Ephemeral Temptation

Restauración

Victoria abrió los ojos de golpe. Se había quedado dormida. Sentía el cuerpo cansado, sus ojos ardían… Luego de llorar hasta perder la consciencia, no podía esperar sentirse como si nada hubiera pasado. Miró la cama en la que se había acurrucado. Sencilla, con una base de madera y una cabecera del mismo material, muy parecida a la que Kendra tenía en su habitación del mundo humano. Dio un profundo suspiro, los recuerdos de la Tierra no le estaban haciendo ningún bien.

—Papá… —Dijo en voz baja. Pasó la punta de sus dedos sobre el contorno de la caja que le entregó Scarlet. La había visto un par de veces en el estudio, pero nunca preguntó si guardaba algo. —Sólo quiero que estén bien.

Continuó lamentándose por un largo rato. No podía entender la razón por la que tenía que pasar por todo eso. Ni siquiera entendía por qué su madre había sido elegida. Eran personas comunes, ¿no?

—¿Vi? —La voz de su novia la sacó bruscamente de sus pensamientos. —¿Puedes abrir la puerta?, necesito hablar contigo.

—¿Qué es lo que quieres? —Refunfuñó. —Déjame sola.

—Sólo un minuto… —La castaña recargó su frente contra la puerta. —Por favor. —Victoria lo dudó al principio. Realmente no quería encararla. Trataba de que sus sentimientos por sus padres no le hicieran tomar decisiones incorrectas, pero saber que estaban en peligro, la molestaba de una manera que ni ella misma podía controlar. Sin embargo, sabía que los dos estaban de acuerdo con dejarla ir, querían protegerla.

—¿Qué es? —Asomó la cabeza sin abrir la puerta en su totalidad.

—Vi, necesito que escuches lo que tengo que decir, no puedo hablar contigo así. —Le suplicó.

—¿Por qué no?, te escucho perfectamente. —La risa de Scarlet resonó al final del pasillo. Estaba disfrutando la escena. —Dile a tu hermana que guarde silencio.

—Está bien, princesa, iré al otro cuarto, tómense su tiempo. —Respondió la pelinegra aun riéndose. —Apresúrate, Kendra, tenemos cosas de las que hablar tú y yo.

—¿Me dejarás entrar?

—Bien… —Regresó a la cama y se sentó al borde, esperando a que Kendra se mantuviera alejada de ella. —Te escucho.

—Liber quería que estuvieras segura. Esa caja es una… “reliquia” que fue robada hace algunos años. Pertenece a nuestro reino. —Empezó. —Fue un regalo de Lilith.

—¿Quieres decir que yo tengo…?

—Ella no puede usarlo, no te preocupes. —Ciertamente eso le daba un poco de calma. Pensar que Lilith podría saber si trataba de contactarse con su padre, la asustaba muchísimo. —Lo que me preocupa es que es la única forma que tenemos para comunicarnos con el mundo exterior.

—¿Qué hay de Frank?

—Seguramente está con Lilith, le pedí que permaneciera a su lado, me sirve más estando con ella que siendo un prófugo al igual que nosotras. —Dio algunos pasos con la intención de acercarse a la rubia. Ésta solo retrocedió. —Lamento que esas imágenes hayan sido las últimas que viste luego de cruzar. Debe ser muy duro para ti, pero te aseguro que ellos estarán bien.

—No puedes saberlo, Kendra, no trates de hacerme creer cosas que no son. —Apretó los puños. Podía escuchar el latido de su corazón en sus oídos. Se estaba poniendo muy nerviosa. —Ha sido el error más grande de todos. No voy a dejarlo pasar.

—Lo sé, sé que seguramente me odias por no traerlos.

—No te odio… Sería darte mucha importancia. —Su compañera permaneció en silencio. Esas palabras fueron un golpe terrible. No tenía corazón y aun así había sentido como si algo dentro de ella se hubiera roto en mil pedazos.

—Lo entiendo, —Se aclaró la garganta. —sólo quería decirte que este lugar está completamente aislado.

—¿Así nadie podrá escuchar mis gritos? —Preguntó con ironía.

—Scarlet se encargó de traer alimentos del mundo humano, puedes comer cuando quieras. —Kendra se dio la vuelta y cerró la puerta de un solo golpe, dejando a Victoria en silencio otra vez.

La menor de las hermanas la esperaba en la pequeña sala de estar, sentada en el sofá, con los pies sobre la mesa. Imaginó que las cosas no habían ido nada bien con tan solo ver su expresión. Su tan admirada hermana mayor se estaba ablandando y eso no le gustaba ni un poco.

—¿Vas a dejarla que haga lo que quiera?

—No voy a controlarla si eso es a lo que te refieres. —Masculló. —Ella es libre, tú lo sabes.

—En teoría, es libre, porque una vez que se deshagan de nosotras, pasará a manos de Lilith y a ella no le hará ni una pizca de gracia que se comporte así. —Sintió la mirada de Kendra llena de furia. Encogió los hombros. —Esa chica tiene que aprender a medir sus palabras.

—Ella es así… —Cerró los ojos y se recargó contra la pared, dejándose caer lentamente hasta el suelo. —Ahora bien, ¿qué es lo que querías saber de los objetos que tomó Frank?

—Parecías molesta cuando viste lo que había en el saco, —La miró de reojo antes de continuar. —así que pensé que se trataba de algo de mucha importancia.

—Son libros y pergaminos antiguos, cosas que tenía en mi habitación para mis estudios. Además de mi relicario, ¿recuerdas que nuestra madre me dio uno hace algún tiempo?




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