AEL
Cuando salí del cuarto y la vi, me quede mudo, no sé si estoy molesto por que piensa salir, viendo las cosas como están o que otros puedan ver lo hermosa que es – ni siquiera debería pensar en eso - no, sacudo la cabeza y me hago la idea de que es solo por la situación. Manejo como loco por la carretera, hasta que me detengo a un lado, porque tampoco quiero accidentarme.
Arranco otra vez, viendo que no desea hablar de nada, me la llevare hacer lo que necesito porque al parecer no puedo dejarla, la miro de reojo de vez en cuando y esta cruzada de brazos, mirando hacia la ventana, yo sigo pensando en que razón tendrá para salir de esta manera, empuño con fuerza el timón pero ya no se si estoy enojado con ella o conmigo, suspiro frustrado por todo, primero no le había visto las marcas a Donora y me siento culpable, de solo pensar en las torturas que fue sometida me da coraje, luego esta Daria, decir que no me dolió, sería una mentira y ahora esto – ando más salado que el queso feta – le doy un golpe al volante y eso la hace saltar del asiento
Salimos del auto, cuando entro a la casa, los recuerdos cuando estuvimos juntos me embriagan, pero a la vez no vine a buscar nada que me recuerde a ella o a lo nuestro, necesito saber si tiene algo que nos dé a entender el plan de Zeto, si, sueno desentendido por completo, frio e insensible y más por la forma en que ella termino, pero no fui yo el que tomo esas decisiones, además lo nuestro se había acabado hace tiempo, pero nos manteníamos en contacto, le explico a Elena que es lo que buscamos, pues la casa es grande y debemos abarcar lo que más podamos.
Me dirijo al despacho que ella mantenía para sus pinturas – son hermosas – pienso mientras me acerco a un retrato que ella hizo de los dos, en este estamos en el parque, mirando hacia el estanque abrazados y ella esta recostada en mi pecho sonriendo, paseo mi mirada por los demás y veo en muchas donde estamos los dos, pero en otras ella está sola, hay una que me llama la atención y que es hermosa, ella está sentada en una piedra viendo un atardecer, pero parece que ella mira hacia atrás sobre su hombro, sus ojos celestes se ven llamativos y el color de su cabello contrasta con el atardecer – definitivamente tenías un gran talento Daria – susurro mientras paso los dedos por la pintura, no la extraño en forma pasional, pero si como amiga que era, o bueno que pensé.
Me dispongo a buscar en el escritorio hasta que encuentro una foto de ella con un bebe, eso se me hace raro, al lado hay una carta con mi nombre, cuando la levanto, me doy cuenta que hay otra carta que es para ella, la cojo y la leo una y otra vez, sin creer lo que está escrito – ¡NO! – grito sin poder contenerme y voy hacia el retrato donde esta ella con el atardecer – porque no me lo dijiste- le recrimino como si pudiera responderme – te hubiera ayudado, hubiera estado hay para los dos – entonces recuerdo la otra carta, voy corriendo a leerla y debo sentarme en el sillón, mientras la leo – Dios – es lo único que sale de mi boca mientras escondo el rostro en mis manos.
No sé cuánto pasa, pero me decido en seguir buscando alguna otra cosa, ya solo veo información sin importancia, busco en el librero, pero nada, decido ir a las habitaciones a ver si Elena encontró algo.
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Editado: 12.01.2023