Ephemeral Temptation

Preludio


Los meses pasaban y las noticias estaban plagadas de lo mismo. Gente desorientada, apareciendo en diversos puntos de la ciudad. La policía intentaba investigar, pero ni siquiera las cámaras los habían ayudado. Sólo bastaba un segundo para que los atacados aparecieran, sin ropa y con marcas de agresión en todo el cuerpo. Sospecharon que se trataba de algún agresor sexual, sin embargo, casi de inmediato lo descartaron al no poder encontrar algo que inculpara a una persona. Ni cabellos o fluidos corporales, todo pertenecía a las víctimas.

Las autoridades universitarias pensaron en suspender las actividades, por miedo a que alguno de los estudiantes fuera atacado, pero por alguna razón extraña, ninguno de ellos se había visto involucrado. Algunos vecinos llegaron a señalarlos, acusándolos de formar parte de esos ataques misteriosos. El miedo creaba historias inexistentes y aquellos que no apoyaban la idea, se volvían sospechosos.

— ¿Todo está bien en la universidad, Vi? — Preguntó Liber. — Parece que hay bastantes problemas en los alrededores.

— Lo de siempre, si no dices que hay algo extraño, te dicen que eres un loco que seguramente participa en las desapariciones. — Respondió su hija, mientras empujaba los vegetales fuera de su plato. — Kendra dice que son ellos, me preocupa que lo sean. El tiempo se está terminando.

— No deberías preocuparte... — Tomó una pequeña espátula y con un solo movimiento puso las verduras de vuelta en el plato. — Después de algunos intentos, por fin logramos encontrar a alguien que nos lleve con él. Kendra sabe los riesgos, pero está dispuesta a enfrentarlos.

— ¿Hay algo que...?

— No, Victoria, trata de no involucrarte en esos asuntos. Tu seguridad es primero. — La reprendió. — Entre menos preguntas hagas, será mejor para ti.

— ¿Qué dices?, necesito saber todo para que no me tomen por sorpresa. Mamá está tan preocupada como tú, lo sé. Ella me dijo que no fuiste tan agradable con ella.

— Eso es cosa del pasado. Los métodos son diferentes siempre. Algunos estamos hechos para destruir las mentes humanas. Otros, como tu novia, utilizan las emociones y hacen que la gente crea que los ama, cuando en realidad no es así. — Se aclaró la garganta antes de seguir hablando. — No digo que lo tuyo con Kendra no sea real, pero estoy seguro de que al inicio no lo era. La manipulación que ella ejercía sobre ti era tanta que ni siquiera alguien como tú podía notarlo. Con el tiempo, esa barrera pudo romperse.

Victoria mantenía la mirada en los vegetales inertes, pensativa. ¿Romper una barrera?, ¿era eso lo que había pasado con su padre años atrás? Ahora con Kendra no era tan diferente. En realidad, no había nada que las uniera antes de aquella fiesta. Habían coincidido algunas veces, pero no tenían una conexión tan especial como la que tenían en el presente. La pregunta real era, ¿cómo fue que eso había pasado?, ¿cómo cambiar la mentalidad de un demonio era algo posible para un humano?

— No vas a decirme nada, ¿cierto?

— ¿A qué te refieres?

— ¿Cómo es que es posible que esto esté pasando?, ¿qué probabilidad había de que se volviera a repetir? — Levantó la cara, mientras veía fijamente a su padre.

— No estoy seguro. Somos criados como simples seres destinados a la destrucción. No tenemos sentimientos y nos hacen creer que no podemos desarrollarlos. Puedes preguntarle a ella, te dirá lo mismo que yo. Nos entrenan para que, al momento de que se nos autorice viajar a la Tierra, podamos obtener energía de pecadores y súbitos de la iglesia. Esos últimos son los mejores... — Se detuvo en seco y se rascó la nuca. — Perdona, divago demasiado.

— Sí, ya lo noté.

— El punto es, los demonios, de cualquier tipo, no somos creados para venir y enamorarnos de un humano, ese no es el plan. Son cosas que pasan, que, aunque no lo creas, pueden ser simple suerte. La religión nos pinta como los malos, siempre lo hará. Eso no significa que todos lo sean, no voy a negarte que existe quién sólo piensa en hacer el mal, destruir la creación, puede incluso disfrutar el sufrimiento, aun así, siempre habrá quien se limite a seguir órdenes, aunque no le parezcan o tenga ideas diferentes. Llevado a algo más humano, somos soldados, nos dan una instrucción y eso es lo que se hace.

— No creo que todos los soldados humanos sean tan vacíos...

— Por supuesto que no, pero habrá quien siga órdenes sin cuestionar nada, otros que no lo hagan pueden ser acusados de traición o incluso pagar con su vida. Los humanos tampoco son tan buenos como crees, venderían a quién sea con tal de evitarse algún sufrimiento.

No tenía como refutar algo así. Victoria sabía perfectamente que la gente era capaz de todo con tal de "mejorar" su vida. Se levantó de la silla y se despidió de su padre, no sin antes decirle que pensaría sobre lo que le había contado. Al salir, dirigió la mirada hacia su motocicleta. Junto a ella estaba la castaña, quién la recibió con una enorme sonrisa. Ambas se colocaron los cascos y Victoria condujo hasta la universidad. Era de las pocas veces en las que Kendra aceptaba que su novia la llevara a la facultad. Luego de todos los disturbios, se había vuelto un poco más permisiva con respecto a los vehículos. No quería que la rubia estuviera sola en la calle. Por las noches, Scarlet se encargaba de vigilar la casa de Victoria. Podía notar cualquier olor extraño, incluso antes de que este llegara a lugar.

— Mi padre te llevará a verlo, ¿cierto? — Empezó. — No quiero que vayas sola.

— ¿Estás preocupada? — Sonrió Kendra.

— No voy a negártelo, no sé con qué clase de personas van a reunirse, él me dijo que son... ¿cómo debería llamarlos?

— Son sus arcángeles, no te preocupes por ponerles apodos. — Rió la castaña. — No son de mi agrado, la idea era hablar con él directamente, pero ya sabes, siempre hay que tratar primero con los de confianza y ellos sabrán si te dejan hablar con el líder.




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