Enzo Vitale

Capítulo 9

Marie Harrison

Aspiro hondo. Ver esta señora no es de mi agrado, aquello es obvio. Humillo a mi abuela y a mí en reiteradas ocasiones cuando trabajábamos en su mansión. Sus palabras de aquel día regresan a mi mente como un murmullo irritante. Todavía no comprendo como existen personas así de inhumanos, no te tratan como una persona normal por el hecho de poseer una descarada fortuna, títulos prestigiosos y demás. De paso comprendí el día que me entere de mi embarazo y ayer de donde Dereck saco su maldad que mantenía oculta. Esta señora hizo su respetivo aporte contundente.

Zara Clark.

Una mujer con aires de superioridad tan inmensos como el océano. Fría a la hora de dañar a los demás que no son de su estatus.

—¿Dónde quedaron tus modales, Marie? Invítame a pasar.

—Pensé que una mujer de su porte, no se adentraba a los suburbios o ponía sus finos tacones en un piso de gente como yo… —a esa mujer no le debe guardar respeto, no es mi jefa, sobre todo no se lo merece, nunca me respeto. A estas alturas ya es justo devolverle su irrespeto.

—Tal parece no tener a mi nieto te ostenta lo valiente —desvió la mirada, más por su tono de burla.

—¿Señora a que vino? Si es a burlarse o reclamarme… regrese por su camino, no tengo el tiempo ni la disposición de escucharla.

—No creas que me encuentro en este lugar por placer —alega con desdén —. Vengo en plan de negocios contigo… —detengo sus palabras.

—¿Negocias con usted? Mire lárguese de mi casa. No hablaré de nada con usted, de echo estoy malgastando tiempo aquí parada, así que adiós… —iba a cerrarle la puerta en el rostro, pero ella con su mano detiene mi accionar.

—Marie, tú no eres de mi agrado. Eso es evidente. —ruedo la mirada, como si me importara caerle bien.

—Todos los pobres no somos de su agrado…

—No te voy a contradecir, sin embargo, vengo porque estoy velando por los intereses de mi hijo e nuera, con mi nieto… no quiero nadie los interrumpa en la tranquilidad de la crianza con su hijo…

—Perdón, mi hijo —enfatizo con agudeza—. Matteo no es nada de esa mujer. Deje de darle un título que no le corresponde. Ya es suficiente desdicha que porte su ADN —ya me fastidia oír como denominan a esa mujer “madre” de Matt. La empiezo a detestar por querer acaparar algo que no le pertenece. Tal vez hago mal con tenerle rencor, pero sus pocas acciones de ayer, cierne gasolina en la llamarada de rencor de mi pecho. Aumenta sus llamas con cada labor de separarme de mi hijo. Los principales dueños de mi rencor son Dereck y esa mujer y, la señora Zara se unirá a los primeros puestos. Las degradaciones de los Clark produjeron deterioro sobre mí.

—Desgraciadamente, sí. Sin embargo, ese detalle puede cambiar, no a nivel biológico, pero si, legal. Un nieto mío no será educado por una persona tan mediocre como tú —trago duro, una pulsada de degradación estremece mi cuerpo. En interior reservo esa sensación, de forma exterior mantengo mi postura recta. Titubear ante ella no es una opción, Zara Clark, debe pensar que sus palabras de degradación no ocasionan efectos en mi persona. Si es preciso fingiré cual actriz. Ella y su familia son el enemigo, es mejor no mostrar debilidad. Aunque mi debilidad más fuerte esta retenida a su causa.

—Utilice todo su maldito dinero, pero entienda que no cambiara, quien es la verdadera madre de Matteo.

Carraspea.

—¿Me permitirás pasar? —rio sin gracia. Rio para evitar la ira o de lo contrario me descontrolare con esa señora. A pesar de todo es mayor, puedo ir a la cárcel si no controlo mis impulsos. Porque mis manos pican por abofetearla debido a su descaro.

—No y no. Lo que quiera decir puede ser afuera, no es obligatorio entre a mi hogar.

—Eres una descortés. Además, todo se puede esperar de gente de tu nivel corriente, sin educación… mejor digo rápido mi propuesta —reprendo a la estúpida de mi por oír su “proposición”. Algo desagradable ofrecerá en pro de defender a su hijo. Soy peor por escucharla, igual no veo de otra, solo se largara una vez diga su dichosa oferta.

Ahorra mi saliva y tiempo en echarla.

—Deje de irse por las ramas, y escupa lo que sea va a decir…

Tensión destila por el aire. Se palpa la animadversión entre ambas. Admito me desconozco, jamás he sido rencorosa. Partidaria del tiempo del perdón, mas no del olvido. Solo de evitar y sobrepasar aquellos pensamientos dañinos. No obstante, ellos despertaron el rencor que, suponía mantendría al margen, para mantener mi conciencia en paz.

—Quiero que renuncies a mi nieto. Firmes un documento legal donde renuncias a su patria potestad.

¡¿Qué Diablos?! Mi mandíbula se oprime, preveo que voy a estallar. Inhalo sosteniendo la puerta con fuerza, a la par que oprimo mi mandíbula.

 

—¡Como se atreve! ¡¿Quién se cree para pedirme esa atrocidad?! —los estribos se me van al caño. La empujo sin medirme. Se mueve unos centímetros, camino en rápidas zancadas directo a ella. Enseguida me percato de sus guardaespaldas. La señora Zara le da una seña de detenerse antes de arribar a contenerme.

—Bájame el tono de voz…  a mí no me toques, tus manos pueden estar sucias




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