Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 28.

***

“Sabes, a veces me siento como aquel zapato que todos apartan cuando deja de cumplir su función…pero no sé porque, ahora soy yo quien porta unos nuevos, y me siento tan mal… no quiero esto, ¿puedo regresar?”.

KENRICK FAO

Despierto sintiendo una presión en el pecho, un dolor asfixiante me invade, una pena ajena me envuelve, mi cuerpo está asimilando tristeza pura. Giro a mi lado y veo la cama vacía. Me levanto abruptamente al no ver a mi mate a mi lado. Me dirijo al baño, y nada, no está. Me concentro en sentir su aroma sé que esta sensación proviene de ella, hasta que abren la puerta de la habitación, es Aislinn.

Se queda parada en la oscuridad, sino fuera un lobo y si no tuviera esta visión nocturna no me habría dado cuenta que lagrimas salen de sus ojos.

—Aislinn… —digo acercándome a ella. Me aparta y con la cabeza baja se dirige al baño. Antes que cierre la puerta la sostengo.

Ais… ¿qué pasa? —le pregunto, entrando al baño lentamente y bajando la cabeza tratando de verle el rostro, pero se mueve dándome la espalda.

—Déjame sola…— habla, en un susurro con su voz pastosa y entrecortada por el llanto.

—Habla conmigo amor… mírame. —le pido, y la veo presionar sus manos en un puño, sin girarse a verme.

—Déjame…—vuelve a decir. La giro para ver su rostro pero rápidamente lo tapa con sus manos y solloza. —Déjame…déjame sola Kenrick, por favor.

—Por favor…háblame. —pido. Pero eso solo hace que llore más y tapando su rostro vuelve a girarse y se mete a la tina. Sujeta sus rodillas con las manos y hunde su rostro en sus piernas cubriéndose, llorando y sollozando sin parar, sin poder hacer nada.

«La presión en el pecho me sofoca».

No puedo tranquilizarla utilizando nuestro vínculo de mates porque aún no ha dicho las palabras que necesito, no me permite llegar a ella, sus escudos son muy fuertes. Me acerco arrodillándome a su altura y paso mi mano por su espalda acariciándola.

—Háblame pequeña… ¿dime qué hago?

—Qui…Quiero a Liz…llama a Liz…por favor llámala… —me pide, entre llantos.

Me conecto por el link a Ludovic, no sé qué más hacer.

 

LUDOVIC

— ¡Ludovic! ¡Ludovic!

Siento que me llaman, abro los ojos lentamente, giro a mi lado y veo a mi mate dormida.

— ¡Ludovic! ¡Despierta!

—Kenrick… ¿qué pasa? ¿Estamos bajo ataque?

—No, necesito que traigas a tu mate, algo le pasa a Aislinn.

— ¿¡Qué!? ¿Qué le hiciste ahora?

—Nada…está llorando y no sé porque, y yo… no puedo tranquilizarla…quiere a su amiga… ¡vengan ahora!

—Entiendo, ahora vamos.

Con razón me invade una especie de vacío, es porque nuestra Luna está en ese estado. Me siento en la cama y veo a mi mate durmiendo.

—Liz… —la llamo, lentamente moviendo su hombro. No responde, vuelvo a intentarlo y a la tercera llamada se levanta. Se frota los ojos, y se gira en mi dirección con el ceño fruncido.

—Y ahora qué quieres, no puedo ir a la universidad y encima perturbas mi sueño. — masculle, mirándome con mala cara.

Tomo un respiro.

—Levántate tenemos que ir a un lado.

—No iré a ningún lado en la noche contigo, ¿piensas que soy tu juguete o qué?

—Liz, muévete. —digo, levantándome de la cama y vistiéndome.

—No quiero y no me molestes. —dice acomodándose en la cama para volver a dormir.

—Algo le pasa a Aislinn y Kenrick no puede tranquilizarla. —suelto las palabras rápidamente.

— ¿¡Qué!? ¿¡Qué le hizo!? —exclama, girando a verme para luego levantarse rápidamente de la cama, se sujeta el cabello y se pone sus pantuflas. — ¿Dónde está? ¡Apúrate, vamos lobo insoportable!—exclama, caminado a la puerta.

—Espera, ponte esto. —le alcanzo un abrigo de hilos para luego salir de la habitación.

 

LIZZIE FLAMING

Camino un tortuoso y largo pasillo, cuando al fin pienso que llegamos, veo las escaleras que divide el otro lado del pasillo, seguimos de largo caminando por este pasillo gemelo hasta que llegamos y nos paramos frente a una puerta.

—Espera. —dice el tonto de Ludovic. Lo veo quedarse quieto un rato y luego estira la mano para abrir la puerta.

Ingresamos y en una esquina junto al marco de una puerta veo a Kenrick.

— ¿Dónde está ella? —pregunto mirándolo con mala cara.

Me hace una señal con la mirada y me acerco junto a él en el marco de la puerta. Giro en dirección a la bañera, y ahí la veo, en la tina, arrodillada llorando desconsoladamente.




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