sirven como sedantes, me dice que sí a lo cual le indico que lo agregue a la comida y bebida que le llevare a Aislinn.

Ludovic ya subió a llevarle comida a su mate, recibo la fuente que me da Anna y me dirijo al segundo piso donde está mi mujer.

Abro la puerta y la veo sentada en la cama solo con su falda y su blusa, es tan terca que no se ha cambiado de ropa, incluso cuando le di la orden de que esa ropa del closet es para ella, pero no, decidió ponerse su misma ropa. Me acerco sonriéndole y parece pérdida en sus pensamientos, pero al verme rueda los ojos.

—Realmente me excita cuando hace eso. —dice Lucas mi lobo.

Lo ignoro, porque no quiero hablar del sadismo que le genera la frialdad de ella, aunque de cierta forma también me gusta su comportamiento. ¡Rayos no, que estoy hablando!

Coloco la fuente sobre la cama ignorando estos pensamientos estúpidos, ella mira la fuente inspeccionando la comida, supongo que estará extrañada de porque tanto, pero no sabía que le gustaría comer, así que llevo varios platillos.

Estira su mano y sujeta el jugo.

—Solo aceptare comer porque realmente estoy hambrienta hoy, así que no te hagas ilusiones que es con otro sentido. —Dice, dando un sorbo a la bebida, ruedo los ojos internamente por su necedad de no querer aceptarme.

—Lo que tú digas. —le respondo tratando de ser lo más calmado posible, pero parece que sospecha.

— ¿Por qué rayos me miras así? —pregunta, frunciendo el ceño tratando de verse temeraria, pero se ve tan tierna y su corte de cabello la ayuda mucho, aunque no es común que una chica lleve el cabello tan corto como ella.

—Por nada, grosera. —le respondo. Ella es tan altanera para ser humana, no entiendo porque no ha caído ya a mis pies, cuando he estado en espacios de humanos, las chicas se acercaban a mí, sin que yo moviera un dedo. La belleza sobrenatural es una de las cualidades con los que todos nacemos, y ella es mi mate y me trata como si fuera un extraño más, ni siquiera se torna nerviosa en mi presencia y eso me inquieta y enoja.

— ¿Qué mierda? —dice, y ya sé que la bebida hizo efecto, me acerco y sostengo el vaso antes que caiga sobre la cama, lo coloco en la fuente y la dejo en la pequeña mesita junto al mueble de la habitación.

Me acerco a ella y la observo, se ve increíble, su piel es tan blanca, sus labios delgados y rosados, su cara tiene tanta paz pero cuando esta despierta tiene esa mirada de guerra, esa clase de mirada como si hubiera vivido cientos de años y ha soportado tantas batallas, que conoce todos los misterios de la vida.

La sostengo en mis brazos sin esfuerzo, es muy ligera, la posiciono en la parte superior de la cama, acomodo su cabeza en la almohada. Su cuello blanco es tan tentador que ya quiero ver mi marca en ella, acaricio su rostro recorriendo su cuello, su clavícula y me detengo en los botones de su blusa.

—Tienes que quitarle la blusa para revisar sus brazos. —dice Lucas. — ¡Deja de pensar y quítale la blusa!

—Siento que tendremos problemas mañana y suenas muy ansioso. —digo, frunciendo el ceño. Ella es tan distinta, no se inmuta, ni cuando bese su cuello.

—Es nuestra mate, es nuestra mujer, tienes que curarle el brazo y las rodillas, además tienes que cambiarle de ropa, esa está sucia. ¡Y no estoy ansioso imbécil! —dice mi lobo algo alterado.

—Si tú lo dices. —le respondo.

Me giro en dirección al armario para buscarle algo, pero no sé qué puedo ponerle, los pijamas que compre son lencería, estoy siendo atrevido en quitarle la ropa, no quiero desnudarla completamente, me matará cuando se levante. ¡Maldita sea! ¡Qué hago!

Me paso la mano por mi cara frustrado, me decido y me giro en el lado donde está mi ropa, y saco un polo, ella es pequeña así que este funcionará casi como un vestido.

Salgo del closet y cierro la mampara, corro la cortina y me acerco a la cama donde está mi mate. Estiro mi mano y desabotono su blusa, dejando ver su brasier de encaje blanco, en su cuello adorna un collar muy peculiar que de cierta manera me resulta conocido, “no recuerdo donde lo he visto”. Despejo eso de mi mente y continuo.  

Le quito la blusa y me aproximo a los botones de la falda, mi mano da un pequeño temblor cuando rosa la parte superior de su ropa interior. La observo un momento y siento la parte baja endurecerse, rápidamente le coloco el polo, no podré detener mis instintos si la tengo de esta forma.

Inspecciono sus brazos y estos están verdes tornándose morados, un gruñido sale de mi boca, esos imbéciles fueron muy bruscos con ella, recorro mi vista hasta sus rodillas, la herida está rodeada de hematomas, el solo ver el aspecto de mi mate me dan ganas de llevar a Ludovic hasta las mazmorras y azotarlo hasta cansarme.

Sujeto con cuidado su rodilla y aproximo mi rostro para lamer la herida, al ser un Alpha mi saliva sirve como curación, pero solo para mi mate y cuando ella sea una loba solo su saliva podrá curarme. Aunque para eso serviría mejor su sangre.




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