Equipo de padres solteros

Capítulo 5. La consentida del profesor

♥︎

—No sabía que eras fan de Taylor Swift —dijo Lisa a espaldas de Daniela.

La madre soltera se retiró el único audífono inalámbrico que portaba y encogió los hombros.

—Digamos que hoy me enteré.

Un manotazo en la parte superior del cubículo las sobresaltó. Era Celine, la persona menos favorita de Daniela, así que no pudo controlar la expresión de hastío.

—Mi tío quiere verte en su oficina, Daniela, muévete.

Sin agregar más, se marchó.

—¿Por qué el jefe parece tan atento contigo? —inquirió su compañera de trabajo con profunda curiosidad—. Sinceramente, te juro que tengo sospechas.

Daniela apagó la música en su celular, recogió su tableta electrónica y se incorporó. Era un poco más alta que Lisa que seguía pareciendo una chiquilla de no más de veinte años cuando tenían exactamente la misma edad, pero Lisa amaba portar coletas y vestir con ropa en colores pastel y con dibujos animados. Lisa había intentado por años pasar al área de marketing, pero la tenían confinada con Daniela en el área más aburrida de todas porque prácticamente se dedicaban a rechazar todo lo que llegaba al menos que fuera un «boom» mediático.

—Nuestros hijos van a la misma guardería y Any mordió a su hijo.

Lisa dejó caer la quijada.

—¿Es en serio?

—Y ayer pensé que era el chofer, así que lo mandé a otro piso cuando preguntó por la sala de juntas principal.

Lisa se cubrió la boca y negó, sus coletas siguieron el movimiento.

—¿Querías ser despedida?

—¡No sabía que era el nuevo jefe! —exclamó por lo bajo mientras se encaminaba hacia el ascensor con Lisa pisándole los talones—. De lo contrario, jamás le hubiera dicho maleducado.

—¿Le dijiste maleducado?

Lisa iba de susto en susto.

—Algo así —suspiró Daniela—. Creo que me ha perdonado.

—Ahora no creo que esto sea un bonito romance de oficina, quizá quiere torturarte hasta obligarte a renunciar.

Daniela tragó duro, abordó el ascensor y presionó el botón para cerrar la puerta. Lisa no subió con ella, se limitó a dedicarle una sonrisa desanimada y la miró partir.

Dani aprovechó recargar la cabeza en la pared metálica del fondo. Su trabajo era aburrido, sabía que se romantizaba mucho el trabajar en una editorial, pero la realidad era que podía ser bastante aburrido. Sin embargo, esa mañana se despertó animada y no quería aceptar por qué, era vergonzoso.

La canción de Taylor Swift volvió a sonar en su cabeza.

Y se sonrojó tanto que pudo notar el rubor en su reflejo incluso con la pobre luz del ascensor.

Abandonó el ascensor y respiró hondo antes de encaminarse hacia la oficina del nuevo C.E.O. Atravesó el pasillo con la barbilla en alto y saludó a la secretaria de Mathis.

—El señor Laurent me ha llamado —avisó.

La secretaria la miró de pies a cabeza, luego tomó el teléfono de un costado y, con sus impecables uñas larguísimas en color rojo, presionó un botón:

—La señora Barón está aquí.

Ella asintió, colgó y le indicó que podía pasar.

Daniela lo hizo con pasos mecánicos. Se avergonzaba un poco cuando reparaba en el hecho de que no tenía mucho tiempo libre para arreglarse las uñas, el cabello y mucho menos ponerse pestañas como la mayoría de las chicas en la empresa, pero regresando del trabajo sólo quería estar con su hija.

La oficina de Mathis era genérica como todas las demás de los ejecutivos. Tonos grises, azules oscuros, minimalista, impersonal; sin embargo, en un costado se encontraba un enorme cuadro de un atardecer con intensos colores naranjas que agregaban toda la alegría que hacía falta en ese sitio por la pobre decoración.

—¿Te gusta? —preguntó Mathis de pie atrás de su escritorio—. La hice en Cuba hace muchos años.

—¿Eres fotógrafo?

—No, ya quisiera —rio él y señaló el asiento. Daniela se sentó—. Es un pasatiempo que ahora sólo puedo realizar con la cámara del celular.

Daniela echó un vistazo al complejo celular inteligente que tenía Mathis sobre el escritorio, estaba segura de que la cámara fotográfica de ese equipo tecnológico era buena.

—Nunca queda mucho tiempo para los pasatiempos…

—Así es, ¿cómo logras equilibrar todo? ¿Te ayuda tu esposo?

—Soy divorciada —contestó con una sonrisa que pretendía verse tranquila, porque era un tema que todavía le dolía.

—Yo igual, pero creo que eso todos lo saben —suspiró Mathis y también tomó asiento—. ¿Tienes mucho divorciada?

—El próximo mes son dos años.

—Aniversario de divorcio, ¿piensas hacer algo?



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En el texto hay: padre soltero, madre soltera, jefe y empleada

Editado: 21.12.2023

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