Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 36.

AISLINN ENYA DEMBROT

Kenrick salto de la cama hacia la puerta a una velocidad propio de su lobo, me cubro rápidamente con las sabanas, no escuche que estaban afuera, ni mucho menos que iban a entrar, él está de bloqueo lo suficiente para que no me vean. ¡Qué inoportunos!

 

— ¡Maldita sea! No puedes entrar a la alcoba de tu Alpha sin tocar madre. —bufa molesto Kenrick.

 

Su madre que manía tiene de entrar sin tocar, aunque sea su hijo, debe respetar la privacidad de las personas, no es nada prudente.

 

—Mi Alpha tiene la boca y el cuello con sangre, parece que la comunicación con tu padre debe repetirse. —espeta su madre con esa voz irritante.

 

¿Y qué comunicación con su padre? será por eso que ayer Kenrick estaba medio raro y que más le da lo de la sangre.

 

— ¿Qué es lo que quieres madre? —habla Kenrick con voz seria.

 

—Todos están esperándolos para desayunar, sabes muy bien que no podemos empezar si no están ustedes, son las normas.

 

—Por un estúpido desayuno…

 

—Kenrick los esperamos.

 

—Madre…que sea la última vez que irrumpes en mi habitación. Acomódate a las normas de no entrar a la habitación de tu Alpha. —dice Kenrick, pero no escucho respuesta de ella.

 

¡Mierda! Parece que la vieja metida o mejor dicho loba metida se molestó.

 

Me levanto de la cama con las sabanas cubriéndome mientras Kenrick cierra la puerta.

 

—Ais… —me llama Kenrick.

 

—Lo sé, no podemos dejarlos morir de hambre. —digo sonriendo. —Me buscare ropa y me asesaré rápido. —termino de decir yendo al armario.

 

Kenrick me persigue hasta el armario y se para en el marco, me observa mientras busco mi ropa, encuentro el vestido rojo floreado de estilo vintage que quiero ponerme, lo saco junto a mis pantis negras y unos botines.

 

— Amor he visto tu cuerpo, no es necesario la sabana. —dice Kenrick dándome una mirada pícara.

 

—Tienes razón. —giro frente a él y dejo caer la sabana, sus destellos rojos de hace unos momentos vuelven, con mi ropa en mano me acerco a él. —Gracias por el consejo. —estiro mi mano libre sujetando su rostro dándole un beso, lleva sus manos a mi cintura.

 

—Ais…

 

—Cierto, ¡el desayuno! —digo separándome de él y saliendo de la habitación.

 

—Iba a decir que lo tomemos aquí. —dice tras de mí.

 

—Las normas son las normas. —digo metiéndome al baño, voy a cerrar la puerta y el la sujeta.

 

—Amor ¿nos bañamos juntos?

 

—No. —digo sacándole la lengua y cerrando la puerta.

 

Termino de bañarme y salgo de este ya cambiada, Kenrick está sentado en la cama.

 

—Tu ropa…

 

—No empieces. —advierto.

 

—Iba a decir que te ves hermosa. —dice viéndome fijamente y sonriendo de lado.

 

—Gracias, ahora ve a bañarte. —ordeno dirigiéndome al armario.

 

Me maquillo un poco, al natural y me coloco mi collar. Salgo del armario y Kenrick entra con una toalla en la cintura.

 

Me siento en la cama y saco mi celular para escribirle a Dan.

 

 

Conversación por mensaje.

Yo: Hola Dan, soy Aislinn. Lamento lo que ocurrió en la fogata.

Dan: Oh Luna, no se preocupe.

Yo: Esta bien puedes tutearme cuando estemos solos, por cierto, sigue en pie el regalo de bienvenida que mencionaste.

Dan: Sí, Aislinn. ¿Te tatuaras hoy?

Yo: Quizás, te aviso si voy hoy al pueblo.

Dan: Esta bien, solo escríbeme y te llevaré.

Yo: Listo, gracias.

 

 

— ¿Con quién te escribes? —pregunta Kenrick parado en el marco del armario mirándome.

 

—Ya estás listo para bajar.

 

—Sí, con quien te escribes.

 

—Con Dan. —respondo levantándome de la cama y caminando hacia la puerta.

 

Lo escucho gruñir bajo.

 

— ¿Tienes su número? —gruñe caminando detrás de mí.

 

—Sí, se lo pedí y deja de gruñir. —respondo abriendo la puerta y saliendo al pasillo.

 

— ¿Por qué?

 

—Porque me prometió un regalo de bienvenida por pisar el pueblo por primera vez.

 

— ¿Qué? Eres mi mate y su Luna ¿Por qué te daría un regalo? ¿Qué prometió?

 

—Es mi amigo, y me prometió un tatuaje. —respondo sonriendo.

 

— ¿Te quieres tatuar? Él no va a tocarte la piel.

 

—Sí, quiero tatuarme, y no, él no me tatuará su amigo lo hará.

 

—Da igual quien lo hará, nadie tocara tu piel.

 

—Tú lo has dicho, es mi piel, y me tatuare.

 

—Tú piel es mi piel Aislinn, nos pertenecemos. No te tatuaras.

 

—Tú tienes tatuajes, alguien más toco tu piel y no estoy haciendo una escena.

 

—Eso es diferente Aislinn…

 

—No lo es, y sabes bien que no cambiare de parecer de acuerdo al tatuaje. —respondo y el bufa pesadamente, mientras bajamos las escaleras llegando al salón principal.

 

— ¿En qué parte del cuerpo te tatuaras? —pregunta.

 

—En el abdomen. —respondo.

 

—Ni hablar, no tocara tu abdomen.

 

—El otro lugar que pensé era en mi seno derecho. —digo suprimiendo una risita.

 

—Aislinn…

 

— ¿Qué? —Lo miro molesta.

 

—Luego hablemos de eso. —dice entrando al salón-comedor y encontrándonos a todos esperando.

 

 




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