Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 51.

Capítulo 51. (PARTE I)

“Estaba tan dolida que no quise regresar al sortilegio de tu amor, camine al abismo opuesto de la luz dispuesta a odiarte y olvidarte, pero aquí estoy, de regreso en mi cuerpo con la idea de cerrar la puerta de tu falso amor frente a ti, y ver como lloras por mí”.

***

Aislinn entreabría los ojos, despertando, tratando de acomodarse a una luz que no llegaba. Se froto los ojos varias veces, pero la oscuridad la rodeaba. Movió los brazos intentando tocar cualquier cosa que le resultase familiar, pero el sonido de la madera la hizo entrar en cuenta que, otra vez estaba encerrada. En aquel espacio que era su refugio y su castigo…aquel armario.

Un golpe en el exterior la hizo saltar de susto.                       

— ¿Has aprendido quien manda aquí, o quieres pasar otra noche encerrada?

— ¿Luisa? ¿Qué? Sácame de aquí. —pidió. — ¿Qué mierda está pasando?

— ¿Qué mierda? Ja, ja, ja —río Luisa. —Parece que pasaras otra noche más en el armario.

— ¿Qué? No, no, no, no, no, sácame de aquí. « ¿Dónde está Kenrick? ¿Qué está pasando?»

—Solo así aprenderás a comportarte, Aislinn. Debes aprender que tú no eres nada en esta casa, y si digo algo tú obedeces. —masculló Luisa, la hermana de Aislinn.

—Luisa, por favor sácame de aquí…no quiero estar en la oscuridad…

—Nos vemos, ah y hazme el favor de llegar al décimo día, estoy haciendo una apuesta con Georgina para saber cuánto duras encerrada sin romper a llorar. —dicho esto, salió riéndose.

«Mierda, mierda, mierda, ¿Dónde estás, Kenrick? ¿Cómo llegué otra vez aquí? ¿No fuiste un sueño o sí?»

Aislinn empezó a patear la puerta del armario tratando de salir, paso así unos minutos hasta que logró abrirla, una vez fuera, abrió la ventana y empezó a descender.

«Lizzie, debo encontrar a Lizzie, esto es un sueño, no puedo ser verdad. No puede ser, no puede ser, no puede ser»

Aislinn corrió por las solitaria acera, las casas como montañas de oscuridad eran su única guía, a unos metros adelante la casa de Lizzie esperaba, corrió hacia ella, toco y toco y nadie respondía, reviso bajo la alfombra la llave de repuesto que siempre dejaban para ella, pero esta vez no estaba, nadie salía a su encuentro, un aullido retumbó en la oscuridad «Kenrick» Aislinn camino unos pasos hacia el sonido teniendo el frondoso bosque frente a ella, dudo un poco hasta que, el aullido volvió. Sin pensarlo corrió hacia el bosque con el único pensamiento en su mente: Kenrick.

Una vez en medio del bosque se sintió perdida, la oscuridad no ayudaba y el aullido ya no se oía.

— ¡Kenrick! ¡Kenrick! ¡Kenrick! —gritaba desesperada, con la esperanza de que éste la escuche. — ¿Dónde estás? —sollozó, arrodillándose en la fría tierra.

— ¿Por qué lloras, querida Enya? Sabías que esto pasaría. —dijo Lucían apareciendo como una ráfaga de viento.

— ¿Ivanov? Estas aquí. ¿Cómo? —pregunto Aislinn, levantándose y abrazándolo. —No sé qué está pasando, ¿por qué estoy aquí otra vez? Nada tiene sentido. ¿Dónde está Lizzie? ¿Es un sueño…verdad? Kenrick, ¿Dónde está él?

Lucían la observó y la observó, acariciando aquel colgante que le regaló y dijo: Debemos salir del bosque, Enya. Aislinn se toca la cabeza retrocediendo un paso, se frota nuevamente los ojos para luego abrirlos rápidamente cuando escucha un gruñido. Gira a su alrededor hasta que visualiza a Kenrick de rodillas con una espada atravesándole el pecho y a sus espaldas todo perdiéndose en negro. Una enorme oscuridad comiéndose todo a su alrededor y a pocos metros de fundir en nada al lobo.

Aislinn da un paso hacia delante cuando Lucían sujeta su brazo.

—Debemos salir antes que la oscuridad nos atrape.

—No, Kenrick está ahí. Debemos ayudarlo. ¡Vamos! —dice, zafándose de su agarre.

—Es demasiado tarde para él, debemos salir de aquí, Enya. —indica Lucían ofreciéndole la mano.

—No, no iré, no puedo dejarlo. —responde, Aislinn con determinación, retrocediendo.

—Ven… —dice el vampiro mirándola a los ojos con la mano tendida. —Ven conmigo, Enya. Por favor, ven conmigo. Elígeme.

—Lo siento, no puedo dejarlo. —responde Aislinn corriendo hacia Kenrick.

Lucían la observa alejarse y susurra para sí: Lo dejaras, ya verás.

Aislinn al llegar a Kenrick este vuelve a desaparecer frente a ella.

—Nooooooo… —grita, mirando a su alrededor. — ¡Kenrick! ¿Dónde estás?

Todo alrededor de Aislinn empieza a desvanecerse y antes de ser absorbida por la oscuridad solo ve a Lucían y su oscuridad en los ojos observarla.

Aislinn se levanta pegando un grito, agitada y sudando. Kenrick que estaba con el rostro hundido en el cuello de ella rápidamente se inclina hacia adelante tranquilizándola.

—Shhh tranquila, tranquila cariño. Es una pesadilla. Es una pesadilla, tranquila. —dice, el lobo.




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