Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 34.

***

“Empecé de nuevo, un camino sin ti, pero la necesidad de tu ser llevaba mis pensamientos y mis sueños de regreso a nuestros días. ¿Cómo continuo, si no me dejas ir?”

AISLINN ENYA DEMBROT

Llevamos varios minutos caminando en el bosque, bueno yo siendo llevada como un costal de papas, tengo el brazo con el implante en el aire, no quiero dejarlo caer por completo porque no puedo estirarlo mucho, además está empezando a dolerme y no solo eso, creo que toda mi maldita sangre ya la tengo en la cabeza.

—Kenrick…ya bájame, me duele el brazo. —pido, no sé a dónde piensa llevarme que sigue caminando como loco en el bosque.

Silencio. Ni se digna hablar el idiota.

Kenrick…

Silencio nuevamente.

Kenrick, ¡el maldito brazo me duele! ¡Bájame! —pido gritando.

—Te duele conmigo y no con el idiota de Dan Rivers, dejando que te toque y tú a él.

—Estábamos bailando… ¿acaso no sabes qué es eso?

— ¡Lo tocaste! ¡Tenías tus manos en él! —vuelve a gritar.

—Toqué su hombro idiota y además lo hice con el brazo derecho y mi brazo izquierdo me está matando de dolor ahora...

—Aislinn…solo cállate.

—Kenrick enserio ¡me duele!

—Cállate, Ais, que estoy enojado contigo. —dice, dándome una palmada en el trasero el muy imbécil, ¿quién se cree?

—Kenrick…vuelves a levantarme la mano y te reviento las pelotas… —Asevero con seriedad.

—Me reventaste las pelotas el primer momento en que te vi.

—Te equivocas, ya te habían roto las pelotas momentos antes de que pisara la mansión… ¿ya lo olvidaste? ¡Qué espectáculo! —bufo. —Y puede que hoy en la tarde Trisha te las rompiera en el despacho. —termino de decir para luego ser bajada del hombro de Kenrick.

—Aislinn ¿de qué estas… —empieza diciendo, pero lo interrumpo.

—La menciono y me bajas con rapidez. —mascullo con pesadez. —Confirmado, hasta su nombre influye en ti. —termino de decir moviendo con suavidad mis extremidades, estirándolas.

—No pasó nada entre Trisha y yo en la tarde…—dice, mirándome fijamente. —Pero tú estabas en los brazos de alguien que no soy yo. —termina de decir respirando pesadamente.

—Estaba bailando como cualquier persona normal.

— ¡No hay normal! ¡Eres mi Luna, eres mía…entiéndelo! —exclama gritando lo último.

— ¿Enserio? ¿Por qué no me defines eso? Porque hoy en la tarde ¡me humillaste! ¡Me dejaste como una estúpida en esa mansión! —grito también, ya no puedo contener la furia que contuve hoy en la tarde.

— Sí es por Trisha… su idea sobre tu presentación —empieza diciendo, pero lo interrumpo.

— ¡¿De quién eres nodum, Kenrick?! Si tenías que hablar de la presentación era conmigo, solo conmigo ¡porque soy la involucrada! —vuelvo a gritar. —Pero parece que llevo solo el título, ¡soy una maldita pantalla en esa mansión! No te dignaste en una semana a discutir el tema conmigo…y como si no valiera nada para ti lo haces el mismo día ¡ah! Espera, ni siquiera ibas a decirme, si no pregunto. —termino de decir con mi respiración pesada de la cólera, mis uñas se han clavado en mi palma formando un puño que aún tengo presionando, conteniendo las ganas de golpear a Kenrick.

—Aislinn… —dice, pero vuelvo a interrumpir.

—Y lo peor es que vienes a reclamarme que bailo con alguien. —suelto una risa pesada. —Cuando la persona con la que te revolcabas está dirigiendo en la mansión como si fuera la maldita Ama y ordenándome cuando debo presentarme a la manada…—suelto, furiosa, girándome en dirección del camino que hemos venido, regresando.

No quiero seguir hablando con Kenrick, su sola presencia me molesta.

—Aislinn… yo…yo —empieza diciendo.

Ni sabe que decir el muy estúpido.

—Ya cállate Kenrick, no quiero seguir hablando contigo. —digo, caminando delante de él.

—Aislinn, espera…

—Kenrick… toma la postura de hace una semana y no me hables. —digo, caminando pesadamente, me cuesta respirar, siento mi corazón latir hasta en mis oídos.

—Maldición Ais…hablemos.

—Kenrick…—digo deteniendo mi caminar. —No me hagas decir las palabras y romper el enlace de nodum contigo. —hablo con seriedad y sintiendo un dolor en el pecho, el dolor de Kenrick por lo que dije. Sé que lo último que acabo de decir lo ha lastimado, pero ahora estoy más lastimada por su actitud y peor es que piense que está haciendo lo correcto.

Seguimos en silencio los trazos de tierra que marcan el camino, pasamos por la fogata que minutos antes estaba llena de chicos divirtiéndose, ahora parece un cementerio, completamente en silencio, seguimos caminando por el pueblo hasta que veo a lo lejos la puerta trasera de la mansión que horas antes había pasado.

Cruzo la puerta caminando rápidamente y pasando los salones, Kenrick tras de mí, me dispongo a subir las escaleras cuando una loba viene en mi dirección.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.