Ephemeral Temptation

Cristal

Michael se mantenía unos pasos por delante de Kendra. La miraba de reojo de vez en cuando para asegurarse de que siguiera con él. Llegaron a un área cerrada, con muchos árboles alrededor. Había una pequeña habitación, con una ventana única en lo más alto de la pared. La súcubo dudó un poco al ver la edificación. Michael sólo le sonrió, abriendo la puerta y cediéndole el paso.

-No podrás hablar con ellos si no entras.

Kendra dio un profundo suspiro y entró rápidamente. Se sentía muy tensa, independientemente de que tenía que hablar con los padres de Victoria, estar en un lugar lleno de seres celestiales, no le daba ni un poco de tranquilidad. Ahí estaban ellos, Liber y Sofía, sentados en un par de sillas de madera, junto a una mesa rústica del mismo material. Liber fue el primero que se acercó. La miró de arriba abajo, su ropa de prisionera era muy llamativa.

-Estás... ¿Por qué estás vestida así?

-Hay algo de lo que debo hablarles... -Sofía caminó un poco para situarse al lado de su esposo. -Es Victoria.

-Por tu ropa... -Liber tomó la mano de Sofía. -Supongo que sucedió.

-Lo hizo.

Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas. Sofía giró su rostro, para evitar que su esposo la viera. Kendra no sabía que más decir... Podía sentir el dolor y la desesperación de los padres de su novia.

-Todo ha sido culpa mía... Si no fuera tan débil, habría escapado a tiempo con ella...

-No, -Liber la interrumpió. -ella sabía que esto era una posibilidad. Nosotros lo sabíamos... Creímos que de alguna manera podríamos cambiarlo.

-Mi pequeña... -Lloriqueaba Sofía.

-Hiciste que apreciara la vida, tanto como para aferrarse a ella hasta el último momento.

-Liber...

-Conozco el ritual, -Apretó los puños. -sé perfectamente lo que sucedió. Pero estoy agradecido, Kendra. -Ella lo miró confundida. -Estuviste con ella hasta el final. Gracias.

La castaña inclinó la cabeza. El hombre abrazó a su esposa y la llevó hasta una de las sillas. Los sollozos de Sofía resonaban en el cuarto, y no sólo en el lugar, sino también en la mente de Kendra. Las imágenes de Victoria se mantenían atormentándola.

-Ella está muerta... -Una voz conocida la hizo callar todos los recuerdos. -¿Eso es cierto?

-¿Brent?

Kendra tenía toda su atención en los padres de Victoria que no había notado al mejor amigo de la rubia. Estaba en la misma habitación, en el otro extremo, con la mirada perdida y el cabello alborotado.

-Sólo quería protegerla. -Continuó él. -Incluso busqué a Anne... Y eras tú. -La miró fijamente. -Era sólo una chica, ¿por qué le hiciste eso?

Se abalanzó contra ella. La súcubo ni siquiera puso resistencia. Si eso hacía que Brent se sintiera mejor, lo aceptaría.

-No ha sido ella. -Liber lo sujetó de la muñeca. -Ha hecho lo que pudo, tú también lo hiciste, por eso estás aquí.

-¿Vas a protegerla?, tu hija ha muerto por su culpa. -Escupió. -Mira a Sofía, está destrozada, ¿cómo pretendes que pueda salir bien librada de lo que hizo?

-Yo la amaba, Brent. -Respondió Kendra en voz baja.

-Tú no puedes amar a nadie, -El padre de Victoria lo levantó y lo obligó a alejarse. -un demonio no puede sentir algo tan puro como el amor.

-¡Basta ya! -Un golpe sordo hizo que el chico guardara silencio. Sofía le había propinado una bofetada. -Ten algo de respeto por la memoria de Victoria.

-Querida... -Liber estaba sorprendido. Nunca había visto a su esposa tan enfadada. Mucho menos con Brent, a quién quería mucho, casi como un hijo. -Ven, necesitas un respiro.

Con cuidado, la llevó hasta la entrada de la habitación, dónde Michael esperaba por Kendra. Él alzó una ceja al verlos, no esperaba que salieran ellos en lugar de la castaña. A pesar de eso, no hizo ningún comentario. Imaginó que algo grave había sucedido dentro. Dio un vistazo rápido y vio a Brent con la mano en la mejilla, inmóvil, en completo silencio, mientras Kendra se acomodaba el cabello.

-¿Están todos bien?

-Se los he dicho, -También se dirigió a la salida. -y él, bueno, era su mejor amigo, supongo que ustedes también comprenden esos sentimientos de camaradería.

-Algo... Parecido. -Puso su mano en su barbilla, pensativo. -Es hora de que veas a alguien más.

-Vamos.

Antes de que emprendieran su caminata de regreso a los jardines principales, Liber los alcanzó, sólo para hablar con ellos un poco más.

-Gracias por lo que están haciendo, lamento que la Tierra esté pasando por todo esto... Supongo que es lo que tenía que pasar.

-Tómalo como una lección, últimamente la gente se ha dedicado a hundirse en los placeres de la carne... En el dinero y el poder. Aunque él no está contento con ello, ha decidido dejar que los demonios crean que tienen oportunidad.

-¿A qué te refieres?

-Ha pedido que nuestro ejército se prepare para la batalla. -Michael extendió su mano hacia él. -No debes preocuparte, te sacamos de ahí porque sabíamos que, si te dejábamos a merced suya, acabarían contigo y tu esposa. El chico fue un extra. De todas formas, es importante que mantengas la calma.

-Pero Sofía... -Sonaba muy preocupado.

-Estará bien, su reacción es normal, después de todo, es su hija. Dale un poco de tiempo. Todo pasará, aunque puede que no recobremos la "normalidad", ten por seguro que la Tierra volverá a florecer.

El hombre asintió, tomó la mano de Michael y lo miró esperanzado. Confiaba en él más que en cualquier otro ángel. No le mentiría sólo por hacerlo sentir bien. Volvieron a despedirse y continuaron su camino. Kendra quería pedir algo más, pero no se sentía lo suficientemente confiada para hacerlo. Pensó que tal vez sería demasiado. No estaba en su territorio. Michael notó su nerviosismo, se detuvo un momento para hablar con ella ahora.

-¿Hay algo que deba escuchar?

-N-no, yo sólo... -Se aclaró la garganta. -Necesito pedirte una última cosa, Michael, sé que no soy nadie aquí, no debería estar suplicando por tu ayuda.




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