Ephemeral Temptation

Acuerdos fallidos

Los pasos de Liber resonaban en la sala. Sofía lo observaba en silencio. Podía sentir lo mal que la estaba pasando, la desesperación que carcomía a ambos al no tener una respuesta de Michael. Sólo habían pasado un par de días desde que su hija había cruzado el portal, pero sentían que era una eternidad. El sentimiento de abandono por parte de sus amigos obligaba a Liber a maldecir para sus adentros.

—Tal vez tiene mucho trabajo… —Comentó su esposa, en un intento fallido de relajar el ambiente.

—No, sabes que no es así. —Respondió moviendo sus manos rápidamente. —Cree que estamos jugando… Nuestra hija no puede esperar mucho tiempo.

—Quiero hablar con ella.

—¿Con Victoria? —La miró incrédulo. No podían desperdiciar la única oportunidad de comunicación. —Es imposible, no será hasta que él nos tenga una solución.

—La extraño… —Su voz fue quebrándose, hasta dejar un leve gimoteo. Trataba de ser fuerte por Victoria y por Liber, no quería ser una carga para ninguno de ellos, mucho menos ahora que debía resistir… Pero soportar la idea de su hija muriendo a causa suya, era impensable.

—Si tan sólo no fuera humano… Podría hacer algo, lo que sea para protegerla. —Se acercó a Sofía y la atrajo a él, apretándola contra su pecho.

—¿Te arrepientes de haber cambiado? —Él negó con la cabeza. —No quiero que pienses que ha sido tu culpa…

—Pero lo es, sólo quería protegerte y no pensé que la profecía tomaría a nuestra hija… Mi deseo egoísta de querer ser algo que no era fue lo que marcó nuestro destino.

—Yo te amo, quiero que seas consciente de eso. —Lo abrazó por el cuello. —Sé que en algún momento sólo pensamos en nuestra felicidad, que quizá fuimos muy inocentes al imaginar que se terminaría conmigo, pero no me arrepiento de nada de lo que ha pasado, no me arrepiento de haberte elegido a ti, de haber tenido a nuestra hija y de seguir aquí, contigo, enfrentando esto otra vez.

Ambos se quedaron callados, tratando de calmarse. No tenía sentido culpar a nadie, pelear entre ellos no iba a solucionar nada, su hija se encontraba en peligro y si Michael no hacía acto de presencia, muy probablemente morirían.

—Intentaré verlo, —Dijo Liber. —quiero que te quedes aquí, si hay algo que los mantendrá ocupados eres tú.

—Soy la carnada. —Sonrió ella. —Aunque tratara, seguro notarán tu ausencia.

—No importa que la noten, es suficiente con que me des algo de tiempo para llegar a él. Lo demás viene sobrando.

—Soy toda oídos.

***
 

Scarlet parecía concentrada, realizando maniobras algo extrañas. Mientras Kendra leía un poco. Luego de que Victoria insistiera en aprender a usar su poder, no habían tenido descanso. Pasaban horas una frente a la otra, intentando lograr avances, los cuales hasta ese momento no se habían logrado ni siquiera un poco. A la mayor de las hermanas no le molestaba, realmente adoraba pasar tiempo con Victoria, pero le preocupaba que Liber no las hubiera contactado todavía. No quería echar a perder todo por su incapacidad para mantener la calma.

—Estoy lista. —Anunció la rubia. Caminó hasta el centro de la habitación y meció su cuerpo un par de veces. —¿Puedes dejar tu lectura un rato?

—Claro, —Dejó el libro sobre la mesa y se acomodó la ropa. —inténtalo una vez más.

La pelinegra dejó de hacer lo que estaba haciendo también. Estaba muy interesada en el entrenamiento de la novia de su hermana. Victoria suspiró profundamente y la miró fijamente. Con una sola orden en su mente, “protégeme”. Lo repetía una y otra vez, con la esperanza de que funcionara.

—No puedes pedir algo que ya tienes. —Le dijo Scarlet antes de salir de la sala.

—¿Qué estás…?

—No te distraigas. —La reprendió Kendra. —Si quieres lograr algo, necesitas que todos tus pensamientos se canalicen en ello o no vas a controlar ni a una mosca.

—Deja de regañarme. Estoy haciendo todo lo que puedo.

—No, no lo haces. —El tono dulcificado que siempre usaba con ella fue reemplazado por uno que exigía, que ordenaba. —Si vas a hacer esto, esfuérzate de verdad.

—¡Lo estoy haciendo! —Respondió enfurecida. Su mente que antes estaba suplicando por protección, ordenaba que se sometiera. Quería ver a Kendra disculpándose, por absolutamente todo. —¿Es que acaso no lo ves?

—No has progresado, yo también necesito energía y no puedo obtenerla aquí. Si vas a hacerme perder el tiempo, que sea de otra forma.

—¡Eres una…! —Ahí estaba otra vez. Quería que pidiera perdón. —¡No sé porque me desgasto hablando contigo!

—No hablemos entonces.

—¡No lo haremos! —Sujetó el relicario y estuvo a punto de arrancarlo de su cuello. Fue entonces que notó que Kendra la miraba con cierta preocupación en los ojos. Había prometido no quitárselo. —Ha sido suficiente…

—Nunca va a ser suficiente.

—¡Basta! —Se arrodilló ante Kendra, quería ser fuerte, quería resistir, pero era demasiado para ella. No podía imaginarse siendo la doncella de Lucifer, se sentía sola. —Vete…

La castaña la miró, quiso abrazarla, quería que no se sintiera de esa manera. La había puesto en esa situación sólo para probar que sus emociones eran las que regían su capacidad para usar su poder. Dudó antes de hacerlo, pero terminó levantándola y llevándola a la pequeña habitación en la que siempre se encerraba. Creyó que Victoria pondría resistencia, sin embargo, dejó que se quedara con ella.

—Lamento eso. —No recibió respuesta. —Supuse que tus emociones mejorarían tu desempeño… Sobrepasé los límites, ¿no es verdad?

—N-no… —Se acurrucó aún más. —No voy a negar que me duele escucharte hablar de esa manera… Pero entiendo que debes llevarme a esos extremos.

—Lo lamento. —Victoria buscó su cuello, acomodó su rostro y se quedó así por un momento. El olor de Kendra la relajaba. —Debemos dejar esto, no puedo verte sufriendo por no poder lograrlo. Tal vez necesitas más tiempo para usarlo a tu voluntad. No te precipites.




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