Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 42.

AISLINN ENYA DEMBROT

 

El transcurso de regreso a la manada fue tan silenciosa que casi podía oír trabajar a nuestros órganos. Kenrick sigue con su mirada al frente sin voltear a verme, sin hablar desde el departamento. ¡Es un infantil! No entiendo porque hace una pregunta si luego se va a molestar al oír la respuesta.

 

Analizando en este silencio, lo único que oculto de Kenrick es decirle que salía con Leah, en lo demás, sobre mí, sobre mis sentimientos no lo hago, soy sincera sobre lo que siento por él. No entiendo su maldita inseguridad.

 

Se supone que cuando empezamos de nuevo, dejamos atrás el pasado, el dejo a Trisha y yo a Leah, oh bueno… él me dejo a mí. Ambos viven en la manada, en cuestiones de ordenar todo esto, estamos igual. ¿Pero entonces porque me asusta decirlo? ¿Es acaso que tengo miedo de que lastime a Leah? Esto es tan frustrante. ¡Estúpidos mis pensamientos y estúpido Kenrick por hacerme sentir culpable!

 

Al llegar a la manada Kenrick me recuerda que empiezo mis entrenamientos. Subo a la habitación y busco ropa adecuada. Elijo un conjunto rosado con rayas negras formado por unas leggings y un sujetador deportivo, ambas piezas se amoldan a mi cuerpo a la perfección. Me apoyo en la cama amarrándome las zapatillas y giro en dirección a la puerta viendo entrar a Kenrick.

 

— ¿Ya estas lista Aislinn? —pregunta. Me he dado cuenta que cada vez que Kenrick está molesto suele llamarle por mi nombre completo.

 

—Ya estoy lista. Vámonos. —respondo levantándome de la cama. Kenrick me da un recorrido de pies a cabeza tensando su mandíbula.

 

No sé cuál es su problema ni cuando se le va a pasar su tontera de molestarse cuando él tampoco iba a buscarme si yo no aparecía en la mansión. Él no respondió a mi pregunta, ambos no lo hicimos, así que estamos a mano. Pero él se hace el herido y único afectado…tonto.

 

Saliendo de la habitación nos encontramos con Lizzie, lleva unas leggings y una casaca a conjunto.

 

— ¿Por qué llevas casaca, te va a incomodar? —pregunto. Y es que es verdad, haremos movimientos y el sol esta intenso, además no es su estilo.

 

—Por Ludovic. —Responde y enarco una ceja. —Sus estúpidos celos. —Suelta frustrada.

 

Giro mirando hacia Ludovic que camina junto a Kenrick y pongo los ojos en blanco.

 

—Lizzie con correa. —Digo con burla.

 

— ¡No es eso! — Grita ofuscada. Empiezo a reírme.

 

—Caleim. —llamo a mi guardia que camina unos pasos delante de nosotras. Este se detiene y camina a mi lado. —Necesitamos tu consejo, ves a mi amiga, dime como se vería mejor, con casaca o sin casaca. Responde con libertad. —agrego lo último viendo que mira de reojo a Kenrick uno pasos tras de mí.

 

—Si debajo de su casaca lleva lo que usted tiene puesto, definitivamente sin casaca. Además será incomodo entrenar con eso, nosotros como lobos no utilizamos polos y las mujeres usan lo mismo que usted Luna. Por cierto, se ve muy bien con la ropa Luna. Sonríe. Asiento devolviéndole la sonrisa.

 

Escucho los gruñidos de ambos lobos caminando tras nosotras.

 

—Gracias por tu opinión Caleim. —Me giro hacia mi amiga. —Ya ves te lo está diciendo Caleim que ha entrenado desde siempre, estarás incomoda.

 

Lizzie me ve unos segundos que parecen eternos para luego decir: — ¡Cierto! Que está pasando por mi cabeza, esta no soy yo. Se quita la casaca tirándola a un lado mientras caminamos.

 

—Lizzie… —llama Ludovic. Ella gira lanzándole una mirada asesina.

 

—Oh sí, ya vez esta es la Lizzie que conozco. —Expreso emocionada moviendo las manos exageradamente.

 

No quisiera que Lizzie se viera obligada a cambiar su forma de ser por alguien, como su amiga siempre tratare de buscar la forma de que conserve su identidad.

 

—Si vuelvo hacer alguna estupidez como esta, golpéame.

 

—Lo prometo, te daré una buena paliza. —digo y nos reímos dándonos empujones jugando.

 

—Nuestra Luna es radical. —Dice  Padraig, mi pelirrojo guardia soltando una risita. Este siempre para fastidiando y haciendo bromas, me agrada mucho.

 

—Dame cinco. —digo girando en dirección de mi guardia. Este levanta la mano y cuando va a chocar con la mía, la esquivo y empiezo a reírme. —Luna eso no justo. —se queja y me rio más fuerte uniéndose a las risas mis demás guardias.




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