Erase una vez un cielo estrellado

Nunca espero nada de nadie y aun así logra decepcionarme (SI, NADIE ES ÉL)

La desilusión es como un reloj de péndulo que, al principio, marca el tiempo con precisión. En los momentos más esperados, cada tic y cada tac resuena con promesas de futuro: citas, sueños, momentos que parecen tan cercanos que casi puedes sentirlos palpitar en el aire. Te sientes confiado, seguro de que todo marchará como lo planeaste.

Pero con el paso del tiempo, el reloj empieza a desajustarse. El péndulo, que antes oscilaba con regularidad, comienza a perder su ritmo, como si las manecillas estuvieran atrapadas en un ciclo de incertidumbre. Los minutos se alargan, los segundos se vuelven inciertos. Lo que antes parecía claro y certero, ahora se convierte en un caos de expectativas no cumplidas.

Cada vez que miras el reloj, sientes la punzada de la desilusión: las horas pasan, pero los momentos que esperabas no llegan. La promesa de un futuro brillante se desdibuja en el sonido monótono del péndulo, recordándote lo frágil que es el tiempo. Las ilusiones que tenías, construidas sobre la creencia de que el tiempo sería tu aliado, se desvanecen en un soplo de realidad.

No obstante, al igual que un reloj desajustado puede ser reparado, la desilusión también trae consigo la oportunidad de reevaluar. Te obliga a mirar más allá de las manecillas y a apreciar el tiempo presente. Te enseña que, aunque el reloj pueda fallar, hay un valor en cada momento vivido, en cada experiencia acumulada.

De pie junto a la ventana, mi mente vaga entre recuerdos y preocupaciones. El sonido de la puerta me trae de vuelta a la realidad. Olivia entra con Ariana en brazos, seguida por los niños, que arrastran sus mochilas y maletas, como si la carga fuera más que solo su ropa.

La atmósfera se vuelve tensa al instante. Nadie dice una palabra, pero todos sabemos lo que esta en el aire.

La presencia de Dominic, aunque ausente, se siente en cada rincón de la habitación, pesada, como una sombra que no se puede ignorar.

—Bueno— Camino en su dirección y empiezo a hablar. Los conozco lo suficiente para saber que si no lo hago simplemente no me contaran lo ocurrido— Creo que necesito una explicación. Dominic no deja de llamar y su silencio no me ayuda. ¿Cuál de los tres me dirá por qué estamos enojados con mi ex?

Drake, Olivia y Nathan se miran, como si buscaran las palabras adecuadas. Finalmente, es mi hermana quien toma la palabra.

—Como sabes, el fin de semana pasado le correspondía a Dominic pasar tiempo con los niños. Pero, debido a la presentación de mi sobrino en Sicilia, cambiamos el plan para este fin de semana.

La observó con el ceño fruncido ¿Por que me recuerda algo que se perfectamente? El viaje ida y vuelta a Italia fue fatal, pero valió la pena.

—Sí, lo sé—Le recuerdo. Las Kaiser solemos irnos por las ramas cuando nos conviene así que prefiero redirigir la charla a lo importante— Tenía entendido que los niños vendrían en dos días, aprovechando que las clases no empiezan hasta el miércoles. ¿Por qué los recogieron hoy? Algo me dice que no fue idea de Föller.

—Yo los llamé, mami. — La voz trémula de Nathan llega a mis oídos y mi vista se posa enseguida en él ¿Que demonios sucedió? — Le pedí a tía Olivia que pasara por nosotros.

—¿Por qué? ¿Tu padre dijo o hizo algo que te hizo sentir mal?

Todos se miran en silencio. Un silencio que me empieza a poner nerviosa. Justo cuando creo que nadie dirá nada, mi hijo habla, y en ese momento siento que el mundo da vueltas.

—¿Por qué mi papá recibió con un beso a la tía Stacy?

Maldita sea, Dominic. ¡Solo te pedí una cosa y no pudiste hacerlo!

—¿Stacy estaba en casa cuando llegaron allí?

Como dije las ramas son nuestra mejor armamento

—No. Fuimos con papá de compras. Dijo que no tenía suficiente en casa y que debía conseguir lo que nos gustaba. Después, fuimos a comer helado y a pasear por el parque. Un rato después, me preguntó si estábamos bien en Hamburgo, y le dije que sí. Hablamos de la exposición, y se disculpó por no poder asistir. Luego…

Se queda callado y le sonrió para que siga hablando, mostrando que no estoy enojada o que escucharlo hablar de su padre me afecta en algún sentido.

—Él me preguntó por ti. Quería saber si estabas comiendo, si te estabas cuidando y donde estabas. Yo le dije que estabas aprovechando la visita que teníamos a Berlin para realizar unas diligencias. Se sorprendió que hubieses viajado con nosotros.

Lo entiendo. Se supone que cuando rechace mudarme aquí era para poner distancia de por medio. Sin embargo con el plan que tengo en mente para un futuro inversionista debía viajar y aproveche para hacerlo este fin de semana.

—Seguimos hablando y nos dirigimos a casa. Arreglo lo que compramos y nos indico donde dormiríamos. aunque le dio risa que Ari dijera que ella dormiría con él. Desde que lo vio no quería soltarlo. Papá la llamó una pequeña garrapata. Fue muy gracioso verlo cocinar con Ariana dando vueltas a su lado, al final tuvimos que bañarla antes de cenar.

Una sonrisa se posa en sus labios mientras observa a la pequeña que duerme ahora en el sofá, pero estoy segura que al despertar el llanto será la melodía que nos acompañara.

—Estábamos cenando cuando ella llegó.



#1004 en Joven Adulto

En el texto hay: divorcio, drama, conflictointerno

Editado: 20.05.2025

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