Arianna
Culpa
Enojada no definiría ni un poco como me siento, he querido aferrarme a la idea de que es mi hermana y debo apoyar el ridículo consejo de mi madre para darle un juicio que le permita vivir con algún tipo de castigo pero no es justo.
Muchas personas han muerto por sus propias manos incluido mi padre, nuestro padre. No puedo permitir que siga saliendo impune, los próximos podemos ser nosotros y no estoy dispuesta a que el reino caiga en sus manos, ni mucho menos quiero ver morir a más gente por su culpa.
─ ¿Estás segura de querer hacer esto? ─Sima me detiene antes de salir a dictar la sentencia de mi hermana.
─Estoy segura, quiero ver su rostro cuando se lo digas.
Escucho los sollozos de mi madre detrás de mí, la corte se ha enterado de los hechos incluso antes que nosotros y ahora piden se le dé una muerte a Levanna, una muerte que haga justicia a las cinco personas que ha matado.
─ ¡Es tu hermana! ─grita desesperada.
Me doy la vuelta para enfrentarla.
─ ¡Dejó de serlo desde el día en que decidió matar a nuestro padre!, y ¿Todo porqué?... Por una estúpida corona.
La paciencia se me está agotando así como las palabras y la ganas de seguirlos escuchando. Desde que se encontraron las pruebas de Levanna no han dejado de recordarme que ella es mi hermana, pero me cuesta verla así, me cuesta ver a una asesina como alguien de mi sangre.
─Aria... ─mi madre se acerca, verla así me pone mal pero no cambiaré de parecer─, no tenemos que matarla, cumplirá una sentencia, podemos...
─No dejaré que cumpla una sentencia, ¿No te das cuenta?, con eso solo le daremos la oportunidad de volver a atacar.
─Eso no lo sabes.
─ ¿Y tu si? ─pregunto llena de rabia─. Puedes asegurar que ella no volverá a enloquecer y matará a todo el que se interponga.
Se queda callada y desvía la mirada.
─Eso creí.
La puerta es abierta dejando pasar a Yeray, sus ojos examinan preocupado toda la sala hasta dar con los míos.
─ ¿Que fue lo que pasó? ─pregunta con cautela.
Según los guardias habían permitido viajar a Yeray al pueblo vecino para recibir un mensaje de su padre, nuestra comunicación es limitada por políticas extrañas impartidas con anterioridad por lo que a veces se tiene que ir a otros reinos.
─Levanna fue lo que pasó. ─mi abuela habla y yo no despego mi mirada de la de él notando así su asombro al escuchar el nombre de ella─. Deberías ir a ver a tu hermano, está en la sala blanca recuperándose.
─ ¿Mi hermano? ─desvía su mirada hacia mi abuela preocupado─. ¿Le sucedió algo?
No puedo escuchar nada más, aprovecho el momento para salir de ahí y dirigirme a las celdas debo enfrentarla y ver su rostro cuando le diga lo que yo misma acepté por parte de la corte.
─ ¡Arianna espera! ─Yeray grita pero no me detenga─. ¡Anna! ─vuelve a intentarlo y está vez me paralizo al ser llamada así.
─Jamás vuelvas a llamarme de esa manera ─amenazo.
Él me analiza y frunce el ceño ante mi actitud, no puede decir nada porque en ese momento mi abuela se acerca.
─Aria ─me alcanza─, no puedes hacer esto sola.
─No lo haré sola ─digo dejando de ver a Yeray─, ya estás aquí.
Camino sin esperar más retrasos. Los pasos de ambos tras de mí me hacen saber que efectivamente vienen conmigo.
Al llegar al lugar un estremecimiento me recorre todo el cuerpo, una parte de mi sigue teniendo miedo por lo que pasará, pero otra solo desea venganza en nombre de mi padre.
─Este es un anuncio oficial, debo darlo yo.
No puedo protestar. Entramos por fin, el lugar es frío y desolado, nada reconfortante, las piedras y las celdas oxidadas le dan un toque viejo y olvidado, es exactamente lo que ella merece.
Al llegar a su celda puedo ver lo destrozada que esta, su brazo esta herido pero parece que eso no le importa. Luego de una charla poco satisfactoria y amenazas estúpidas logro dar en el punto exacto para verla afectada del todo: La ejecución de Max.
Ella suplica por su vida pero ni mi abuela ni yo hacemos caso, justo como ella no hizo caso de las suplicas de mi padre. Al salir me encuentro con los ojos de Yeray, los cuales en cierto modo a pesar de todo llegan a reconfortarme un poco pero no lo suficiente pues puedo ver la preocupación en ellos.
─Necesitamos hablar ─pide cuando empiezo a caminar rumbo al castillo.
─ ¿Sobre qué?
Me detengo pero él no dice nada, mira unos segundos a mi abuela y esta entiende el mensaje.
─Iré con tu madre ─anuncia─, nada de esto le está haciendo bien.
Mi abuela se despide y se aleja junto a su guardia y su moza.
─ ¿Enserio vas a condenar a tu propia hermana? ─pregunta una vez que está lejos.
Me quedo un poco sorprendida ante su pregunta.
─Es una asesina. ─digo.
─Según quien.
─ ¿La estas defendiendo?
─Solo digo que no cometas un error del que puedas arrepentirte toda tu vida.
─ ¿Entonces es un error matar a la asesina de mi padre?, ¿a la asesina de toda una familia?
─Es tu hermana. ─suspiro cansada.
─Y era mi padre. ─repito por milésima vez en menos de unas horas.
─Aria, tú no eres así.
Algo se remueve dentro de mí pero lo despejo de inmediato.
─Prometí que vengaría la muerte de mi padre y es lo que haré.
─Si, lo harás, matando a tu propia hermana.
─Deja de repetir que lo es ─murmuro entre dientes fastidiada porque todo el mundo me lo repita─. Las cosas se harán así y no hay vuelta atrás, deja de esperar algo más de mí porque no lo vas a conseguir.
─ ¿Soy un estúpido entonces por esperar un poco de piedad por parte de mi prometida? ─suelta las palabras causando una gran impresión al momento de procesarlas.
─ ¿Tu... Futura prometida? ─Susurro impresionada, muchas veces me imaginé este momento pero en todas ellas la situación era completamente diferente.