Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 48.

***

Estoy en el bosque y veo mi reflejo en el lago, no soy humana, soy una loba, blanca como las Lunas de las manadas y con rasgos negros propio de mi gen Alpha. Una bella combinación de día y noche. Un lobo negro de ojos rojos y de un tamaño que traspasa el mío aparece a mi lado, Kenrick. Pega su cabeza con la mía en un suave tacto para luego en un movimiento tumbarme en la tierra, estoy de lomo al suelo frente a él, se posa sobre mí y me llena de lamidas, muevo las patas jugando y lo tumbo esta vez, posándome sobre él. Escucho un movimiento venir del este y miro en esa dirección, soy yo. No entiendo. Llevo un vestido largo de época de color azulado con blondas de encaje negro y detalles dorados. Mi larga cabellera llega hasta mi cintura con pequeñas ondas y listones. Esa versión de mí corre riéndose y ocultándose detrás de los árboles.

 

Giro para ver al lobo que tenía bajo de mí, pero ya no está, y ya no soy una loba. Ahora solo soy una observadora, una observadora invisible, creo.

 

La versión de mí con el vestido corre riéndose y un hombre salta de los árboles y la atrapa cargándola en modo nupcial, Kenrick. Sonríe radiante dando vueltas con ella en brazos, inconscientemente también sonrío. Esta versión de Kenrick lleva el cabello largo y recogido en una coleta y esas ropas extrañas, lejos de esta era actual. ¿Por qué estoy viendo esto? ¿En el sueño de quien estoy, a quién le pertenecen?

 

Kenrick con coleta se arrodilla y pega su cabeza al abdomen de ella y besa por encima del vestido. Está embarazada. Ella sonríe acariciándole su mejilla.

 

La lluvia empieza a caer y con eso la imagen se distorsiona frente a mí, estoy sola nuevamente en el bosque. Giro hacia el lago detrás de mí, y me veo. Estoy flotando desnuda y morada, estoy muerta. Vuelvo a escuchar ruidos y un llanto, me muevo buscando de donde provienen hasta que vuelvo a verme. ¿Qué está pasando? Estoy junto a un árbol, desnuda, con golpes y heridas en el cuerpo cortándome las venas.

 

Levanto la cabeza hacia el cielo gris y lluvioso, no sé qué está pasando y que significa todo esto, al bajar el rostro, me sobresalto al ver docenas de versiones de mí, con diferentes ropas, diferentes peinados, con espadas atravesadas, con flechas, cortándome, colgándome, asesinándome. Mis versiones se abren paso dejando en medio a Kenrick, arrodillado como un niño abrazando sus piernas con la mirada perdida, sus ojos desorbitados y fuera de juicio, completamente sin vida.

 

Mátalo, no falles…por favor no falles…mátalo.

 

Ruegan mis versiones al unísono, como una melodía malditamente sincronizada mientras empiezan a hundirse en la tierra.

 

¿A Kenrick? —logro articular con duda.

 

Ellas mueven la cabeza en negación, llorando y gritando en agonía.

 

¿A quién entonces?

 

Giran a la derecha señalando, sigo con la mirada hasta encontrarme con un espectro negro  que sostiene una espada, no sé quién es, no puedo reconocerlo de esa forma. Trato de agudizar mi visión, hasta que soy distraída por las voces de terror de mis versiones.

 

Correee —gritan.

 

Giro hacia ellas al oírlas, miran al espectro con temor, me vuelvo a ver y este corre a gran velocidad hacia mí con la espada alzada, cierro los ojos con fuerza sintiendo una presión en el pecho.

 

Trato de abrir los ojos con el siguiente hincón de dolor en mi interior.

— ¡Maldita sea! Abre los ojos Ais, no te atrevas a dejarme.

Mi cuerpo esta pesado, mi cabeza me da vueltas, quiero abrir los ojos, pero no puedo. Los llamados de Kenrick se escuchan tan lejanos.

—Vamos, amor, por favor…por favor…por favor. —ruega Kenrick.

 

Siento su aliento en mi fría boca entrar caliente sobre mí, doy un respingo y entreabro los ojos. El agua de mi interior sube haciéndome doler la garganta y empiezo a toser botando todo. Kenrick me inclina hacia delante pasando su mano por mi espalda, mientras toso descontroladamente.

 

Seco con el dorso de mis manos las lágrimas de mis ojos. Empiezo a temblar, soy jalada con facilidad y mi espalda es pegada al pecho cálido de Kenrick, me sujeta con fuerza al punto del dolor mientras acomoda su cabeza hundiéndolo en mi cuello, envolviéndome en él y su calidez. Toso ligeramente y siento los brazos de mi lobo tensos y con leves temblores. Me tiene unida a él y me siento tan pequeña. No puedo ver su rostro y no ha dicho nada, estamos así, en silencio.

 

Los recuerdos de lo que vi mientras estaba inconsciente, regresan de golpe y no puedo entender su significado.

 

Pasamos unos minutos en esta posición hasta que Kenrick afloja el agarre levantándose y cargándome en brazos, no dice nada, camina en silencio conmigo encima por el largo pasillo, hasta llegar a la cabaña y continuar hasta el baño, donde me deposita sobre el muro del lavabo.




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