Equinoccio

Algo esta mal

Levanna

Algo está mal
 


Sigo en estado sonámbulo, la noticia del rey muerto a causa de los ataques rebeldes fue todo un revuelo en el reino, pero curiosamente, el pueblo ha entrado en luto.

Durante los siguientes días no se reportaron ataques de ningún tipo, ni marchas o levantamientos en festejo por haber matado a mi padre, sinceramente esperaba eso o incluso más pero no, es como si a las personas de verdad les doliera su muerte.

Arianna y mi abuela dicen que probablemente no quieren aumentar más el enojo que nos han producido, que solo están siendo hipócritas y que están planeando el siguiente ataque.

Una parte de mi cree exactamente lo mismo.

El funeral ha pasado demasiado rápido, en las noticias le dedicaron un discurso que por supuesto no le hizo justicia. Sigo lamentando que no me hayan dejado ver por última vez su cuerpo, ya pasaron dos días desde que lo cremamos y aun me aferro al último recuerdo que tuve con él.

Me es imposible creer que ya nunca más lo volveré a ver, que ya jamás me lo volveré a topar animando mi amistad con la Luna, que nunca me volverá a dar un consejo o una frase de apoyo. Para mí todo esto sigue siendo un sueño, algo que se siente como una nube en mi cabeza, no recuerdo mucho de aquella fatídica noche, solo puedo recordar el momento en que desperté y Arianna me dio la noticia, recuerdo haberme negado a creerle, de todos los hombres capaces de poder derrotar a unos simples rebeldes mi padre era el más indicado, nunca había perdido una batalla y menos una tan absurda.

No pude llorar su pérdida, y eso me tenía fuera de control, el sentimiento me recorre por dentro, pero se niega a salir al exterior.

Mi dolor me ha mantenido callada y con ganas de alejarme de todo y de todos. Una pequeña parte de mí está enojada con mi hermana, ella si tuvo la oportunidad de despedirse de mi padre, ella si le lloró a su cuerpo al igual que mi madre y mi abuela, pero a mí me arrebataron ese último momento.

─Puedo escuchar tu mente maquinar a kilómetros. ─Maxim entró a mi habitación sin avisar.

Me niego a girarme para encáralo, se a que viene y no me apetece escucharlo. Cuando se detiene a un lado de mi puedo ver por el rabillo del ojo que su brazo aún esta vendado por el disparo que recibió.

Me cuesta admitir que fuera de eso se ve bien y lo digo en todos los aspectos, la camiseta sencilla gris que trae resalta sus músculos y el pantalón negro le sienta bien a sus piernas al igual que el de su uniforme, siempre me ha gustado verlo sin su armadura, le queda bien el negro y lo entallado de este pero verlo despreocupado con ropa casual me hace sentir como una chica normal cuando lo llego a tratar.

Vuelvo mi atención al frente antes de que se dé cuenta que lo estoy observando, gracias a mi sombra logró sobrevivir al ataque pero él tampoco logra recordar mucho después del último disparo que recibió en el costado.

─No te di permiso de entrar ─rompo el silencio.

─Tampoco te lo pedí.

Hasta ahora es el único que ha demostrado que logra ver mi dolor. Hay veces en las que odio tanto que me conozca más que mi propia familia, él sabe que estoy sufriendo en silencio mientras que mi familia cree que solo estoy siendo indiferente ante la situación.

¿Qué clase de monstruo sería indiferente ante la muerte de su propio padre?

─Solo quería decirte gracias. ─su mirada es tan intensa que me cuesta no girarme─. No había tenido la oportunidad de hablar personalmente contigo estos días, si no hubiera sido por ti, habría muerto.

─Yo no hice nada. ─respondí con total indiferencia.

No me apetece hablar de aquella noche con nadie, odio recordar poco y per aún odio lo que ocurrió, se que pude haber hecho más pero fui débil y eso jamás me lo voy a perdonar.

─Si hiciste ─me tomó del brazo obligándome a verlo─. Tu sombra me mantuvo con vida, hasta que llegaron a mi rescate.

─Bueno, pues de nada entonces. ─me volví para seguir con mi vista en el horizonte.

Max hizo lo mismo y nos mantuvimos en silencio por un buen rato, los dos nos quedamos en mi balcón cada uno sumido en sus propios pensamientos,

─ ¿Por qué no vamos a dar un paseo? ─me ofreció pero me negué─. Vamos ─me empujó juguetonamente irritándome en el acto─. Entiendo que a la princesa oscura le dé pena que la vean paseando con su guardia pero hoy no estoy en servicio.

Lo miré de mala gana ante el estúpido apodo que me había puesto hace unos años. Él decía que había sido su idea pero había escuchado a los demás sirvientes decirlo antes que él en algún momento y me molestaba.

─No quiero ir a ningún lado Maxim ─le espeté irritada.

Max suspiró y se quedó callado unos minutos más, quise decirle que se fuera y me dejara sola, pero la realidad es que no quería, me sentía cómoda estando con alguien que no me viera como una chica sin sentimientos.

─Algún día tendrás que salir de tu habitación Ann.

─Algún día lo haré, mientras, estoy bien aquí sola.

─Nadie está bien sola ─se giró recargando su espalda en el balcón─. Ni siquiera tú.

─Ya te he dicho que estoy bien.

─Y yo te digo que no es verdad.

─ ¿No tienes algo mejor que hacer? ─me cruce de brazos y lo encaré.

Ante mi acto el sonrío como si le hubiera dado algo que había estado buscando desde que entró a la habitación.

─No, en realidad no.

─Ve a buscar algo interesante en que entretenerte y déjame tranquila.

─Esto es lo mejor que he encontrado para entretenerme ─ se encogió de hombros.

Suspiré cansada, me había dispuesto a no pelear hoy con él pero se lo estaba ganando a pulso.

─Vete ya ─señalé la puerta.

─Pensé que nunca me correrías ─comenzó a reír─, en verdad estaba creyendo que algo andaba mal contigo ─puse los ojos en blanco y me metí a mi habitación─. Te dejaré sola.

Lo ignoré y me acosté en mi cama. Él por su puesto me siguió.



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En el texto hay: reinos, guerras, princesa

Editado: 16.07.2021

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