Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 39.

11 de Abril del 2021 por la mañana, 08:37 a.m.

 

Kenrick esperaba en la puerta que su mate este completamente dormida para entrar, sus pensamientos volvían al momento en que la vio, tratando de analizar su aspecto y más de dónde provenía aquel aroma que rodeaba su cuerpo. Al sentir los latidos de Aislinn estabilizarse, supo que era momento de entrar.

 

Fue por la llave maestra y entro a la habitación, la vio profundamente dormida, y juntó las cortinas para darle comodidad. Se acercó a ella e inspecciono su mejilla que momentos antes lo había dejado intranquilo, al toque con su tacto este ardía y un quejido de dolor se escapa de los labios de Aislinn. Kenrick se tensa y su mirada viaja hasta los labios de su mate, una pequeña herida cerca de su comisura se hace presente tornándose violáceo.

 

Sus manos se empuñan involuntariamente.

 

“Esta lastimada. ¿Cómo es posible?”. Se preguntaba Kenrick con una ira esparciéndose en todo su interior. Quería levantarla y preguntarle qué había pasado, donde se refugió en el bosque, pero verla dormir con tanta paz, lo hizo decidir esperar a que despierte.

 

Se sentía impaciente y nervioso, no dejaba de dar vueltas en toda la habitación. Sin darse cuenta pasaron algunas horas, Aislinn empezó a removerse en la cama, Kenrick se gira en su dirección para luego correr a su lado tratando de calmarla. Su mate empezó a gritar y patalear sin abrir los ojos.

 

“Es una pesadilla tranquila cariño”. Decía Kenrick tratando de que lo escuche, pero ella salto de la cama zafándose de su agarre para luego caer al suelo desmayada. Kenrick se apresuró a recogerla y llamarla por su nombre, pero no respondía, se desesperó y llamo por el link lobuno al médico de la manada.

 

Después de unos minutos un hombre de cabello rojizo y con una bata de color blanca toca la puerta, rápidamente Kenrick le indicó que entrara. Su mate se encontraba en la cama. Kenrick le explico lo que acababa de suceder, y este le dijo que podría ser un resfriado por pasar la noche fuera. Le solicito a Kenrick poder revisarla y darle prescripción.

 

Bajo la mirada de Kenrick, el hombre toca la frente de Aislinn sorprendiéndose, “Alpha, ella está ardiendo. Nuestra Luna esta afiebrada”. Expresa alterado y rápidamente saca unos paños fríos y los coloco en la frente de Aislinn. “Tomare su pulso Alpha”. Dice el hombre levantando la manga que cubre la muñeca de su Luna, al realizar esta acción, el hombre se tensa. “¿Qué pasa?”. Pregunta Kenrick al ver la expresión dura del médico.

 

El doctor Rowan estaba sorprendido al ver las muñecas de su Luna, marcas rojas tornándose moradas como agarre en su blanca piel. “Alpha…”. Dijo el hombre con una mueca de disgusto en el rostro. “Como se atreve a lastimarla”. Pensaba Rowan. No le cabía en la cabeza que su Alpha sea de los que maltrataban a las mujeres, eso era penado y no permitido en la manada.

 

Kenrick se acercó a revisar la muñeca de Aislinn que el médico le enseñaba y su expresión se desencajo. “Qué demonios…”. Dijo Kenrick apretando la mandíbula. “Usted no sabe nada de esto Alpha”. Dijo el médico mirándolo. Los ojos de Kenrick se tornaron rojos y mirándolo dijo: “Insinúas que he lastimado a mi Luna, insolente”.

 

“No me atrevo Alpha”. Dijo rápidamente Rowan bajando la cabeza. “Las marcas que presenta nuestra Luna han sido ocasionadas hace tan solo unas horas Alpha”. “Como es posible…”. Dice Kenrick más para él. “Pudo haberse lastimado en el bosque”. Agrega el doctor dándose cuenta que su Alpha está igual de desconcertado por su Luna como él.

 

“Tendrá que desabrigarla Alpha y colocarle una ropa más ligera. Nuestra Luna aun es humana y su sangre no podrá aliviarle la fiebre si ella aun no lo ha aceptado”. Dice el médico. “Ya me acepto”. Responde Kenrick tocando con cuidado la muñeca de Aislinn. “Eso es una buena noticia Alpha. Si nuestra Luna ya lleva su sangre, no es necesario el tratamiento médico-humano”. “Entiendo, ya puedes retirarte”. Ordena Kenrick aun viendo a su mate. “Sí Alpha”. Dice recogiendo su maletín y saliendo de la habitación.

 

Él sabía que podía aliviar a Aislinn con su sangre, pero ella recién acababa de aceptarlo y aun no realizaban el ritual. Así que procedería con el tratamiento humano. Quito los paños de la frente de Aislinn y los cambio por otro. Se dirigió al armario a buscar ropa ligera para ella. “El día esta cálido, porque se ha puesto ropa tan abrigadora”. Pensó Kenrick. Busco en el armario y encontró un pantalón de seda con una blusa de tiras en conjunto. “Perfecto”. Dijo saliendo del armario.

 

Se acerca a ella aun inquieto por las marcas de su brazo, con cuidado quita los broches del jumper jeans y suelta las tiras, un quejido de ella lo hace tensar, “estoy siendo cuidadoso”. Pensó. Levanta su sweater sacándolo de su cuerpo y su corazón se le aprieta al ver su piel.

 

Grandes hematomas por el abdomen y brazos. Su lobo grita furioso en su interior. Kenrick se acerca aun revisando moviendo con cuidado su cuerpo y quitándole el pantalón, y ella vuelve a quejarse. A este punto la respiración de Kenrick podría provocar tornados de los fuertes que son. Sus colmillos salen involuntariamente de la ira. El ver a su mate con el cuerpo cubierto de hematomas le hervía la sangre.

 

En la mente de Kenrick cruzaba diferentes maneras de eliminar a quien hirió a su mujer. “¿Quién era el osado que se atrevía a golpear a su Luna?”. Pensó Kenrick. Aislinn empezó abrir los ojos y cuando sintió unas manos en sus piernas empezó a patalear y a gritar.

 

“Tranquila amor, soy yo…”. Decía Kenrick tratando de que lo mire, pero ella lloraba removiéndose y pidiendo que la soltara. “Ais mírame cariño”. Pedía Kenrick desesperado.

 

Para que se tranquilice opto por soltarla y alejarse un poco. Aislinn sujeto el edredón y se cubrió convirtiéndose en un ovillo temblando y sollozando.




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