Adrien observa a su alrededor, aquella lujosa sala donde espera a que la cena sea servida parece salida de un cuento de hadas, bastante grande, ostentosa y colorida, no cabe duda de que Noa y su esposo han decorado a gusto y placer el lugar. Suspira nervioso, Ara va y viene por el lugar interesada y curiosa, el fantasma no lo deja ni un segundo del día desde que tuvo aquel desayuno con sus colegas, parece decidida a seguirlo a donde sea que vaya y, si tiene que admitir, comienza a acostumbrarse a su presencia, excepto por las botellas de alcohol que rompió en la cocina y el café que desperdició ―según Ara son pequeños detalles―.
*Flashback*
―Mis rondas me tienen mal, necesito vacaciones de inmediato ―Noa, el encargado general de la morgue, apoya su cuerpo contra el locker que le pertenece―. No puedo seguir así.
―Deberías pedirte un par de semanas, siempre haces horas extras y eres de los que menos descansan ―Adrien aconseja mientras se quita la bata.
―Sí, pero el dinero me viene bien, estoy terminando de remodelar mi casa y mi esposo ya trabaja por su cuenta para agregar algo a los gastos ―chasqueó la lengua―. Todo es dinero.
―Cierto ―asintió, observó a su colega y se aventuró con la pregunta―. ¿Quedan cadáveres que no hayan sido reconocidos por sus familiares en la morgue?
―Solo uno, pero es de un hombre mayor. El resto todos tienen nombre y sus familiares acudieron a reconocerlos ―se encogió de hombros―. ¿Por qué?
―Pensé que podía buscar el nombre de un paciente allí ―suspiró desanimado por no poder tener buenos resultados en su búsqueda.
―No creo que tengas suerte, además, a veces solemos recibir cuerpos del Hospital Sur, ya sabes que sus instalaciones son más pequeñas que las nuestras y cuando hay siniestros como accidentes colapsan de inmediato ―Noa comenzó a atar sus agujetas―. El accidente del rio Sena hace un tiempo hizo que trabajáramos el doble debido a ello.
―Oh ―Adrien levantó la mirada como si hubiera recibido una revelación―. ¿Crees que pueda tener el nombre de un paciente que haya estado allí? Sé que es improbable, pero necesito saber.
―Puedes, como una consulta externa al caso o preocupación por su evolución, ¿Cómo se llama? Puede que haga mis averiguaciones ―asintió.
―Solo sé que tiene un “Ara” en él. Desconozco su apellido ―negó.
―Viejo, es imposible que pueda encontrarlo si no tengo un nombre completo, ¿tienes idea de la cantidad de personas que pasan por las instalaciones? ―soltó sorprendido entre gesticulaciones exageradas.
―Tienes razón ―suspiró―. De todas formas, es alguien que ya murió.
― ¿Por qué no vienes a casa esta noche? Cena conmigo y mi esposo, estoy seguro de que él puede ayudarte con lo que te sucede ―sonrió Noa.
― ¿Cómo sabes que me sucede algo? ―Adrien frunció el ceño viéndolo con suma desconfianza.
―Porque tengo un esposo bastante intuitivo y porque trabajo en una morgue, si te dijera todas las cosas que me han pasado estando allí o en mi casa, creo que te volverías loco de solo tratar de imaginarlo ―rió bajo colocándose su abrigo―. Te veo en mi casa, no faltes.
―De acuerdo ―murmuró sabiendo que Noa intuía algo de lo que estaba viviendo y eso era para Adrien una señal.
*Fin de Flashback*
―Hola ―un hombre de cabello negro como la noche y ojos tan claros como el cielo al amanecer se presentó frente a Dubois con una leve sonrisa―. Tú debes ser el amigo de Noa, mucho gusto, soy Louis.
―Es un placer, soy Adrien ―estrechó la mano que le era tendido y tuvo una extraña sensación, como un cosquilleo que recorrió su cuerpo―. Gracias por invitarme a cenar, no suelo salir de casa.
―No tienes que agradecer, para mí es un gusto ―sonrió Louis tomando asiento frente a él sin dejar de verlo, también había sentido ese cosquilleo peculiar.
Adrien no pudo seguir concentrado en la conversación porque el gato negro que dormía sobre el sofá se había incorporado tratando de darle zarpazos juguetones a Ara que se escondía tras el mueble, quería decirle que se detuviera, que dejara de jugar con el animal porque podía crear problemas o generar una situación extraña pero fue interrumpido por la risa de Louis.
― ¿Qué tanto la ves? Deberías dejarla jugar con mi mascota, Bora es una gata bastante amable ―Louis sonrió de lado.
―Temo que cause algún destrozo ―negó preocupado sin darse cuenta de la charla.
―Ah, entonces, sí puedes verla ―Louis apoyó su mejilla contra el dorso de su mano―. Qué interesante individuo eres, Adrien.
― ¿Qué? No, no, digo, que me preocupa que la gatita haga algún destrozo ―sonrió nervioso.
― ¿No crees en fantasmas?
―Para nada ―rió bajo.
― ¿Tampoco crees en que puedo darme cuenta de que me mientes? ―continuó sonriendo.
― ¿Qué eres? ¿un adivino o algo así que intenta hacerme creer en fantasmas? ―se mofó el neurocirujano.
― ¿Adivino? Para nada, pero puedo decirte que lloras la pérdida de aquel que era tu otra mitad ―murmuró con seriedad y fue cuando la sonrisa de Adrien desapareció por completo―. Ahora sí me crees, ¿no es así?