Equilibrio : la luz

XIII

LUISA

Me encuentro mirando por la ventana hacia el invernadero, donde se encuentran esos dos desde hace rato, no puedo dormir pensando en el ahora “plan”, es que no entiendo como él pudo aceptar esto, ahora con todo tan cerca, no podemos arriesgarnos y más con ella – ¡haaa es que no los entiendo! – digo mientras me lanzo a la cama; sucumbo al sueño, pero desafortunada mente, regreso a donde todo dio comienzo.

 

La noche era demasiado fría, a pesar que al rededor todo estaba en llamas, se nos informó en la mañana que habían penetrado los primeros círculos, por lo que nos hicieron reforzar toda la seguridad, pero, la batalla no nos dio espera y henos acá, a mitad de la noche tratando de resistir, para que saquen a los integrantes de la familia, en eso veo Jacob, pero está sangrando por montones, trato de acercarme, pero me es imposible, hay muchos enemigos.

Aparece  Aline y viendo lo que pasa al frente,  me ayuda a despejar el camino y me dice que lo sane, tardamos en llegar pero las dos luchamos como nunca, Aline es una cazadora y bastante peligrosa en el combate, el solo verla acabar con tres al tiempo se me eriza la piel, su rostro da miedo en ese estado, pues parece sedienta de sangre, mis armas son dos catanas las cuales si lo deseo se moverán como un pez, igual que mi compañera, mi puntería y letalidad es brutal, tanto así que parezco no cansarme de la danza que lleva mi cuerpo. Cuando por fin llego, lo primero que veo es su herida profunda en el abdomen, pero con solo verlo sé que no hay modo de ayudar, su cuerpo literalmente está cortado casi a la mitad, me arrodillo a llorar sin consuelo, siento que me quiebro por la impotencia de perder a todos los que una vez fueron mis compañeros, pero más por Aline.

  • Que esperas, ¡MUEVETE! –  me grita, pero no soy capaz de darle la cara – Donora, Donora, yo no puedo hacer nada, estoy al límite – se le quiebra la voz – por favor... – me suplica llorando
  • Realmente no se puede hacer nada – le digo mirándola a los ojos – míralo Aline, lo siento - pero ella no lo ve, solo se va enfurecida a retirarle la vida a cuanta cosa se le atraviesa.

 Seguimos nuestro camino hacia los túneles de seguridad, mientras andamos, ella no habla y cuando llegamos se va hacia un rincón, lo primero que veo es a Daven que está muy agotado y lleno de sangre, me da un repaso momentáneo y nos informa que los principales cayeron, pero que lograron salvar a la bebe y nos la entregaran en la frontera, no podemos descansar, cada minuto que pase es imperativo para asegurar la estabilidad de los mundos – aunque no es que quede mucho – mientras nos dirigimos hacia el punto de encuentro, me llegan todos los rostros que dejare de ver, pero algo no está bien y desafortunadamente, nos damos cuenta demasiado tarde, todo a nuestro alrededor comienza a tomar vida y atravesar nuestros cuerpos, los encargados de los portales abren uno y comenzamos a protegernos mientras avanzamos para atravesarlo, en medio del caos. lo busco sintiendo la desesperación en mi pecho, pero cuando lo veo solo logro gritar mientras corro a su lado.

  • ¡No! Daven, resiste – le digo sacándolo de los vidrios en forma de enredaderas que atraviesan parte de su cuerpo
  • Necesito hablar con mi hijo - me dice débil y en medio de gritos por la fuerza que ejerzo a retirarlas – aunque sea una última vez, necesito hablar con él
  • Cállate – en eso llamo al primero que pasa por mi lado – ayúdame a pasarlo por el portal
  • Donora - me agarra la mano, queriéndome decir algo, mas no lo dejo solo le sonrió y se lo paso a mi compañero
  • Nos vemos al otro lado

Le digo mientras me giro para evitar que los sigan, lucho con las únicas fuerzas que me quedan y lo escucho llamarme, pero lo ignoro, cuando me giro con el deseo de correr hacia el portal, este se cierra, dejándome atrapada en el mismo infierno.

Me levanto exaltada, ese es uno de los miles sueños que me atormentan en la noche, esa época no fue la mejor para ninguno de nosotros, pero, en especial para mí fue un tormento ese lugar, me recargo en la cabecera de la cama abrazando mis piernas, cierro mis ojos tratando de respirar de forma pausada, pero los recuerdos de los gritos me hacen temblar, me levanto para ir a la cocina y tomar agua helada, pero cuando estoy en el proceso me sobresalto a escucharlo.

  • Que locura tu cabello
  • ¿quieres matarme tan rápido?
  • Claro que no, ¿a quién molestaría? – me dice de forma petulante, que me hace girar los ojos - A demás, vengo a decirte que me voy
  • Bien, ¿Cuánto tiempo? – le digo preocupada de que sea así de repentino, pero no deseo saber a dónde irá

Me giro para ir a la sala, porque no deseo ir al cuarto y menos dormir, me acerco a la ventana para ver la hermosa noche que hace y me da esa tristeza, que siempre tengo al recordar la realidad donde no pude ayudarlo, acompañarlo y sobre todo hablar con él. No sé cuánto tiempo me quedo en esa posición, no me doy cuenta que mis mejillas están mojadas, hasta que ciento la mano de Ael en ellas.

  • Sabes que no fue tu culpa, además él hubiera dado todo para que no te quedaras – yo solo lo veo, es igual a su padre
  • Quisiera que estuviera acá – le digo volviendo la mirada hacia la ventana que da al frente de la casa – pero eso no pasara y me duele no haberlo visto antes
  • Sobreviviste Donora y es lo que a él le hubiera encantado, jamás escuche una palabra negativa de su parte, ni siquiera cuando se enojaban, para él siempre fuiste tú – sus palabras me acribillan en el corazón – me dejo dicho que te buscara, solo que nunca pensé que estabas en ese lugar - me dice en un susurro, que me hace voltear a mirarlo y veo una culpa cuando ve mis marcas
  • Escucha mocoso – le digo sosteniendo su rostro – no hubieras podido regresar, tú eras él único para ayudarla – suspiro, sentándome en el sofá – yo, estoy preocupada de su frialdad, no es bueno y a veces, pienso cosas que no son, además jamás soportaría tu vanidoso discurso de como hiciste maravillas – él sonríe leve, pero parece más una mueca
  • Escucha, en verdad lo siento, sobre esa época yo…
  • Olvídalo ya, Ael – le interrumpo de inmediato – dime, a donde vas – lo veo, respirar hondo y caminar un poco antes de sentarse al lado mío
  • Debo ir con Bianca, ella nos ayudara de otra manera y debemos hacerlo ya, por eso te encargo que Elena entrene con los demás, que se involucre como debe ser, tú me entiendes
  • ¿Cuánto tiempo vas a estar fuera?
  • No mucho, los arreglos demoraran un mes, pero yo estaré acá en una semana – se levanta y camina hacia los cuartos, pero se detiene - oye, nunca me has dicho como la encontraste




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