Ephemeral Temptation

Presagio

Era un hermoso día de junio, 25 para ser exactos, los primeros rayos de sol entraban por las persianas de la habitación de Victoria mientras ella se cubría la cabeza con las sábanas.
- Hora de empezar con la tortura.- Murmuró con molestia.
- ¡Hora de levantarse gruñona!- Gritó su madre desde la cocina.- ¡Es tarde y no vas a llegar a tiempo si no te levantas ahora mismo!
- ¡Ya escuché!
Se dio una ducha rápida y se puso la ropa más limpia que encontró, una camisa de tirantes y unos jeans ajustados. Buscó sus audífonos pero para su sorpresa y horror, no estaban por ninguna parte. Le restaban 30 minutos antes de que comenzara su primera clase, tenía que irse cuanto antes si no quería escuchar los sermones de la profesora de historia del arte.
- Vamos, Victoria, toma algo de comida y sube al auto, te llevaré antes de ir al trabajo.
- Puedo ir yo sola, no me voy a perder ni nada, me llevo algo de esto...- Tomó un sándwich, un jugo enlatado y una bolsa de nueces.- Voy en la motocicleta, te llamo cuando tenga descanso.
- ¿Segura? No quiero que te desvíes, el buzón está lleno de quejas sobre ti, no quiero ni una más, tu padre no va a dar la cara la próxima vez.
- Es lo que siempre dicen...
- ¿Perdona?
- Como sea, me voy, te veo luego, mamá.
Salió disparada hacia la cochera, encendió su motocicleta y condujo hacia la escuela. Durante el trayecto se detuvo en un cruce, aprovechó para ajustar los espejos de su vehículo; antes de moverlos vio a una chica de pie justo en medio de la carretera, se giró pero no había nadie. 
- ¿Qué carajo?
Siguió su camino y cuando llegó a la facultad, Brent, su amigo ya la esperaba en el estacionamiento. Le sonrió y la llamó para presumirle su nueva adquisición.
- Mira qué tengo por aquí.- Dijo mostrándole una bonita chaqueta de cuero negro.
- Vaya, espero que sepas que los protectores de animales van a hacerte una escena por esto.
- No es nueva, linda, era de mi padre, ya sabes cómo le gustaba la moda rebelde, en ese tiempo las protectoras no tenían tanta fuerza ni era malo tener una de éstas.
- Ciertamente, ¿te queda bien?
- Por supuesto, me la he probado antes de venir, no sólo me queda fantástica, estoy seguro de que incluso a ti te conquistaría si fueras heterosexual.
- Qué creído,- Rió ella.- no había visto tanta confianza desde que Alexa te dejó.
- Pero si ¡hola! Señorita con cara de psicótica, no te había visto esa expresión desde que Hayley se fue con otra.
Se miraron con cierto desprecio por unos segundos y luego comenzaron a reírse. Podían decirse infinidad de insultos pero nunca se enojaban de verdad, eran amigos desde hacía mucho tiempo. Se contaban todo y siempre estaban juntos, incluso pasaban días "desaparecidos", les gustaba mucho viajar con o sin motocicletas.
- Hey, deberías recoger tu cabello, siempre se alborota demasiado cuando te trasladas, te verías más bonita.
- ¿Debería tomar eso como un insulto?- Sacó una liga de su mochila y se hizo una coleta de lado.
- Para nada, es una simple opinión, siento que tu cabello rubio luce mejor recogido, deja ver tus hombros, les hace falta broncearse.
- Te estás pasando…
- Tranquila, Vi,- soltó una carcajada.- Incluso puedo ver ese par de ojos grises desprendiendo odio ahora mismo.
- Como sea… Tú no puedes decir nada, eres tan pálido como un cadáver.
Brent le dio codazo, ella le respondió de la misma manera. No se detuvieron hasta que los golpes empezaron a ser más fuertes de lo habitual.
- Calma, toma lo que dije u olvídalo,- Dijo mientras frotaba su brazo izquierdo.- ¿Recuerdas el viaje qué hicimos el año pasado?
- ¿El de las grutas?
- Exacto, ¿te acuerdas de la chica que atendía la gasolinera del kilómetro 34?
- No puede ser.- Le dio otro golpe a su amigo.
- Sí, sí puede ser, aquí está su número.
- ¡Bien! Ésta vez has ganado, soldado, enorgulleces a tu nación.
- Basta,- Respondió un poco tímido.- sólo es una buena amiga.
- Es lo que dicen todos.
- Pero yo te estoy diciendo la verdad y...
Victoria dejó de prestarle atención, la chica de la carretera había aparecido de nuevo, atravesaba el estacionamiento a toda prisa, hasta perderse en la entrada de la facultad de psicología.
- Esa chica estudia aquí...
- ¿Cuál chica? ¿es bonita?
- Cálmate casanova, primero tengo que saber quién es y luego veremos quién va por ella.
- Suena como si estuviéramos apostando un objeto o algo similar.
- Así parece pero ambos sabemos que tú no tienes ninguna oportunidad.

***

Al anochecer, Victoria se sentó a leer algunas de sus notas escolares, sus padres habían salido a celebrar su aniversario y la casa estaba completamente sola, podría hacer infinidad de cosas, pero no, ella sólo estaba interesada en la mitología.
Luego de un par de horas, comenzó a dormitar, sus párpados pesaban más de lo habitual, por lo que decidió ir a su habitación, era momento de descansar. Se puso su “pijama” y saltó a la cama, apenas cerró los ojos, escuchó un quejido.
- ¿Mamá?
No recibió respuesta. Normalmente no se ponía nerviosa por cosas así, siempre pensaba que eran las puertas rechinando o los árboles golpeando los cristales de las ventanas. En ésta ocasión era diferente, el quejido sonó más que real.
Bajó las escaleras hacia la estancia, suponiendo que había dejado la televisión encendida. Su piel se erizó al ver que todo estaba apagado, incluso las lámparas de la calle.
Dio unos cuantos pasos pero al escuchar la puerta del garaje cerrarse de golpe, corrió de vuelta a su habitación. Por primera vez sintió miedo de lo que podía estar ahí, sus padres no estaban ni cerca de llegar, eran casi las 11 y su celebración terminaba hasta muy entrada la madrugada.
- Tranquila, seguramente es el vecino tratando de arreglar el desperfecto de la energía eléctrica…- Se dijo a si misma, intentando tranquilizarse, lo cual era inútil.- Quizá ya se fue porque ha notado que no hay nadie en casa, o alguien está tratando de entrar y yo aquí, escondida como una rata.
Se armó de valor y se dirigió a la puerta, miró la perilla de la misma pero no se decidía a girarla.
- No pasa nada, sólo es mirar y ya está.
Desvió la mirada hacia su espejo, se vio con una expresión llena de terror, ¿qué le pasaba? Sacudió su cabeza y volvió a concentrarse en la perilla.
- ¿Tienes miedo, Vi?
- ¡Basta!, este juego ya fue demasiado lejos, ¡sal de donde estés!
- No hay necesidad de gritar,- Respondió la voz.- no te cuesta nada echar un vistazo al espejo.
- Es sólo mi reflejo,- Dio un profundo suspiro y cerró los ojos.- es mi imaginación, tranquila, Victoria, estás loca pero no tanto.
- ¿Loca? ¡Oh, vamos! ¿Me estás escuchando y aún así dices que estás demente? ¿Qué clase de chica eres?
- Respira, respira.- Siguió hablando consigo misma, como si eso fuera a detener la voz que escuchaba.
- Ya es tiempo de que vaya por ti, lo sabes, te aconsejo que no te resistas o tendré que forzarte y puedo ser muy mala respecto a eso.
- Déjame, ¡déjame!
- Claro, te dejaré por ahora, necesitas descansar o no podrás seguirme el ritmo, hablaremos de nuevo muy pronto.
- No, no quiero ¡Detente, ya!
La voz no respondió y al poco tiempo Victoria se desmayó. Cuando sus padres llegaron la encontraron en el piso, no tenían ni idea de lo que había ocurrido, intentaron despertarla pero fue en vano. Incluso llamaron a una ambulancia, imaginaron lo peor. Movilizaron a medio hospital sólo por ella, hasta que el médico responsable atribuyó el acontecimiento al estrés que sufría en la universidad.
Regresaron a su casa, mucho más tranquilos, con Victoria ya consciente. No preguntaron nada porque no querían seguir “presionándola”, suficiente habían tenido con el desmayo.
- Toma, te ayudará con un poco de energía.- Su madre le tendió la mano, tenía un chocolate.
- Lamento todo esto, no sé qué pasó, fue tan extraño.
- No hace falta que nos expliques, tienes que calmarte, eso es lo que necesitas.
- Tienes razón, cambiando el tema, ¿la pasaron bien? ¿papá se lució con la cena?
- Por supuesto, es muy cursi, ya lo conoces, no tengo quejas, es muy atento, a veces creo que no lo merezco, está en otro nivel.
- ¿Por qué?
- Me hace falta ser más romántica, él también se merece lo mejor.
- Tú eres lo mejor, mamá, te preocupas mucho por él, cuidas de él, ¿qué más se le puede pedir a la vida? Una mujer muy guapa, que lo ama, una familia, ¡oh! Falta un perro, sí debe ser por eso que sientes que a papá le falta algo para ser feliz.
- No, no trates de manipularme para que adoptemos un perro.
- Bueno, uno siempre tiene que hacer el intento.
- Ciertamente,- Interrumpió su padre.- pero no se crean, yo soy muy feliz, aunque tu madre se enoje conmigo por no poder arreglar las tuberías.
- No mientas, cariño, siempre te digo que llames al plomero pero nunca quieres.- Rió ella.
- Lo sé, mi vida, pero siempre debo hacer un esfuerzo por solucionar los problemas de ésta casa.
- Vaya, si van a decirse cosas bonitas será mejor que me vaya, me van a causar diabetes con tanta miel.
- Qué aguafiestas,- Respondieron ambos al unísono.- Ya queremos verte cuando tengas pareja, a ver quién se queja de quién.




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