Equilibrio : la luz

LXIV

ELENA 

Zeto me dejo sola en el balcón luego de negarme a continuar con la conversación, pero me sirvió para ir por la bolsa que deje en la habitación, todo estaba destrozado y comenzaba a oler algo podrido en el lugar, luego vi pasar al señor Lico quien me dedico una cálida sonrisa con una leve inclinación, para luego retirarse a sus aposentos, detrás de él siempre hay una mujer de piel morena muy hermosa  y creo que se llama Soria, me apresuro a continuar mi camino hasta la recamara que me reasignaron, no quiero estar en la habitación de Zeto mientras descubro que es lo que me pasa, respiro profundo al entrar y busco donde dejarlo, encuentro un espacio detrás del armario y es ahí donde lo dejo, decido solo recostarme un momento para descansar de todo lo que paso, los minutos pasan pareciendo eternos  y nadie está a mi lado para aclarar mis preguntas, hasta que la puerta se abre mostrando a la misma pelirroja que me hablo cuando estaba herida, pide permiso de entrar y revisar si estoy bien, le digo que no hay problema, sin embargo, siento un rechazo por ella.

  • Voy a revisar que estes bien - tiende su mano y le correspondió de la misma forma
  • ¿Cómo está la mujer? - me dice que estará bien, sin embargo, no se sabe cuándo despertara - ¿Quedó inconsciente?
  • No de esa manera, solo debe descansar - me sonríe de forma calmada

Le pregunto que quiero saber de dónde nos conocemos, me dice que es medio hermana de Zeto y por eso me conoce, también me dice que éramos buenas amigas, pero las cosas cambiaron no hace mucho entre nosotras, parece que lo dice con tristeza de que eso pasara, me recomienda dormir un rato y trata de darme algo que rechazo por el olor tan feo que tiene 

  • No, así estoy bien
  • Se me olvida lo terca que eres - sonríe leve y le pregunto qué pasó entre nosotras - te oculte algo importante y no me perdonaste desde entonces, a veces quisiera retroceder el tiempo y hablar contigo de la manera más directa posible

Mientras me habla voy cerrando poco a poco mis ojos y decido descansar por fin, ella solo me observa hasta que me sumerjo en el sueño.

No recuerdo haber estado en este lugar y menos no siento que sea yo misma, no sé por qué mi conciencia quisiera dividirse, pero la que me trajo a este lugar, camina segura hacia una carpa cerca ubicada en una cumbre, afuera hay amarrados dos caballos hermosos y enormes, de los cuales me llama la atención uno que tiene flecos en la silla de montar, al entrar veo la espalda fornida del hombre que me ataco y una mujer en su lecho.

me levanto de repente sintiéndome enojada, confundida y dolida, me encuentro sola y voy hacia el balcón para recibir aire fresco, sin embargo la noche es demasiado helada y debo ponerme una cobija sobre mis hombros, paso un rato tratando de analizar el sueño , de la nada me llega un olor extremadamente delicioso y que mi paladar reconoce al instante, al girar veo a la misma pelirroja con una bandeja, la coloca en medio y me invita a sentarme con una enorme sonrisa, no sé por qué mi postura cambia de repente aceptando la invitación para tomar lo que está en el pequeño pocillo - recuerdo que es tu bebida favorita - dice pasándome una taza que contiene un líquido negro y de olor llamativo, entonces le hablo de algo que yo no sé qué es y aun así parece que lo manejo a la perfección, pues ella queda estática en su puesto mientras yo disfruto de la bebida en mis manos, todo se acelera de repente y la veo llorando frente a mi ¿pero que paso?

  • La carta que te escribí estaba en la casa de Macabeo - arrastra un sobre en la mesa color lila - me gustaría que cuando puedas la leas - la guardo en la bata azul que tengo debajo de la cobija - perdóname por todo - dice entre lágrimas que le bajan en sus mejillas

Al terminar se retira limpiándose el rostro, ¿qué fue todo eso? es lo que me pregunto cada vez que eso toma el control de mí, se me cortan fragmentos o en ocasiones como en de la mañana me lo deja intactos, dejo de pensar pues mi cabeza me quiere acabar, no sé cuánto pasa y comienzo a sentirme vigilada por algo o alguien, la incomodidad es tal que debo abrigarme más – como si eso me ocultara – entro a la habitación, cuando cierro las ventanas algo me sujeta de los hombros empujándome muy fuerte contra las ventanas, asustada decido quedarme quieta con las manos en el vidrio de la puerta, porque me aprisiona demasiado y creo que voy a romperla.

AEL 

Me levanto de golpe pues una sensación en mi pecho no me deja en paz y peor el sueño que tuve en la mañana, que yo sé bien que no lo era, pues trate de hacer comunicación con el enlace que tiene Céline, creo que al final sí pude hacerlo y pude verla, en un vestido blanco tan linda, cruel y asustada de lo que fuera estaba detrás de la puerta, pero hasta hay recuerdo, luego sentí fue una presión en el pecho que me obligó a levantarme a tomar agua - ¿Estás bien? - me pregunta Noa, envuelta en mis sábanas, le digo que todo está bien, es una mujer hermosa de cabello rubio, de estatura alta, curvas bien definidas y ojos que parecen un arcoíris de lo que cambian constantemente de color, pero aun así no me la saca de la mente y hace tiempo que no siento en buen estado la conexión que ella creo.

mientras pienso en todo Noa  comienza hablar de su labor como líder en la guardia y que no lleva mucho tiempo en ello pues su edad a comparación con la mía es corta, en ello el habiente comienza a cambiar, tensiono mi mandíbula, mis hombros se cuadran mostrando una postura recta y firme, Noa manda su mano a las dagas que se dejaron cerca a la cama y le digo que no haga nada, me sirvo en esta ocasión una copa de vino artesanal que hacen acá y cuando la siento materializada no me giro a verla, tomo de forma lenta un sorbo de mi trago a la espera de que hable y de una razón del por qué está en mi tienda. 

  • AEL - su voz hace que sierre los ojos y respire profundo, ese tono suave es muy relajante para mí - te necesitan, deja de ser tan testarudo y has lo correcto - termina con una súplica a mi parecer - por favor
  • ¿A eso has venido? - me tomo de un golpe el trago y giro a verla, pero tiene el rostro cubierto por la capa - déjame ver qué tan lejos llegaron tus ideas




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