Érase una vez un Kdrama

Capítulo 2

—Si llegas tarde cuando te llame nuevamente…¡Morirás!.  El paquete que está atrás es tuyo, es un nuevo teléfono, ¡no lo pierdas!.

—Estaré ahí antes de que ese pensamiento pase por su cabeza nuevamente Señor. 

Roberto se marcha en el auto dejando a su jefe afuera de su hogar, un apartamento de soltero en el medio de la ciudad, cerca del aeropuerto y de su empresa principal. Al entrar, Dyland observa una vieja fotografía de él cuando era bebé. Recordando la única época en la que era libre, sin ningún tipo de preocupaciones. Comenzó a trabajar para su padre cuando era apenas un adolescente, él solo suspira y luego sigue su camino dirigiéndose al baño, bajo el agua, recibe una llamada inesperada de un hombre con tono alarmado.

—Señor, tiene una llamada de un número desconocido a mi agenda.  ¿Desea tomarla o la rechazo?.

Sofía, la Asistente Virtual y también Inteligencia Artificial personal de Dyland le habla a través de uno de varios audio-conectores distribuidos en toda la casa. 

—Hay números que no tienes guardados aún Sofía, cuando pueda los transferiré a tu base de datos —recuerda comenzando a vestirse. 

—¿Quiere tomar la llamada… Señor? —pregunta nuevamente al no recibir la respuesta de Dyland. 

—Bien, ¡la tomaré!. 

—¿Habla el Señor Dyland?.

Detrás de ese teléfono se encontraba su chófer, aquella voz agitada era nada más y nada menos que de… Roberto. 

—Se supone que yo te llamaría cuando necesitara de tus servicios, no al revés —Dyland se coloca su camiseta y se dirige a su cama.

—Perdóneme, pero me detuvieron. 

—¿Cómo que te detuvieron? —se levanta bruscamente.

—¡Pues!... Cuando conducía hacia mi casa una patrulla me detuvo cuando pase… a su lado. 

—Te di un auto para que lo condujeras tonto, no para que te creyeras un corredor profesional Roberto.

Dyland lleva su mano a su cabello mojado revolviéndolo entre sus dedos al sentir algunas gotas caer aún por su frente. 

—¡No!, ¡escuche!... Me detuvieron porque pensaron que yo me había robado el auto, en realidad creo que fue algo racista… ¿Sabe? — Dyland respira profundo. 

—Señor, ¿puede venir a la estación y decirles que soy su chófer? —Dyland guarda silencio saliendo de la casa después.

—¿Señor?, ¿sigue ahí?... ¿Hola?. 

El tiempo de la llamada finaliza y Roberto comienza asustarse y dudar de que su jefe venga por él.

—Diablos, este es un nuevo récord… Contratado y despedido en la misma noche. 

—¿Oye?. Si dices que tu jefe es quién es, no te aseguro de que vendrá a sacarte de aquí amigo —le grita uno de los tres hombres encerrados en la celda. 

—¡Él vendrá!, tengo el mejor jefe del mundo y lo verán todos ustedes cuando venga por mí a la estación… ¡Ya lo verán!. 

Roberto entra a la celda y después se sienta alejado de los demás hombres. Lo observan intrigados.

—Lo mismo dije yo de mi exesposa… después de dejarme por una mujer —todos comienzan a reír, menos Roberto. 

—Eso fue hace diez años, amigo, ahora ella y Samantha tienen a una cría de ocho años, así que mejor quédate sentado donde estás.  ¡Nadie vendrá!.

—¡Él va a venir!.

Les asegura recostando su cabeza en la pared.  En un par de minutos Dyland llega a la estación de policía. 

—Soy Dyland Wang. Vengo porque un miembro de su personal arresto a mi chófer hace aproximadamente una hora.

Minutos después un guardia se aproxima y lo libera. Con una sonrisa en su rostro se levanta y luego se gira hacia los hombres alardeando:

—¡Hasta luego caballeros!, me parece que tengo inmunidad policial.

Él retoma su camino y se dirige a la entrada. Al observar a Dyland, corre a abrazarlo en un gesto de disculpa y agradecimiento, pero él se hace a un lado y Roberto termina abrazando a una anciana que entraba por la puerta de la Estación.

—¡Sabía que usted aclararía el malentendido!... no tengo palabras para agradecerle lo que acaba de hacer por mí.

Dyland comienza a caminar hacia afuera después de reír ante lo ocurrido. Roberto con los ojos cerrados aún, los abre de golpe al escuchar la puerta, luego observa a Dyland alejarse por las escaleras. 

—¡Joven!. No sé que clase de relación tengas con ese apuesto muchacho, pero me encantaría que me dejaras hacer mi denuncia jovencito —la anciana le sonríe cuando por fin la suelta.

—¡Es mi jefe!, y es el mejor jefe del mundo aunque… a veces es un idiota —dice orgulloso.

Él observa a su jefe sonriendo, luego corre tras Dyland alarmado, este se ha acercado a una patrulla y luego sube a ella como si fuera el dueño de esta.

—¿Pero qué está haciendo Señor?, lo arrestarán ¡baje de ahí!.

Le advierte tocando el vidrio de la puerta. Dyland suspira retirando los botones de su camisa.

—Sube ahora o te dejaré aquí —ordena molesto.

Roberto sube a la patrulla y luego un policía se les une poniéndolo en marcha, él lo reconoce al instante. Disimuladamente se acerca a Dyland y le susurra provocando incomodidad en su jefe.

—¿Cómo convenció a la policía señor?, ¿cómo hizo que el mismo hombre que me arrestó sea el que nos lleva ahora?. Hace casi dos horas yo estaba aquí rogándole a este hombre para que me creyera mis palabras —susurra.

—20% de mis ganancias son para la caridad, el 10% de mi dinero es donado a la policía aquí… y en mi país.

—Es lo menos que podemos hacer por usted señor Cha —comenta el policía y Roberto ríe.

—¿Y por los que somos marginados día a día?, ¿qué hacen ustedes contra eso?.

Agrega Roberto recordando el trato que el hombre le había dado anteriormente, esto le hizo recordar sus primeros días en Estados Unidos.

—No me darán el auto, sino hasta mañana a las 8:00 AM. Tú vendrás por él así que a las 8:30 te quiero en la puerta de mi casa —dice fríamente. 

Horas más tarde una chica despeinada, con ojeras y una Mancha de chocolate en su almohada, despertaba. Al salir el sol mientras Max se cepilla los dientes recibe un mensaje de parte de Leo que decía:




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