Erase una vez un cielo estrellado

Querido tú: El camión de donaciones se llevó tu nintendo

El cambio a menudo se asemeja a un terremoto que sacude los cimientos de nuestra vida. Lo que creíamos sólido y seguro, como una antigua estructura erigida con cuidado, se tambalea y cruje, y en un instante, todo puede venirse abajo. Los sueños, las rutinas y las certezas se desmoronan, dejándonos en un paisaje de escombros.

En medio de esta devastación, llega el momento crucial de la elección. Es un instante donde la desesperación puede llevarnos a la parálisis o, por el contrario, a la acción. La necesidad de respirar, de volver a levantarnos, nos empuja a evaluar qué queda en pie y qué puede ser reconstruido.

La decisión de cambiar, de reconfigurar nuestra vida, puede ser aterradora. Pero también es una oportunidad para ser creativos, para rediseñar lo que somos. Tal vez descubramos que, entre los escombros, hay fragmentos valiosos que podemos usar para edificar algo nuevo: experiencias, aprendizajes, conexiones humanas.

Este proceso puede ser doloroso, pero también liberador. Nos enseña que, a veces, el colapso es un requisito para la transformación. Como el fénix que resurge de sus cenizas, el cambio puede ser el renacer que nos permita encontrarnos de nuevo, más fuertes y más auténticos. Al final, el caos puede convertirse en el catalizador que nos lleve a una vida más plena, donde cada decisión, aunque difícil, se convierta en un paso hacia nuestra verdadera esencia.

En la mitad de la noche, cuando el silencio se adueña de la casa, la voz temblorosa de Ariana me arrastra de vuelta a la realidad. En el fondo, se que es una de esas noches en las que mis miedos y dudas se manifiestan a través de sus preguntas, preguntas que yo misma me hago en mi mente, pero que no sé cómo responder.

Mami, ¿dónde está papá?

Esas palabras calan hondo, como una daga. El vacío que ha dejado su ausencia es profundo, y mis intentos por llenar ese espacio con promesas y explicaciones se sienten vacíos. No hay respuestas que puedan consolarla, ni palabras que puedan aliviar mi propio dolor.

Está de viaje, bebé. Mañana te recogerá en la guardería y pasarán por Nathan al colegio. Tendrán todo un fin de semana con él. ¿Te gusta esa idea?

Ariana asiente en silencio, como si las palabras de consuelo fueran suficientes para tranquilizarla. Dentro de mí, siento que nada puede hacer que esta situación sea menos dolorosa. Dominic había sido claro: quería pasar por casa, recoger a los niños y hacer todo de la manera más “normal” posible. Pero las reglas las había puesto Drake, y aunque la idea de que él viniera solo me causaba algo de dolor, entendía que era lo mejor. Nadie quería que las tensiones entre nosotros se volviesen más evidentes. No podía seguir bajo el mismo techo que él, ni siquiera por un segundo más.

El contacto cero había sido lo más difícil, aunque a veces parecía la única solución. El impulso de enviarle un mensaje, de contarle cómo me sentía, cómo había conseguido finalmente la fecha para mi especialización, era constante. Pero me había acostumbrado a borrar los mensajes antes de enviarlos, a callar la necesidad de compartir cada pequeño logro, cada momento que quería que él estuviera allí para celebrarlo conmigo.

De repente, los recuerdos invaden mi mente, como una corriente imparable mezclados con la imaginación sin poder impedirlo. Lo imagino a mi lado, abrazándome, susurrándome al oído lo maravillosa que soy, repitiéndome lo orgulloso que estaba de mí. Oigo su risa, esa risa que tanto me tranquilizaba, y me imagino su mirada traviesa, dándome los besos que me hacían sentir amada. Lo oigo susurrar que es momento de celebrar como es debido. Pero esa realidad ya no existe. La vida nos ha llevado por caminos separados, y ahora solo quedan los recuerdos.

—Basta, Savannah.

Cierro los ojos por un instante antes de presionar mis dedos sobre el teclado del celular. No puedo seguir perdiéndome en lo que ya no es.

[Mensaje de Savannah a Drake]

“Voy a vender la casa. Dile que necesito su firma.”

La respuesta de Drake llegó casi al instante.. Sabía que no había otra manera, que esto tenía que suceder. Ya no podía seguir en ese limbo, aferrándome a lo que no existía. Este lugar ya no era nuestro hogar. Era solo un espacio vacío que mantenía las huellas de lo que fuimos, pero sin la esencia de lo que todavía podíamos ser.

[Mensaje de Drake a Savannah]

“¿Estás segura?”

[Mensaje de Savannah a Drake]

“Sí. Tiene una semana para enviarla y para determinar el día que vendrá por las cosas que quiera llevarse. El resto será donado o vendido con la casa. No quiero nada que no sea de los niños.”

[Mensaje de Drake a Savannah]

“Está bien, hablaré con él.”

[Mensaje de Savannah a Drake]

“Gracias, Drake.”

Italia me dio los mejores momentos de mi vida, pero ahora todo se ve empañado por los recuerdos y la nostalgia. Necesito algo nuevo, algo que me pertenezca completamente. Quiero crear nuevos recuerdos que sean míos y solo míos, recuerdos que me recuerden quién fui, quién soy y, sobre todo, quién puedo llegar a ser.

Hago esto no solo por mis hijos. Es una muestra de amor propio, una forma de sanar. No puedo quedarme atrapada en el pasado mientras mis hijos siguen creciendo, mientras la vida sigue avanzando. No puedo seguir hundiéndome, no es justo que yo esté perdida mientras ellos viven, aman y ríen sin miramientos.

No quiero ser la madre que abandona recuerdos, que borra cada rincón de la vida que compartí con él. Pero debía hacerlo. Por mis hijos, por mí misma, por un futuro que se aleja cada vez más de la oscuridad del pasado. No me quedaba otra opción. ¿O sí? ¿Acaso no estaba tomando decisiones impulsivas por miedo al dolor? ¿O finalmente, estaba actuando por mí, por la mujer que aún guardaba algo dentro de sí misma?

Mi teléfono vibra de nuevo, y aunque se que es solo una confirmación de lo que ya he decidido, algo en mi pecho se apreta



#583 en Joven Adulto

En el texto hay: divorcio, drama, conflictointerno

Editado: 22.02.2025

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