Ephemeral Temptation

Bloqueo


Frank miraba por la ventana mientras llovía, por alguna razón empezaba a sentir cierta preocupación por Kendra. Eso era nuevo. La preocupación real nunca había estado en su repertorio de “emociones”, pero verla de un lado a otro solo por hacer algo más con Victoria, lo confundía y ya no sabía si debía escoger un bando el día del ascenso. ¿Cómo podría?, era un simple sirviente. Ese pensamiento lo seguía persiguiendo aún después de tanto tiempo.

Cuando eran pequeños, Kendra lo protegía de los demás demonios. Curiosamente, Frank era mucho más bajito y debilucho. Incluso Scarlet lo molestaba, tanto que en una ocasión estuvo a punto de matarlo. Era ingenuo y confiaba en que no todos eran malos. Gran sorpresa fue la que se llevó ese día, cuando la pelinegra lo colgó de una torre, mientras otros dos íncubos intentaban arrancarle las alas. A pesar de eso no podía odiarla. No le agradaba y eso no era algo que ocultara, su molestia ante su presencia siempre fue evidente, sin embargo, conocía su lugar y aunque Scarlet lo seguía viendo como inferior, debía reconocer que no había sido culpa suya. Lilith fue quién la castigaba por ser poco talentosa, le metía ideas sobre el resto de los demonios que no fueran de su nivel, en alguien que no era lo suficientemente maduro, unas simples palabras podían crear un monstruo.

Pudo dejar de existir ese día, de no ser porque Kendra lo estaba buscando para un entrenamiento. Fue ahí que lo encontró amarrado del torso y del cuello, siendo jaloneado por los otros tres. Ese incidente no podía quedarse en el olvido. Lilith al verlo en ese estado, le preguntó directamente si había sido Kendra quién le había propinado semejante golpiza. Él negó con la cabeza, se encogió de hombros y aseguró que era muy torpe y que había caído por el risco. No podía acusar a la segunda hija, de ninguna manera. Aún con sus súplicas, Lilith tomó la decisión de encerrar a la pequeña malcriada, así la llamaba ella, condenándola a la oscuridad por varios días.

No fue hasta que Kendra empezó con los viajes al mundo humano que el acoso se detuvo. Frank ya no pasaba tanto tiempo en el Averno y Scarlet fue sometida a arduos entrenamientos. Le sorprendió verla tiempo después, siendo mucho más madura, sin dejar de hacerlo menos, pero finalmente había dejado de ser la odiosa y maltratadora cría que tanto lo atormentaba.

— ¿Pasa algo, Frank? — Le preguntó la castaña, quien ya llevaba rato observándolo desde el sofá. — Pareces preocupado.

— Sólo recordaba algunas cosas. — Dijo con una débil sonrisa. — Sé que no debo agobiarte con nimiedades.

— Oh, vamos, si hay algo que te está molestando, puedes decirme, — Levantó su taza de té en dirección a Frank. — antes de ser mi subordinado, eres mi amigo.

— ¿No crees que te estás haciendo muy humana con eso de tomar té?

— ¿Estás celoso de que paso más tiempo con el padre de Victoria que contigo?, no seas aguafiestas, ¿sabes?, salgamos a tentar algunos humanos, seguro que será muy divertido y podrás distraerte.

— ¿Qué dices? — Rió él. — Es complicado para mí recordar ciertos momentos de mi existencia, aun así, voy a tomarte la palabra, vayamos.

— ¿Ir a dónde? — Scarlet entró a la sala. — ¿Puedo ir también?

Su hermana empezó a reírse, siempre llegaba en el momento más o menos oportuno. A Frank siempre le cambiaba el semblante al verla, pasaba de una expresión relajada a una sumamente asqueada.

— A buscar algo de diversión.

— Diversión es mi segundo nombre. — Caminó hacia el compañero de su hermana y lo rodeó con sus brazos. — Este adorable sujeto irá también, ¿no?

— Por supuesto, es él quien ha estado con el ánimo por los suelos.

— Kendra, por favor, dile que no se me acerque. — Suplicó el chico. — Tengo náuseas.

— ¿No puedes soportar el cariño?

***
 

Le tomó un par de semanas más a Liber el explicarle todo a Victoria. Bueno, casi todo. Hablaron de su origen, la verdadera razón por la que había sido seleccionada. Su padre le pidió perdón por haber sido tan descuidado con su protección, estaba consciente de que la profecía sería cumplida pero no pensó que tomarían a su propia hija como doncella. Tener más conocimiento sobre el tema le daba cierta paz. Al menos ahora sabría las razones detrás de todo. Pensó en contarle a Brent, pero no quería involucrarlo más. “Saber más de la cuenta podría costarle la vida”, le había dicho Liber.

Las clases en la facultad estaban por empezar. Tendría que volver a la escuela fingiendo que todo estaba igual que antes. Solo que ahora tenía un noviazgo que aparentar y de paso, proteger a su mejor amigo de esos seres demoniacos. Usó los pocos días de tranquilidad que le quedaban, antes de entrar al ajetreo universitario, para visitar a Anne. Tenía mucho de no verla y aunque Brent había seguido en contacto, estaba segura de que hablar con ella personalmente le haría mucho bien. 
Llamó a la puerta un par de veces antes de que la mujer atendiera. Esta se sorprendió al verla, la revisó de arriba abajo y le pidió que entrara apresurada a la casa. Se veía bastante cansada. La casa estaba llena de hojas, algunas en trizas, otras estrujadas, era un desastre.

— ¿Está todo bien, Anne? — Preguntó mientras se hacía un espacio en el sofá.

— He estado investigando, hay algo que debo decirte, pensaba llamar a tu amigo, pero es mejor decírtelo a ti, cuanto antes. — Respondió, sujetándola de los brazos. — Estás en un grave peligro, Victoria, necesitas protección urgentemente.




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