Equilibrio : la luz

XIV

AEL

Cuando salí del cuarto y la vi, me quede mudo, no sé si estoy molesto por que piensa salir, viendo las cosas como están o que otros puedan ver lo hermosa que es – ni siquiera debería pensar en eso - no, sacudo la cabeza y me hago la idea de que es solo por la situación. Manejo como loco por la carretera, hasta que me detengo a un lado, porque tampoco quiero accidentarme.

  • ¡Que rayos te pasa Elena! – le grito sin dejar de apretar el timón - como piensas en salir con Margaret, ella no puede ayudarte y ni siquiera le podemos decir Aline- cuando la volteo a ver, ella está mirando hacia la ventana y veo que aprieta sus brazos – Elena …
  • Que, ya terminaste tu papel de protector y poseso – me dice ya mirándome, de una forma que me hace entender que está molesta – ¡¿Quién carajos te crees?! – trata de salir, pero no puede – abre la puerta Ael o te juro que voy a romperte el vidrio – lo dice mirándome a los ojos y creo que no miente
  • No, antes que me digas ¿Por qué? – ella respira agitada y con la cara roja de la ira, se ve linda así, arrugo mi frente por ese pensamiento – vamos dime, habla conmigo y si es el caso te llevo a donde quieras, pero ¡háblame carajo! – ella resopla, pero no dice nada

Arranco otra vez, viendo que no desea hablar de nada, me la llevare hacer lo que necesito porque al parecer no puedo dejarla, la miro de reojo de vez en cuando y esta cruzada de brazos, mirando hacia la ventana, yo sigo pensando en que razón tendrá para salir de esta manera, empuño con fuerza el timón pero ya no se si estoy enojado con ella o conmigo, suspiro frustrado por todo, primero no le había visto las marcas a Donora y me siento culpable, de solo pensar en las torturas que fue sometida me da coraje, luego esta Daria, decir que no me dolió, sería una mentira y ahora esto – ando más salado que el queso feta – le doy un golpe al volante y eso la hace saltar del asiento

  • Lo siento – le digo mirándola de reojo – solo se suman cosas y me siento – suspiro con pesadez y tenso mi mandíbula – atado
  • Si es tu forma de disculparte, apesta – regresa su mirada hacia la ventana
  • No realmente, pero de verdad lamento haberte gritado de esa manera, ni siquiera se de tu motivación – guardo silencio mientras me acerco a mi destino – escucha Elena, me vas acompañar hacer una diligencia y luego te acompaño a cualquiera que sea la tuya, solo que nada de preguntas bien – le digo mirándola a los ojos y frente a la casa de Daria
  • Eso de las preguntas ¿es para los dos?
  • Si – ella solo asiente

Salimos del auto, cuando entro a la casa, los recuerdos cuando estuvimos juntos me embriagan, pero a la vez no vine a buscar nada que me recuerde a ella o a lo nuestro, necesito saber si tiene algo que  nos dé a entender el plan de Zeto, si, sueno desentendido por completo, frio e insensible y más por la forma en que ella termino, pero no fui yo el que tomo esas decisiones, además lo nuestro se había acabado hace tiempo, pero nos manteníamos en contacto, le explico a Elena que es lo que buscamos, pues la casa es grande y debemos abarcar lo que más podamos.

Me dirijo al despacho que ella mantenía para sus pinturas – son hermosas – pienso mientras me acerco a un retrato que ella hizo de los dos, en este estamos en el parque, mirando hacia el estanque abrazados y ella esta recostada en mi pecho sonriendo, paseo mi mirada por los demás y veo en muchas donde estamos los dos, pero en otras ella está sola, hay una que me llama la atención y que es hermosa, ella está sentada en una piedra viendo un atardecer, pero parece que ella mira hacia atrás sobre su hombro, sus ojos celestes se ven llamativos y el color de su cabello contrasta con el atardecer – definitivamente tenías un gran talento Daria – susurro mientras paso los dedos por la pintura, no la extraño en forma pasional, pero si como amiga que era, o bueno que pensé.

Me dispongo a buscar en el escritorio hasta que encuentro una foto de ella con un bebe, eso se me hace raro, al lado hay una carta con mi nombre, cuando la levanto, me doy cuenta que hay otra carta que es para ella, la cojo y la leo una y otra vez, sin creer lo que está escrito – ¡NO! – grito sin poder contenerme y voy hacia el retrato donde esta ella con el atardecer – porque no me lo dijiste- le recrimino como si pudiera responderme – te hubiera ayudado, hubiera estado hay para los dos – entonces recuerdo la otra carta, voy corriendo a leerla y debo sentarme en el sillón, mientras la leo – Dios – es lo único que sale de mi boca mientras escondo el rostro en mis manos.

No sé cuánto pasa, pero me decido en seguir buscando alguna otra cosa, ya solo veo información sin importancia, busco en el librero, pero nada, decido ir a las habitaciones a ver si Elena encontró algo.

  • Elena – la llamo en el pasillo
  • ¡Al fondo! – grita, cuando abro la veo con un reguero de papeles en el piso – mira encontré un folder, donde ella pasaba los informes, pero también, hay compras y transacciones muy antiguas – me dice pasándome unos documentos, tan viejos que creo se van a romper -  hay de todo Ael, ella jugaba doble tanto para nosotros como para ellos, pero no sé a quién le hacía llegar la información, hay una computadora que estaba con todo esto y creo que puedo descifrarla para ver si encontramos algo- me dice mirándome, de forma diferente
  • Si, llevemos todo, en mi casa lo revisaremos con más calma, bien – le digo comenzando a recoger los documentos, porque tampoco deseo estar más acá, sé que Elena me quiere decir algo, pero ahora no quiero escuchar nada, cuando nos disponemos a salir de la habitación, ella trata de hablarme
  • Ael – me dice suave, pero se interrumpe, cuando escuchamos los vidrios romperse, en el primer piso – pero que... – le hago señas de que haga silencio




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