Equilibrio : la luz

XI

ZETO

Me encuentro furioso, dando vueltas por toda la habitación parezco un maldito perro enjaulado, Celina está muy delicada todavía, las personas que había logrado tener en caso de emergencia yacen frente a mi destrozados y dos fueron incinerados.

  • ¡Malditos! - digo arrojando el cigarro dentro del recipiente donde están los restos para prenderles fuego
  • Señor – me dice uno de mis hombres pasándome le celular
  • Que – digo apenas lo cojo
  • Lo del agua sigue funcionando, los vi salir, pero no sé a dónde exactamente, demoraron toda la noche y a esta hora ya están en su lugar.
  • Espera - le digo mientras me froto la frente pensando en que carajos está pasando exactamente - suspende el agua por más tiempo, pero sigue con el juego de que hagamos lo que quieren, alista todo porque cuando te llame cruzaremos ¿entendido?
  • Si - me da un suspiro – ¿Cómo sigue?
  • Lento, pero va bien - le respondo cortante porque me molesta este tipo de conversaciones.
  • Su padre, él – no dejo que termine
  • De él, me encargo yo – le digo cortando la llamada

Me quedo viendo hacia la nada pensando en cómo proceder, porque estoy seguro de que se dio cuenta del agua, el guardián reunió a su gente y parece que su rastreadora se encargó de confirmar, me distraigo cuando entra Sabin y enciende el televisor, subiéndole el volumen a la noticia.

Acá nos encontramos en otro poblado, favorecido de este extraño suceso, donde sus cultivos crecieron y dieron fruto antes de la cosecha

  • Señor nos podrirá narrar lo sucedido
  • Pues como le venía diciendo, nosotros sembramos hace un mes, nuestras cosechas se demoran 6 meses en estar, nosotros ayer tomamos una foto porque eran los cumpleaños de mi nieta y usted podrá ver que no estaban así

El señor muestra la imagen y no miente, cojo el control y cambio de canales, en todo el mundo hay sucesos como estos, agua en lugares áridos por el clima, cosechas adelantadas y zonas verdes restauradas al cien por ciento – definitivamente es Elena – me digo, mientras regreso mi vista hacia la ventana, dispuesto hacer lo que menos pensé.

Después de unas llamadas me dispongo a ir a ver a Celina, entro a la recamara y ella está sentada en la cama, arrugando la frente y tecleando en el computador.

  • Sabes que debes descansar – le digo arrebatándole la computadora
  • Tengo que informarme, ya viste lo que logro esa mocosa – me dice enojada
  • Calma, ya lo arreglaremos – ella da un suspiro y se levanta de la cama
  • Ya me siento mejor, déjame actuar, pero esta vez ya sé que debo hacer – me dice dirigiendo se al baño
  • Yo reporte todo – le digo siguiéndola al baño
  • ¿por qué? – me dice mientras pone a llenar la bañera, coloca esencias y espuma
  • Es algo para hacerlos salir, confía en mi – ella se adentra y me mira enojada
  • Bien, pero él es mío – cierra los ojos mientras saborea las siguientes palabras- él no sabe nada y disfrutare rompiéndolo, ataca como vas yo lo are por mi lado, al igual vamos para el mismo fin
  • Bien – le digo alejándome para que termine de maquinar sus cosas y yo dispuesto a continuar.

Paso una hora antes de que me acompañara en la sala, se ve radiante ni siquiera parece que ella estuvo tan mal hace días, recibo fotos de Elena y cada vez estoy dispuesto para hacer parte del plan de mi padre.

Me levanto para irme y le dejo unas llaves para que salga cuando quiera, salgo en mi carro con la mirada perdida todavía en las fotos, cuando llego me recibe Soria, la persona de confianza de mi padre, una mujer de cabello plateado, ojos blancos con tonos café y verde oscuro, cuerpo esbelto, tez trigueña, es hermosa, pero es más fácil que haga caso un animal muerto que ella, me hace señas que la siga, el lugar es muy elegante, pero tiene ese aire antiguo y frio que lo representa a la perfección,  luego de pasar por varias puertas llegamos a una sala donde él está sentado, con un puro en la mano, yo paso y me siento al frente de él.

Me pasa unos documentos, con la mirada fija en mí, me pongo a leerlos con determinación, cuando termino, los dejo sobre la mesa y me levanto para colocar las manos sobre la pared de la chimenea, respiro pesadamente, mientras sopeso las decisiones de mi loco padre, analizo los pormenores de sus cambios, me giro para enfrentarlo

  • ¿Qué planeas exactamente con esto? – le digo ya calmado
  • Ya lo leíste – me dice poniéndose de pie – ese es el cambio, es por eso que vine y no me iré sin los dos, claro que en este caso serían los tres.
  • ¿Qué piensas hacer con él?
  • Pareces un mocoso cuando hablas así – habla mientras se coloca el abrigo – que no se te olvide que representan, concéntrate Zeto, porque esto no podía pasar y mira hasta donde llegamos, no puede pasar a mayores.
  • Bien, nos veremos ese día entonces – le digo cuando lo veo marchar




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