Érase una vez

Capítulo 3: Sala de estar.

De regreso a casa el silencio invadió el coche de manera incómoda, nunca me había sentido así con ella. Intente sacar algún tema de conversación para aliviar esta situación, pero se limitó a responderme de manera fría y cortante.

Su silencio fue suficiente como para hacerme sentir culpable por todo esto. Mi plan es no molestarla, hasta que al menos ella me dirija la palabra. Mi preocupación en silencio es interrumpido por Rose.

-Tom, hice lo que me recomendaste.-Estaciona el auto frente a la casa.-Y me siento como una idiota por haberte hecho caso... Ni siquiera sé por qué te culpo, maldición.-Se quita el cinturón y yo también me la quito.-No tienes nada que ver en esto, perdóname. 

-Rose, pensé que tu madre había cambiado.-Bajamos del coche.-Tenía la esperanza de que toda saldría bien.

-Creo que, por esta vez, un perdón me bastaba.-Abre la puerta de la casa algo triste.-Por esta vez, no rogaré a nadie, me humille lo suficiente como para seguir recibiendo maltratos. 

-Rose...-La sostengo de los hombros cuidadosamente y ella los encoge.-Perdón por todo esto, sabes que no te haría pasar por algo así.

-No es tu culpa Tom, deja de disculparte.-Parece no ser capaz de mirarme a los ojos.-Es mi culpa por suponer que esta vez sería diferente.

-No digas eso, Rose.-La abrazo.

-Estuve muy equivocada, qué ilusa soy.-Quiere llorar otra vez, lo puedo notar en su respirar.-No tengo idea de como dejar de pensar en todo lo que me hizo pasar, los recuerdos permanecen y yo me torturó con las mismas ideas, una y otra vez, como si nunca fuesen a terminar.-Ingresamos a la casa.

La sostengo de la mano, tengo muchos nervios, aunque mi intención no sea la prevista. Me dirijo con ella hacia el sillón, y tomo asiento junto a ella.

-Rose...-Ella asiente con la cabeza.-Estamos para apoyarnos siempre.-Observo la TV apagada.-Tengo que admitirte que me siento como una mierda por hacerte esto, pero intentaré remediar el problema, espero que me comprendas.-La TV nos refleja y siento soledad en nuestros cuerpos.

-Tom detente, esto no es culpa tuya.-Intento no verla a los ojos, aunque ella sí me está viendo a los ojos.-La culpa es mía... odio meterte en mis asuntos. Es que, me encanta, verte feliz. Yo con saber que tú estás bien, yo también lo estaré.-Eso último me saco una sonrisa.

-Tú mereces más que esto.-Me señalo a mí mismo y logré que sonría un poco.-Pero me alegra saber de qué ayude a que estés bien.-Ella me abraza.

-No quiero ser intensa, Tom. Pero te amo.-Me sorprendió la expresión, ¿Realmente, ella siente el amor como yo lo percibo?

Se aleja lo suficiente como para ver sus ojos marrones brillar mientras me observa con intensidad. Esto se volvió un patrón que no pienso admitir.

-No comprendo que esperamos.-Murmura, Rose.-Se que también me amas. 

Siento algo nervios, ella está cerrando los ojos y se acerca a mis labios. Nunca estoy listo para los besos con Rose aunque no sea la primera vez. No me queda más de otra que seguir la corriente. Nuestros labios se unen y me sostiene del cuello mientras nos besamos, somos mejores amigos porque así lo decidí. Ella es la primera en alejar sus labios, se siente bonito tener esta sensación con mi persona favorita. 

-Rose...-Murmuro, nunca comprendo mis emociones.

-¿Sí?.-Dios, es tan hermosa.

-¿Esto no cambiará nada, cierto?

-Niño, esto no cambiará nada.-Nuevamente me besa, y su mano izquierda, se reposa en mi entrepierna.

Mi cuerpo se erizó, esto no puede estar pasando, nunca había dado el siguiente paso hasta ahora. Se empezó a quitar la blusa que se llevaba encima, hasta qué...

Una llamada telefónica interrumpió este peculiar momento.

Ambos nos quedamos viendo mutuamente con algo de incomodidad, alcanzo su móvil que está sobre la mesa que está a lado del sofá y reviso quién está llamando. Para mí buena o mala suerte, John me ha marcado, de cierto modo fue un alivio recibir su llamada.

-Rose... mi jefe me está llamando.-Me observa algo descontenta.

-Entiendo.-Se levanta y recoge su blusa blanca.-Es raro que te llame un domingo por la mañana.

-Supongo que quiere algún favor.-Me abrocho mi chaqueta.-Ya sabes que no puedo faltar.

-Si lo sé, que te vaya bien Tom.-Sonríe levemente y se dirige a su habitación.-Y... todo está bien entre nosotros, solo fue un momento.-Cierra la puerta de su habitación de manera brusca.

Ella puede estar un poco incómoda por esto y lo entiendo, pero debo admitir que esta vez me gusto más, aunque el contexto no haya sido la mejor excusa.

Respecto a John, no puedo faltar una vez más al trabajo, estoy en constante vigilancia, pues digamos que soy muy despistado con mis alrededores y más de una vez ocasione muchas perdidas para la empresa. Así que cualquier tontería que haga, sería la razón perfecta para despedirme.

Dejo de pensar por un momento en mí, y respondo la llamada.

-Tom, sé que hoy es tu día libre.-Parecer estar en alguna fiesta.-No sé si te habrás percatado por todo el alboroto en el que me encuentro, pero estoy en una reunión especial y soy el invitado de honor.-Alguien llama a John a lo lejos.-Te tengo mucha confianza hombrecito, y ya sabes que te pediré como favor.-Que bien se la pasa este hombre.-Mi hija está en la casa de mi exesposa, y necesito que la saques de ahí. Tiene que visitar a su padre.-Típica queja de padre solitario.-Ya sabes... los niños crecen y te van dejando de lado. La verdad no quiero que me pase eso con mi nena.-Su voz se aleja del móvil.- Bien Tom, ya sabes donde vivo, mi coche lo deje fuera de mi cochera y las llaves están detrás de la cámara de vigilancia, creo que lo recuerdas muy bien.-Hace mucho que no recojo a Sofí.-Por cierto, te lo compensaré, no te preocupes por eso.-Cuelga sin más.

Observo el móvil de Rose por unos momentos, estoy medio hipnotizado por este. Dejo el móvil en el sofá y camino hacia la puerta de salida.




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