Epifanía (master Of the Bussiness #1)

Capitulo Cuatro✎

Capitulo cuatro

 

Alisa

 

En el mundo hay diferentes tipos de personas.

O mejor dicho diferentes tipos de adultos.

Entre ellos están los que piensan sus decisiones de una forma precisa colocando sus pros y contras en una tabla de decisiones en la cual se basa si esa elección les traerá algo bueno para su persona; preguntan a todos los que le rodean queriéndose regodear de buena sabiduría para poder tomar sus decisiones basándose en diferentes puntos de vista y ayudas necesarias.

Y en segundo lugar están los adultos que toman las decisiones a la ligera, basándose en su corazón y no pensando con la cabeza, es cuando quieren que la vida los sorprenda basándose en su buen instinto y son de esos que terminan en una llamada con sus papas para decirles que tienen un nuevo trabajo que aman ya a pesar de no haberlo iniciado aun; son aquellas que casualmente siempre terminan dándose de picos contra el suelo y se dan por enterados que no tomaron una buena decisión.

Espera….. ¿Adonde tan yo?

Obviamente yo iba en el segundo grupo.

Si mi abuelita estuviera viva en estos momentos estaría muy decepcionada de mí ya que de todos los consejos que me daba había uno entre ellos que decía nunca te subas en el auto de un desconocido. Y era un mas chistoso que ya que yo siempre le respondía que eso solo sucedería si yo estaba drogada. Y daba la casualidad que estaba mas limpia que las monjas de mi país.

Porque aquí estaba yo, camino a las residencias de Hampstead en el auto de un chofer que no sabía si me llevaría a la casa del señor Pavel o a mi muerte futura.

Aunque no descartaba la posibilidad que la casa del Señor Pavel también seria mi muerte futura.

Por favor señor lléveme a la segunda opción.

Iba viendo como entrabamos en las residencias y visualizaba los pedazos de casas que había en el lugar, no cabía duda que eran grandes y que solo gente de dinero habitaba en ellas. Bueno, mi sueldo por ser ahora niñera era un ejemplo de cuánto dinero podía haber aquí.

Niñera

Volví a saborear esa palabra, se sentía rara pronunciarla, me dieron los mismos escalofríos que cuando avisé a la señorita Krisa sobre que aceptaba el trabajo.

Aun no entiendo que hago aquí.

Luego que volví al apartamento con Peter, tuvimos una gran charla sobre lo que paso en mi reunión. Con un tarro de helado y galletas escuchó con atención mi relato y dio su opinión sobre ello:

—Aquí es cuando vienes me dices que lo deje y que ni siquiera lo piense.

—¿Cuántos años tienes? ¿15? ¿Qué esperas que siempre sea yo el que te diga que debes hacer?

—¿Me estas regañando? — pregunte muy indignada, ya que sin duda Peter era ese apoyo que yo tendría siempre.

—No, no lo hago, solo soy sincero — comentaba mientras se comía todo el turrón de helado de queso y fresas — sabes, siento que no hay mucho que pensar, la respuesta esta mas que clara. Tú lo dijiste

—¿Entonces no lo tomo?

—¿Puedes repetirme lo que me dijiste hace unos minutos atrás?

Pensé porque de muchas cosas que habíamos comentado no sabía a cuál se refería exactamente. Con Peter era algo normal entre nosotros pasar de un tema a otro sin darnos cuenta.

—¿Qué no he lavado la ropa interior? ¿O que no guarde el pollo ayer?

—No, hablábamos sobre lo…….. ¿¡Como que no guardaste el pollo ayer?!— se levanto de un salto hacia el refrigerador y solo me reí al ver como se relajaba por que le había mentido. ¿Tan irresponsable me creía? Sabia cuan caro estabas las cosas, no quisiera que se echaran a perder.

—Bueno como seguíamos…. Dijiste que en ningún trabajo estabas ganando los pavos que ganarías ahora.

—Dinero, se dice Dinero

—como sea — blanqueo los ojos — Dinero…. Dijiste que además tendrías muchas cosas que no tenias antes, una de ellas el seguro.

—En conclusión….

—Deberías aceptar.

—Dame una razón.

—sí me pagaran eso solo por ir a comer helado con un niño, yo sería muy feliz.

Mi trabajo no solo consistiría en ir por un helado con mi Bestie, tenia que cuidarla, estar ahí para sus momentos difíciles, ser otro escalón en el cual apoyarse si un día necesitara más.

Tenía que ser su nana.

¿Seré demasiado joven para ser una nana? No quiero que parecer alguien que minimiza este trabajo solo para personas mayores.

—Espero que le vaya muy bien el día de hoy señorita Clover, no se preocupe que todo saldrá bien. — exclamo con entusiasmo el conductor.

—No me llames así, lo siento muy formal— le dije para tranquilizarme yo —Llámame Ali. Ese nombre está mucho mejor.




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