Érase una vez

CAPÍTULO 6: Una invitada especial.

Llegamos, aunque un poco tarde, por el tráfico.

Estaciono el coche de John atrás del coche de Rose, y apago los motores.

-¿Has pintado la casa?.-Se asoma por la ventana.

-Sí, la pinté hace un par de meses.-Me quito el cinturón.-Se estaba despintando y necesitaba un retoque, ya sabes cómo es Rose.

-Me gusta ese tono de naranja de tu casa, es muy distinta a las demás en esta calle.-Pensé que era un color poco llamativo.

Bajo del coche y ella me sigue, coloco seguro al auto y realiza los típicos pitidos de un coche cerrado.

Me dirijo a la puerta de mi casa, intento buscar las llaves, pero recuerdo que siempre las olvido, así que toco la puerta. Rose abre la puerta lentamente, y veo que se ha puesto un polo y una falda, más corto de lo usual. Puedo ver su abdomen por completo y parte de su sostén que es rosa, mierda.

Me mira a los ojos, algo confundida.

-Atrás tuyo... hay una niña.-No parece reconocer a Sofí.

-Es Sofía, no sé si la recuerdes.-La pequeña saluda detrás de mí, con una gran sonrisa en su rostro.

-¿Es la hija de John?.-Asiento con la cabeza.-¿Te dijo que la cuidaras?

-No, pero ella quería verte.

-Está bien, que pase.-Se aparta de la puerta y me deja pasar.

Ambos ingresamos a sala, Rose se tomó el tiempo de dejar el lugar impecable mientras yo salía. Supongo que estaba planeando algo respecto a lo de hace un rato... Supongo que se puso un poco acalorada con lo que pasó en la mañana. Además, desapareció de mi vista, imagino que se habrá ido a cambiar.

-Toma asiento Sofía.-Le señalo el sillón del medio que tenemos en la sala.

Es fácil de identificar la sala, pues solo tenemos 2 sillones y un sofá, ella se sienta en el sofá izquierdo y parece estar emocionada.

Me acerco al cuarto de Rose, que está a lado de la sala y toco la puerta. A veces no entiendo a esta chica.

-¿Rose?

-Fue un mal momento, no creí que vendrías con una niña.-Me sonrojo, no estuve muy lejos de la realidad.

Me alejo de su habitación y regreso a la sala, donde se encuentra Sofí.

-Me gusta tu casa, cambio mucho desde la última vez que hiciste de niñero.-Al parecer notó los pequeños cambios que le hicimos.

-Tengo mala memoria, pero podría aproximar que ha pasado un año desde tu última visita. Y en efecto, tienes razón.-Sonrió, me parece lindo que alguien al fin se haya percatado.-Hay más cuadros y dibujos por las paredes.

-Tu casa me hace sentir muy cómoda.-Se recuesta en el sillón.-¿Alguien más vive en esta casa, además de Rose?

-No, solo vivimos Rose y yo.-Frunzo el ceño.-Estamos bien así, ni mascotas, ni nada, por ahora.

-¿Siguen durmiendo separados?.-Sofía murmura de manera coqueta, me deja un poco frío la pregunta.

-Sí.-Realizo una pausa.-Y no tiene nada de malo dormir separados, cada uno necesita su espacio.

-No te alarmes Tom, creo que es lindo tener tanta confianza con una persona.-Que se trae esta niña, me está cuestionando mucho.

-Y lo es, es lo mejor que puede pasar en una amistad, la confianza.-Me tiro hacia atrás y el sofá se dobla un poco.

-Me gustaría tener a una amiga como Rose, pero no sé como hacer amigos.-Esta aclaración no me lo esperaba, Sofía no parece ese tipo de chicas que tiene poco amigos, la verdad.

-Si te sirve de algo te puedo contar la vez que conocí a Rose.-Quiero aliviar las tenciones.-Yo tampoco soy bueno haciendo amigos, pero ahí la tienes.

-Claro, escucho.-Parece una niña pequeña.

-Hace...-Cuento con los dedos.- 19 años, creo... conocí a la pequeña Rose.-Ella me mira a los ojos muy sorprendidos.-Lo sé, parece una eternidad.

-Necesito saber cómo.-Se acomoda en el sillón y toma una postura muy atenta.

-Está bien.-Vuelvo el sillón a la normalidad y mantengo una postura de charla.-Era un verano como cualquiera, no había clases, los amigos salían de vacaciones, cosas que todo niño quiere... No tener.-Realizo una pausa.-Recuerdo que había discutido con mi abuelo un par de días después de salir de vacaciones. Había roto su radio, mi error fue mentirle, pienso que era una de las primeras mentiras que he tenido con él, y obviamente era muy malo para hacer eso. No tardó en descubrir mi mentira.-Me acomodo un poco el peinado que llevo encima.-Lo único que hizo fue mandarme a mi habitación. Ni siquiera se molestó tanto por esto, parecía no importarle la radio, o eso quería creer. Cuestión, estuve en mi habitación sin hacer nada como por ¿Una hora?.-Ver a Sofía tan concentrada en la historia, me da algo de gracia.- Necesitaba salir de casa, estar en una habitación tan grande y solitaria EN VACACIONES, era el peor castigo que le puedes dar a un niño tan hiperactivo como yo. Así que, decidí salir por la ventana.-Aquel recuerdo se me viene en mi cabeza y parece como si lo estuviera volviendo a vivir.-Tuve que bajar de un árbol que antes había en el patio.-Es curioso que ese árbol no duro mucho tiempo.- Mi abuelo la quito muy poco después de enterarse de que me escapaba por ahí.

-¿Has vivido aquí desde que tenías 7 años?.-Asiento con la cabeza.

-Sí, más o menos.-Siento que Rose me está escuchando, pues hace un rato, dejo de hacer ruido en su habitación.-Mi idea era ir a la loza a jugar un partido con mis amigos, para pasar el rato y olvidar el castigo tan absurdo que me dio. Caminé directo hacia el lugar, estaba a la vuelta de mi casa. Al llegar, no había nadie.-El rostro de Sofí se entristeció por un momento.-Me encontraba completamente solo en el campo, en una hermosa tarde de un miércoles.

-Qué mala suerte tuviste.-La observo de reojo.-Supongo que paso algo después, no puede acabar así.

-Regrese a casa desanimado, y como no quería volver a mi habitación, me senté a lado de aquel árbol.-Es raro recordarlo.-De pronto y por arte de magia. Una niña pequeña y con gafas de sol muy grandes se acercaba de la otra calle.




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