Equipo de padres solteros

Capítulo 9. Portarse bien y dibujar mucho

♥︎

Daniela reconoció el esfuerzo de su jefe con el almuerzo. No era un banquete digno de un restaurante cinco estrellas, pero el filete de carne con sus respectivas guarniciones de puré de papá y verduras estaba bastante bien. Any comía feliz y sin quejarse, lo que ya era mucho porque era algo melindrosa.

—No sé cocinar muchas cosas —admitió Mathis apenado mientras Daniela servía un poco más de puré a Any—. Una disculpa.

—Está delicioso, señor Laurent —dijo Daniela con sinceridad—. Tiene buen sazón.

—¿En serio? —se sonrojó—. Gracias… Y puedes decirme Mathis.

—Oh, está bien, Mathis…

E intercambiaron una sonrisa que no pasó desapercibida para Any.

—A mi mami le dicen Dani —informó la pequeña.

—¡Dani! —repitió Remi con su cuchara en alto—. ¡Es bonito!

Mathis ayudó a su hijo a cortar un poco más de carne y dijo:

—Es verdad, es bonito. Any y Dani, se escucha bien.

—Gracias —musitó Daniela y le dirigió una mirada curiosa a su hija quien se limitó a hacer una sonrisa que mostraba todos sus dientes—. Y, Mathis, ¿te gusta cocinar?

—Un poco, lo necesario, aprendí cuando… —Él calló. Remi no lo notó, Daniela sí.

—Entiendo —resumió ella—. Es bueno saber cocinar al menos para sobrevivir, ya ser un gran chef es otro tema.

—Es lo que pienso —aceptó Mathis—. Quiero meterlos a clases de cocina cuando sean un poco mayores, porque yo no puedo enseñarles mucho, para que no dependan de nadie a la hora de preparar su comida, es lo más básico que debe saber cualquier ser humano.

—Concuerdo… Es bueno que no espere que una mujer cocine toda la vida para su hijo.

—Oh, no. Eso ni pensarlo… —Mathis revolvió el cabello rubio de Remi quien era más parecido a él que a su mamá—. Mi meta es conseguir que sean adultos independientes.

Daniela hizo un profundo asentimiento.

—Yo también, eso quiero para Any.

Los niños ya se habían distraído con bromas entre ellos, así que esta vez ignoraron las miradas que compartieron sus padres. Sin embargo, como adultos responsables que intentaban ser, desviaron la conversación hacia el trabajo.

Mathis quería revisar algunos sitios en internet que Nathan le había recomendado para ver si encontraban a su diamante en bruto. Daniela estuvo de acuerdo, así que cuando terminaron de comer, se apresuraron a recoger la mesa, lavar los platos y dejar las indicaciones a la niñera que apenas llegaba.

Daniela tenía algo de temor, pero la mujer que cuidaba de Remi y Jolie era una mujer que los acompañó desde Londres.

La mujer rondaba los cincuenta años, pero se mantenía en excelente condición física y parecía tener más energía que Daniela y Mathis juntos.

—Practica calistenia —le susurró Mathis a Daniela cuando la descubrió sorprendida por su jovialidad—. Tiene mejor condición física que yo, puede perfectamente con los dos niños.

—Quiero ser como ella —confesó Daniela mientras la miraba presentarse con Remi y Any.

Su nombre era Mahika, era hindú y su piel canela destacaba bajo el vestido amarillo que portaba. Tenía el cabello recogido en un chongo alto y los brazos cubiertos de pulseras de la amistad; de inmediato regaló una a Any.

—Estarán bien —la tranquilizó Mathis—. Ella me mantiene informado.

Daniela miró a Mathis. Era de esas madres que no confiaba a cualquiera el cuidado de su hija, pero algo en sus palabras la hicieron confiar.

Se despidieron de los niños y Mahika, luego se marcharon hacia la oficina.

Any estaba un poco sorprendida de que pudiera quedarse en casa de Remi; su mamá nunca la dejaba ir a casa de sus amiguitos, pero estaba feliz con la idea de jugar por horas con Remi.

Ella todavía se sentía un poco mal cada vez que miraba el moretón en el bracito de su amigo.

—Perdón —musitó ella mientras estaban sentados arriba de los tapetes de colores y jugaban con los carritos del niño—. No quise lastimarte.

Remi encogió los hombros.

—No importa.

Y sonrió.

Any también, lo quería mucho, aunque no sabía qué nombre poner a ese sentimiento. Le gustaba escucharlo cuando le contaba las cosas que hacía con su papá porque a ella le gustaría hacer también todo eso con el suyo, pero ya llevaba mucho tiempo sin verlo. Recordaba que antes lo veía más seguido, procuraba ir cada semana, pero con el tiempo empezó a distanciarse y luego se casó con otra mujer que no era su mami.

La pequeña no comprendía muy bien todo eso del matrimonio, el divorcio, etc., pero sabía que le hubiera gustado ver a sus papás juntos como los padres de muchos de sus compañeritos. Tenía algunos vagos recuerdos, eran muy borrosos, pero estaban ahí en un rinconcito de su memoria, como cuando su papá le llevó un ramo de rosas rojas a su mamá y ella lloró de la emoción.



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En el texto hay: padre soltero, madre soltera, jefe y empleada

Editado: 21.12.2023

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