Epifanía (master Of the Bussiness #1)

Capitulo siete ✎

Capitulo siete

 

Alisa

 

Si hace una semana atrás alguien me dijera que yo terminaría trabajando como niñera de una criatura de cuatro años, perdón de casi cinco años no les creería en absoluto. Les diría que están mintiendo y que nunca haría eso.

Ninci hiri isi

Ya habían pasado dos semanas desde que había comenzado en mi nuevo trabajo y la verdad es que las cosas iban mucho mejor de lo que yo esperaba. Mis rutinas se habían resumido en siempre levantarme temprano, preparar la mochila un día anterior previo al día siguiente para que no se me quedara en el apartamento esa mochila era siempre mi aliada para tener entretenida a Mia, Peter tenía trabajo y como entraba casi a la misma hora que yo, lo hacia me dejaba hecho el desayuno para no tener que atrasarme.

Amo a mi Peter.

Como Peter hacia comida para sobrevivir todo un día, siempre antes de irme armaba una pequeña tanda de comida para llevarle a Bob, no me imaginaba que tipos de tratos tan malos tendría el pobre, los primeros días me decía que ya había comido y que no era necesario, pero siempre que me devolvía el envase de comida decía que la comida que le entregaba estaba muy rica.

(Si supiera que no soy yo la cocinera) pero eso no era ningún impedimento para poder aceptar los cumplidos.

Cuando llegaba a la casa de Jakov, él no estaba y tampoco me lo encontraba cuando era mi turno de irme. Ya que la orden era que Bob tenía que esperarme a las cuatro en esa casa. Era mucho mejor para mí ya que no tendría que tener a una persona tan egocéntrica en mis radares. Era muy bueno para la vista, era algo que no podía negar. Pero es que en todo el las palabras egocéntrico y poder hacían uso de razón para poder describirlo. Al principio pensaba que solo se mostraba molesto debido a que era alguien nueva merodeando en la vida de su hija pequeña, pensaba que con los días eso se alejaría, pero esta vez acepto que me equivoque.

Independientemente del jefe que tenía, no podía quejarme de la ratilla que debía cuidar.

Como él le dice.

Bien dicen que no debemos juzgar un libro por su portada, ya que desde un principio supuse que seria un reto cuidar a alguien que, aunque su existencia en la tierra haya sido poco, en toda su vida había sido el capricho preferido de su padre. No puedo decir lo mismo de su madre ya que nunca he escuchado mencionarla y no es necesario ser una adivina para saber que las cosas salieron muy mal para ver que Jakov tuviera que quedarse permanente con ella.

Muchas veces en la semana me pasaba por la casa para conocerla y buscar fotos en los estantes que había, pero las únicas mujeres que siempre habían eran la señora Seren y Krisa. Pensaba que durante en la semana la orden de llevarla con su mama alguien tiempo o semana saldría de la boca de Krisa o la señora Seren. Ya que ellas eran las personas que solían darme las ordenes respecto a cambios de planes u horarios, pero eso nunca ha pasado.

Mia sin duda era una niña que irradiaba paz y alegría con tan solo verla. Cuando estábamos en el patio pintando o haciendo cualquier cosa se me hacia muy relajante observarla y notar que era alguien que sin duda tenia muchos principios. Si su padre la cuidaba, yo también la haría.

Era una personita muy curiosa con todo lo que viera, aunque a veces solía ser un poco cansino escucharla preguntar tanto, también entendía cuando la respuesta era no y cuando no era el momento o el lugar de hacer las cosas.

Hoy habíamos estado toda la mañana en casa ordenando un poco. Aunque la casa de Jakov era grande y tenia gente de servicio que a veces ayudaban, yo le enseñaba que cosas sencillas como recoger sus juguetes o colocar los zapatos en su lugar eran tareas que podía hacer muy fácilmente. Me reí mucho cuando hora en la mañana que había llegado estaba muy alegre ya que ella sola había arreglado su cama después de levantarse.

Bueno según ella colocar las almohadas en orden junto con sus peluches y dejar la camera extendida y muy arrugada era manera de arreglarla.

Cuando estábamos viendo televisión ella decidió que era un día perfecto para poder hacer un pastel ya que según ella no todos los días eran días perfectos para hacer muchas cosas. Y gracias al trabajo mi economía no estaba nada mal, así que no tenía ningún problema en ir a por el super para poder con seguir lo que nos faltaba.

Los días viernes, la gente de servicio dentro de la casa no trabajaba durante el fin de semana y los viernes como hoy solían irse después del mediodía. Por mas que me encantara hablar cosas malas de mi jefe no me dejaba.

En el supermercado tome las cosas que necesitábamos entre ellos, vainilla, polvo para hornear, algunos moldes para hacer el pastel, betul, mantequilla, manteca y muchas pero muchas chispas de colores con otros dulces para decorar el pastel. Pero desde hace mas de unos diez minutos teníamos una de las mas grandes disputas del siglo. Y era sobre de que sabor haríamos la masa del pastel.

—¡Ali!

—No te escuchare más, es un hecho.

—No, no. No, no, lo haremos del que te dije.




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