Ephemeral Temptation

Heridas

Los padres de Victoria llegaron algunas horas más tarde. Entraron con cautela, pues ellos recordaban haber dejado todas las luces apagadas, pero al ver a su hija dormida en el sillón junto a Kendra, se relajaron.

— Vaya, no las esperábamos hasta mañana. — Sonrió su madre. — Deja que la lleve a su habitación, gracias por no dejarla sola.

— No se preocupe. — La ayudó a levantarse y aunque estaba adormilada, le dio un suave beso en la frente.

— ¿Todo bien, Kendra?

— Sí, son solo algunos detalles con unas propiedades que adquirimos, salió de la nada, no podíamos dejarlo así.

— Acompáñame, tomemos un té en la cocina. — Le pidió Liber.

La castaña caminó detrás de él y se sentó en un banco a un lado de la barra. Imaginó que el hombre tenía algo de lo quería hablar, no era común que la invitara a quedarse más tiempo.

— Gracias por cuidar de Victoria, — Empezó. — sé que puede ser una chica difícil, siempre lo ha sido, pero eso es lo que es hermoso de ella, es rebelde pero también es responsable, sabe cuándo detenerse.

— Es una chica increíble. — El hombre sonrió, mientras ponía un poco de agua caliente en dos tazas. — ¿no lo cree?

— Es mi hija, por supuesto que sé que es una chica increíble, es sólo que… — Le entregó el té que le había ofrecido. — Es complicado, ahora con la actitud que ha tomado. Ella piensa que no lo hemos notado, pero somos sus padres, sabemos que algo importante le está sucediendo.

— ¿Ha intentado hablar con ella? — Dio un pequeño sorbo y para su suerte tenía un sabor muy bueno. Su paladar no estaba familiarizado con la inmensa variedad de té, pero definitivamente este era de su agrado.

— Sí, todo el tiempo, aunque desde que tú llegaste, — Tomó su té de un solo trago. — esa actitud sólo se acentuó.

— Supongo que es culpa mía ahora.

— No estoy seguro, además, Brent también se ha comportado de manera sospechosa. Los vecinos me dijeron que una mujer extraña estuvo aquí hace varios meses, se llevó el espejo que su madre le regaló, ¿tienes idea de cuánto amaba Victoria ese espejo?, no se lo entregaría a nadie, aunque estuviera roto.

— Creo que eso no tiene relación conmigo.

— La tendría si fueras…

Kendra esperó a que terminara de hablar. En algún momento tenía que enterarse y no quería apresurarlo, tal vez solo era un malentendido. Miró de reojo hacia la entrada de la cocina, no quería que la madre de Victoria escuchara una conversación como esa.

— Si fueras…

— ¿Qué?, trate de ser directo.

— No, disculpa, estoy algo paranoico, han pasado muchos años, no creo que hayan cambiado por mi hija. — La miró con insistencia, en verdad no quería que Victoria se viera involucrada con los demonios. Kendra lo sabía, sus ojos reflejaban dolor y desesperación, algo muy inusual en su raza. Eso confirmaba que él ya no era el mismo Liber que había crecido en el Averno.

— Victoria es muy fuerte para eso, ha madurado más de lo que piensa.

— Tienes razón, — Suspiró. — ella me contaría si algo extraño le pasara.

— Gracias por el té. — La chica se levantó de su asiento y se dirigió a la salida. De no ser porque Liber la sujetó del brazo, habría logrado su cometido. — ¿qué hace?

— Victoria confía en ti, — Apretó su mano contra su piel. — pero yo no estoy seguro de tu presencia aquí. Tienes esa aura… Oscura.

— Debería decírmelo de una vez, cree que soy una de ellos, ¿no es así?

— Quería pensar que estaba equivocado. — La soltó casi al instante. — Estás preparando todo para el día de la ascensión.

— Eso no pasará. — Liber se veía confundido. — Lucifer no parece tener suerte con los hijos de Lilith.

— Así que no estaba tan equivocado. — Colocó su mano en su frente, tratando de recordar el día en el que había descubierto cierto detalle en su hija. — Pensaba que Victoria sería una niña normal, que no tendría que lidiar con esto. Él me prometió que sería humano, tendría la vida que tanto deseaba… Nunca hablamos de ella.

— ¿Dios?

— Es un sujeto agradable, aunque todo el tiempo te hayan dicho que es un tirano. Las cosas cambian si lo ves desde un punto de vista diferente al de tu líder.

— Tú eres la prueba de que incluso para nosotros, hay algo de esperanza, ¿eso es lo que me tratas de decir?

— No en realidad, Victoria es una chica muy especial, aunque es humana, tiene ciertas cosas que una persona “normal” no tendría. Cuando te digo que no hablé de ella con Dios, me refería a que nunca presté atención a las consecuencias que nos traería tener una hija. Después de todo, sólo quería estar con mi esposa, quería protegerla, evitarle el sufrimiento que le traería la profecía.

— Y fue más sencillo tener una hija que tomara su lugar.

— Debo aceptar que fui muy ingenuo al pensar que todo terminaría. Lo que no consideraron es que Victoria es también una de ustedes.

Kendra tardó unos segundos en entender a lo que se refería. Tenía sus dudas, no estaba segura de que los poderes de un íncubo redimido podían pasar a la siguiente generación. Para empezar ni siquiera sabía de demonios teniendo hijos con humanos.

— Ella es…

— Supongo que también lo notaste, luce como una humana normal, cualquiera que la viera pensaría que es sólo una niña caprichosa, exigente, pero tú… Tú la conoces, estoy seguro de que al menos una vez te ha ordenado algo. No te lo ha pedido, te ha mirado y te lo ha ordenado como si sólo fueras una esclava.

— Sí, lo ha hecho.

— ¿Qué es lo que sientes cuando lo hace?

— Mi mente… Todo se vuelve muy confuso y pierdo el control de mi cuerpo por un corto tiempo. No me gusta esa sensación.

— Así que también puede hacerlo contigo. — Liber permaneció en silencio. No había tenido contacto con un demonio en muchos años, tampoco su hija, por lo que no sabía si los poderes que había heredado tenían ese nivel. — Nuestros poderes no están hechos para controlar a los nuestros…

— Significa que ella es más fuerte que nosotros. — Susurró Kendra. — ¿Qué clase de doncella será?




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