Enya: Revelación | Serie: Destino Sobrenatural 2.

Capítulo 4.

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“Mis pensamientos torturantes… no me dejan en paz. ¿Cómo encuentro consuelo en la soledad? ¿Cómo hago que deje de dolerme el corazón? ¿Cómo vuelvo a ser yo?”.

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PRESENTE. – 04 de Noviembre del 2021.

Castillo del Clan Ivanov Arran.

Un nuevo ciclo había comenzado; en la oscuridad de la noche, la luna nueva alumbraba; acompañada de pequeños destellos a su alrededor. Mientras, en el interior del castillo, pasando los grandes salones decorados de objetos extraños y antiguos, más allá de los largos pasillos, en una habitación amplia y apartada, yacía Aislinn. Recostada entre las sabanas rojas que adornaban la cama. De pie, junto a la ventana, estaba Lucían, acompañado de Berenice, la bruja.

— ¡Despiértala! Inténtalo de nuevo. —dijo el purasangre, mirando fijamente a la chica inconsciente. —Han pasado tres días, no podemos seguir durmiéndola, no podrá asimilarlo si sigue inconsciente.

—Amo… la forma traumática en la que murió tiene un papel muy grande en su renacer vampírico. —dijo la bruja, acercándose a la cama y sentándose a un lado. —Sus emociones, sus sentimientos se potencializan. El dolor, la tristeza… todo en su renacer sobrenatural estarán muy latentes. Esa es la razón que, en estos días, al tratar de despertarla, entra en estado de shock y grita.

Desde lo ocurrido cuatro días atrás, en la noche de Samhuinn; Lucían mantenía a Aislinn durmiendo. Tal y como la bruja dijo, por aquellos eventos ocurridos, cada que trataban de levantarla de su letargo, entraba en modo errático y empezaba a gritar, tocándose el cuello con tanta desesperación de vida, pues su mente, estancada en aquel día, le indicaba que, pronto la hoja de la daga abrirá su carne y ella moriría.

En la mente de Lucían llegan aquellos recuerdos, en la que una de las proles, sujeta a Aislinn del cabello, inclinándola hacia atrás, pasando la daga por su piel. Se ve a él, moviéndose a su velocidad vampírica, arrancando el collar que colgaba del cuello de ella. Él sabía que, Aislinn siempre llevaba aquel collar consigo, y que este, contenía su sangre. Pero lo que Aislinn desconocía era, que aquel frasquito no contenía la sangre del purasangre, sino, la sangre de su hermana, Agatha. Pues a ella era quien pertenecía el collar que Lucían le regalo. Y por el cual logró que Aislinn cambiara, no a una sucia loba, como pensaba, sino a su igual, un vampiro. Convertida en su último aliento de vida. «Cuan perfecto salió todo».

El purasangre observo unos segundos el rostro de la chica y ordenando, dijo: Es hora, ¡despiértala! yo la tranquilizare, la regresare a la realidad. Berenice asintió, y llevando sus manos a las sienes de Aislinn, susurró: Nata est iterum.

De pronto, la chica abrió los ojos y estos se fundieron en una oscuridad, propio de su nuevo ser interior, propio de su lado vampírico. Se removió en la cama y empezó a gritar tocándose el cuello, mientras las lágrimas marcaban su rostro. Lucían a su velocidad vampírica la tenia de los brazos, sujetándola con fuerza, observando como las uñas de esta, descendían en son de ataque, largas y negras. Aislinn gritaba, no era consciente de lo que hacía, su mente torturante estaba en el bosque, frente a Kenrick, quien la miraba mientras era atacada.

— ¡Silénciala! —gritó el purasangre. —Enya, Shh tranquila, estas a salvo…

Berenice volvió a repetir unas palabras y Aislinn enmudeció. El purasangre observo como los ojos de esta, desorbitados, se movían de un lado a otros y sus colmillos se presentaban.

Enya… escucha. Soy yo…soy Lucían. —susurró el vampiro, adentrándose en su mente. Y utilizando sus habilidades, se hizo paso en sus memorias, en el lugar donde se hallaba su ser en ese instante, y guiándola, la condujo a la realidad. Los ojos de la chica volvieron a la normalidad y sus uñas se retrajeron. —Estas a salvo. —susurró, observándola a los ojos, tratando de conectar con ella. — ¿Me entiendes, Enya?

Ella lo mira y asiente levemente.

—Devuélvele la voz. —dijo el purasangre. Aislinn lo miró, pero en sus ojos, el vampiro miraba el vacío. — ¿Estas bien? —volvió a preguntar, obteniendo nuevamente un ‘sí’ con la cabeza. El purasangre arrugo el entrecejo.

¿Te duele algo? —insistió. Ella negó. — ¿Sabes lo que está pasando?—dijo el purasangre, tratando de obtener más que un movimiento de cabeza. Pero la respuesta fue todo lo contrario, ella volvió a negar. Lucían apretó los labios. La mirada de Aislinn era perdida, sus ojos decaídos, desprendidos de su alrededor, cero emociones.

La chica hizo intento de mover los brazos que, estaban aprisionados por el purasangre. Él rápidamente la soltó. Retrocedió en la cama, dándole espacio a que se incorpore. Aislinn se sentó, llevo sus manos a su cuello, acariciándolo, perdida en sus recuerdos. Su mente trataba de entender lo que pasaba, y el purasangre intervino.

—Recuerdas… que una vez te conté como se convertía a un vampiro. La chica sin dejar de tocar su cuello, levantó el mentón, lo miro y asintió. —Llegue a tiempo a ti, Enya. Estaba cerca de la frontera cuando el aroma de tu sangre llegó a mí. Corrí lo más rápido que pude… estabas en tu último aliento, vertí el contenido de tu collar y te salve. No sé cómo llegaste a ese estado o lo que pasó previo a mi intrusión…—dijo el purasangre, mirándola con cautela. —tuve que asesinar a unos seres extraños que, te rodeaban. Ese sucio lobo estaba observándote sin hacer nada. No lo entiendo. ¿Cómo no te cuidó? ¿Por qué dejo que te atacaran? —dijo Lucían, con una indignación tan fingida que cualquier tonto podría notarlo, pero, Aislinn estaba con las defensas tan bajas que, las palabras del purasangre tocaron su corazón. Se adentraron azotándolo, estrujándolo que, sin más, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, incesantes, ardientes, dolorosas.




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