Ephemeral Temptation

Campo minado

Durante los días siguientes, las hermanas se mantuvieron alerta, en especial Scarlet, quién buscaba a Zachary desesperadamente. Quería arrancarle la cabeza. No estaba segura de que era lo que planeaba, pero no iba a detenerse hasta averiguarlo.

Victoria, por otra parte, quería hacerle tantas preguntas a Kendra, que pensaba que nunca terminaría. Notaba el cambio de actitud en su novia, cada vez que mencionaba algo acerca de estar juntas. Como si no quisiera hacerlo. ¿Tal vez tenía un voto de castidad y por eso no la aceptaba? No, debía ser algo más. Nadie sería tan tonto para creerlo, era de Kendra de quien se trataba. La gente no nace sabiendo cómo dar un beso, ¿o sí?

— Vi, — Dio un pequeño salto al escucharla, estaba distraída y no había escuchado la puerta de la habitación abrirse. — pensé que tal vez sería bueno si vamos a patinar hoy por la noche, hemos visitado muchos lugares en las cercanías, y nos divertimos, pero quizá… Podríamos ir.

— Sí, hagámoslo, — Respondió sonriente. — sólo si prometes que estarás ahí para sostenerme.


— Por supuesto, siempre.

Antes de salir, Kendra se aseguró de que Brent y Scarlet las acompañaran, habría mucha gente y tal vez necesitaría algo de ayuda. Los cuatro se reunieron en el lobby, todos con gruesos abrigos, el clima era adecuado para la pista de patinaje, pero no para el cuerpo humano.

Caminaron unas cuantas cuadras hasta llegar a la enorme pista de hielo en Piazza Grande. Había niños corriendo por todas partes, algunos aprendían a patinar, otros solamente observaban a lo lejos desde los iglús. Era un ambiente agradable, perfecto para salir en pareja.

— Así que su primera cita fue en una pista de hielo. — Scarlet era muy curiosa.

— Sí, fue muy divertido, yo no sé patinar, pero no quise decírselo a Kendra, nos dimos un golpe que nunca olvidaré.

— Me di, — Rió la castaña. — fue muy divertido, sinceramente.

— Seguro te rompiste el cráneo, por eso últimamente andas demasiado lenta.

— Retráctate. — La retó Kendra.

— Bueno, ¿entramos ahora?, en serio quiero aprender a patinar y evitarle más daños a mi novia.

— Vaya, marcando el territorio. — Dijo burlona. — Estás aprendiendo muy bien, Victoria, es un orgullo que seas tú la que ha venido a desubicar a mi hermana.

— Scarlet, no la molestes.

— Bien, bien, patinemos entonces.

Se alistaron en una pequeña zona cercana a la pista. Kendra ayudó a la rubia a colocarse los patines y a levantarse. Entró con ella y la mantuvo en la orilla, para que pudiera apoyarse de la valla.

— ¿Kendra? — Dijo en voz baja.

— ¿Sí? — Patinaba detrás de ella, sujetándola de la cintura.

— Cuando regresemos, ¿podemos hacer algo sólo nosotras dos?

— ¿Te sientes incómoda ahora? — La obligó a detenerse. — ¿deberíamos escaparnos un rato?

— No, sólo quiero que estemos juntas.

La castaña permaneció en silencio, volvió a darle un poco de impulso y siguieron patinando. Lo deseaba tanto como ella, pero no iba a hacer las cosas como le habían ordenado. Era injusto, no entregaría lo más preciado para ella. Nunca. De repente la separó de la valla, giró su cuerpo para que quedaran frente a frente y sostuvo sus manos para ayudarla a mantener el equilibrio.

— Entiendo lo que me dices, Vi, créeme, pero antes tenemos que aclarar algunas cosas, tengo que estar segura de que estés bien, ¿comprendes?

— Siempre estás diciéndome la misma frase, ¿por qué no puedes ser directa y me cuentas lo que está pasando?, Kendra, trato de confiar en ti, pero esa actitud tuya de querer protegerme de algo, no me da nada de tranquilidad, sabes lo que está pasando en casa, sabes que alguien está aterrorizándome con los estúpidos relojes y… Los espejos.

— Lo siento…

— No lo sientas, no quiero que te disculpes, — Desvió su mirada al suelo. — no quiero nada de eso.

— Vi, yo…

— Necesito dormir, ¿nos vamos?

— Pero Scarlet y Brent.

— Bien, iré por mi cuenta, pediré un taxi.

— N-no, Victoria, espera, voy contigo.

Kendra le hizo señas a su hermana y se despidió de lejos. Brent parecía confundido, pero no quiso indagar más en el asunto. Subieron al auto y no dijeron una sola palabra. Ambas miraban hacia la calle oscura en su respectiva ventana. Una vez que pisaron el lobby, Kendra tomó de la mano a Victoria. Su sorpresa fue que su novia deshizo el agarre y empezó a caminar más rápido que ella.

Entendía su frustración, pero no se sentía lista para decirle lo que estaba por pasarle. Ningún humano en la tierra podría tomárselo con calma. Se trataba de su vida, no sólo de un simple suceso sin importancia.

Victoria fue quién abrió la puerta de la habitación y estuvo a punto de cerrársela en la cara, de no ser porque la castaña tenía muy buenos reflejos y la detuvo con la mano. Imaginó que en cuanto cerrara, su novia empezaría a gritarle, a lanzarle cosas, todo lo que había visto en las peleas de parejas humanas. Sin embargo, eso no sucedió. El silencio empezaba a incomodarle, casi tanto como le pasaba a Scarlet.

— Vi, antes de venir aquí te pedí que confiaras en mí, sin importar lo que pasara, ¿por qué no puedes hacerlo ahora?

— ¿No puedes decirme al menos un poco? — Su voz se quebró. Ya no estaba en público y podía hacer todo el desastre que quisiera. — Necesito saberlo, me da miedo estar sola, no podría perderte a ti también por una tontería, pero parece que no te importa en lo más mínimo.

— Me importa, Vi, — Se acercó a ella y la llevó hasta el sofá del balcón. — sólo quiero protegerte.

— ¿Entonces por qué insistes en guardarte todo?, por favor…

— Si te digo “algo”, ¿te quedarás más tranquila y me darás tiempo para contarte el resto en cuanto regresemos a América?

Victoria asintió, mientras la miraba fijamente. Se sentó a su lado y comenzó a jugar con sus dedos. No se había imaginado que tendría que decirle tan pronto, no había pensado en los múltiples escenarios que podría tener. Aclaró su garganta un par de veces antes de girarse y ver su novia a los ojos.




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