Era pagarte, no Amarte

14

Judith

Si antes estaba confundida, ahora lo estoy mucho más. Creí, estúpidamente, que al estar con Mel todo ese deseo, esa atracción que me atormentaba, desaparecerían. Pero no fue así. Al contrario... podría jurar que se ha intensificado, que se ha convertido en algo más profundo. Y eso me asusta.

El coche avanza lentamente hacia la mansión y mi mente es un torbellino. Sé que ya es hora de hablar con Mel, pero no tengo idea de cómo hacerlo. Durante toda esa semana en Alaska evitamos la conversación; nos dejamos llevar, nos rendimos al momento y al fuego que ardía entre las dos. Ahora, en cambio, el silencio se siente como una pared que nos separa. No sé si para ella fue lo mismo o si simplemente se dejó arrastrar por el deseo. Si ese fue el caso, entonces todo debería volver a la normalidad... aunque, sinceramente, no sé si yo podré hacerlo.

Ese pensamiento me aterra. Si Mel actúa como si nada hubiera pasado, si se comporta como siempre, entonces tal vez fui yo quien malinterpretó todo. En ese caso, no me quedará más remedio que fingir, seguir adelante, mantener las apariencias hasta que llegue el divorcio y todo esto quede atrás.

Pero no puedo evitar mirarla de reojo. Está sentada junto a mí, imperturbable, con el rostro sereno, como si durante esa semana no hubiéramos compartido noches interminables de amor y deseo. Como si no conociera cada rincón de mi cuerpo, ni yo el suyo. La serenidad con la que se muestra me produce ansiedad. No sé qué está pensando, y eso me consume. Quizá crea que todo fue algo pasajero, sin importancia. Tal vez, para ella, solo fui otra Jade en su vida.

Sin embargo, hay algo que no encaja. Una frase suya resuena en mi cabeza una y otra vez: "Yo respeto tu relación con Judith."
En ese momento lo comprendí. No era indiferencia lo que vi en sus ojos; era dolor.

Cuando quise darme cuenta, ya habíamos llegado a la mansión. Todo se sintió borroso, como si estuviera actuando en una escena que no recordaba haber ensayado. Caminé al interior, saludé a todos mecánicamente, incluso le dije a Nicholas que estábamos exhaustas por el viaje. Después, junto con Mel, subimos a nuestra habitación. Todo lo hice en automático, mientras mi mente seguía atrapada en el caos de mis pensamientos.

Al cerrar la puerta, me giré hacia ella. Mel estaba de pie, en silencio, como si supiera que aquel era el momento que habíamos estado evitando. Sus ojos la delataban: había algo roto en su interior. Mis sospechas se confirmaron al ver su expresión, esa mezcla de tristeza y resignación que me atravesó el alma.

—Mel... ¿te gusto? —pregunté con un nudo en la garganta, temiendo la respuesta.

Ella negó suavemente, apenas moviendo la cabeza. Por un instante, sentí que el aire me faltaba. Qué idiota, pensé, por creer que podría significar algo más.

Pero entonces habló, rompiendo mis pensamientos.

—No, Judith —dijo con voz temblorosa, mirándome directamente a los ojos—. No solo me gustas... yo me enamoré de ti.

El mundo pareció detenerse. Mis ojos se abrieron de par en par; no, eso no debía haber pasado.

—No... no —negué, incrédula—. Debes de estar confundida... o lo estás malinterpretando —seguí diciendo, sin saber si intentaba convencerla a ella o a mí misma.

Pero en el fondo, una parte de mí ya sabía la verdad: ninguna de las dos volvería a ser la misma después de esa confesión.

—Judith, lo lamento —se disculpó Mel, acercándose lentamente a mí—. Quisiera decirte que es mentira, o que no estoy segura... pero lo estoy. Me enamoré de ti sin darme cuenta —guardó silencio unos segundos, respirando con dificultad—. Tú no hiciste nada. Simplemente fuiste tú, y te prometo que no fue mi intención enamorarme ni faltar el respeto a tu relación con Amber. —Apretó los puños con impotencia, con una mezcla de vergüenza y tristeza en los ojos.

Me quedé estática. Sus palabras desbordaban una sinceridad tan profunda que no pude dudar ni un instante: estaba enamorada de mí.

—¿Desde cuándo te sientes así? —pregunté aturdida, sintiendo cómo la garganta se me cerraba—. ¿Cuándo descubriste que...?

No pude terminar la frase. Las palabras se me atascaban entre la confusión y el miedo.

—Desde la fiesta —respondió Mel sin dudar—. Desde ese momento lo supe. Judith, sé que no entiendo mucho sobre el amor, pero también sé que tú sientes algo por mí.

Sus ojos se clavaron en los míos con una intensidad que me obligó a apartar la mirada.

—No lo sé —susurré—. Yo amo a Amber... pero contigo no sé qué me está pasando.

No tuve el valor de mirarla. No quería ver su expresión ni imaginar lo que estaría pensando. Temía escuchar algo que me destruyera, temía oír de su boca frases como: "solo fui un buen rato para ti, una distracción, un juguete con el que jugaste más de una semana, pero que ya no quieres."
No quería eso. Mel no era nada de eso...

—Judith —me llamó suavemente, sacándome de mis pensamientos.

Tomó mi mentón con delicadeza y alzó mi rostro hasta que nuestros ojos se encontraron. Su mirada temblaba, pero su voz sonó firme, casi poética.

—Desde niña aprendí a expresar mi amor de la manera más pura y desbordada —comenzó—, como me lo enseñaron, sin medir palabras ni gestos. Pero al crecer, muchos comenzaron a llamarlo exageración, a confundirlo con coqueteo. Por eso, cuando nació en mí el deseo de demostrarte cuánto te amo, creí que estaba cayendo en lo mismo... que volvía a exagerar. Y decidí callarlo, reprimirlo, sin darme cuenta de que lo que realmente sentía era amor de verdad, porque me había enamorado de ti sin tener un motivo.

Su voz se quebró apenas un instante, lo justo para que mi pecho se contrajera.

—Sentí pánico cuando entendí lo que me pasaba —continuó con un hilo de voz tembloroso—, porque sabes que siempre he odiado no tener un manual, unas instrucciones que me digan cómo no equivocarme. Pero contigo todo es distinto... contigo no necesito reglas ni guías; simplemente estoy dispuesta a arriesgarme, a caer, a aprender, a vivir cada paso a tu lado, aunque eso signifique perderlo todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.