Érase una vez un Kdrama

Capítulo 3

—Hola, bienvenido amigo ¿Wow y a ustedes que les paso? —pregunta un hombre al observarlos.

—¿Usted es el dueño de la tienda?, ¿no es así?.

Dyland le lanza miradas frías a aquellos que se detienen a observarlo, luego escucha.

—¡No!, pero soy el encargado de ella.

—Le pagaré el doble de lo que gana en un día si saca a todas estás personas de la tienda... ¡Ahora mismo!.

El hombre se queda en silencio por unos segundos y luego le grita a todas las personas que se encuentran a su alrededor. Max impresionada solo baja la mirada apenada, mientras piensa:

Seguro es un hombre muy importante, no hace falta saber de modas para darse cuenta de que ese traje es más caro que lo que ganamos Oma y yo en la floristería en un año, seguro está furioso conmigo ahora... ¡Un segundo!, pero si a le golpearon con el auto fue a mí.

—Bien amigos la tienda se cierra así que todos afuera por favor, tengo que cerrar por un asunto familiar, por favor vuelvan mañana —le grita a las personas presentes.

Dyland se dirige hacia Max y ella levanta la mirada recordando que nada de lo que pasó fue su culpa.

—¡La ropa!.

—¿Disculpa? —se sonroja.

—Quítese la ropa para que pueda cambiarse señorita, su ropa está hecha un asco igual que la mía, ¿o quiere regresar así a su casa mientras incómoda a cada persona al pasar a su alrededor? —él le señala una esquina con un cartel de promoción.

—¡Ven conmigo!, te mostraré un lindo conjunto que tenemos —le dice una vendedora que había presenciado todo.

Max escucha a la chica mientras observa a Dyland quitarse la camisa, de inmediato se da vuelta y observa a la vendedora que por ese momento dejo de hablar al observar a Dyland desnudarse sin pena alguna.

—Es perfecto... ¡Me lo quedaré!.

—¡Sí!, yo también me lo quiero quedar —bromea.

—¿Podrías acompañarme a aquella esquina? —la chica continua con los ojos clavados

—Tú y yo somos las únicas chicas aquí, ¿así que? —sigue sin prestarle atención.

—¡Se acabó!, ¡ven conmigo!... es una tienda de hombres y mujeres ¿te comportas así con cada hombre que entra por esa puerta?.

—¡No!, solo míralo ¿crees que hombres como él vienen a tiendas cómo está?, es obvio que fuimos su primera opción no su elección, él entró en la primera tienda que vio —esta vez ambas lo observan.

—No me cae bien.

Dyland se acerca y la vendedora le hace señas disimuladamente a Max para que deje de hablar, pero era demasiado tarde, él se detiene a oír los comentarios.

—¡Miralo!, parece una antigua estatua del primer siglo —susurra— además él parece una mantis religiosa gigante, ¿con qué lo alimentaron de niño?... Probablemente ni siquiera entra en su propia cama.

Dyland pasa por su lado y después le paga al hombre sin decir palabra alguna, luego sale de la tienda dejando a Max atrás. Ella corre tras él he intenta disculparse mientras lo observa arrojar el traje que llevaba puesto a una bolsa y luego dejarlo en la basura.

—¡Vámonos! —Roberto entra al auto y lo enciende.

—¿No esperaremos a la señorita?.

—¿Tengo que repetirlo?... además al parecer ella ya se siente bien —comenta al observar a Max trotar hacia ellos.

Max corre, pero cuando está frente a Dyland el auto se marcha dejándole por último a Max una imagen de sus ojos que no olvidará jamás. En el auto Roberto observa como Dyland toma su preciado teléfono enojado.

—¿Señor... se encuentra bien?, parece molesto.

Dyland escribe en su teléfono mientras parece apuñalarlo con cada toque. Desesperado busca en la web la imagen de una Mantis Religiosa, al observarla detalladamente le hace Zoom al teléfono para verla aún mejor.

—¿Roberto?, ¿te parezco una mantis religiosa?.

Él intenta contener la risa ante la pregunta de Dyland, así que disimula ahogarse unos segundos:

—Para nada señor, quién lo insultó de esa manera.

—¡Así que eso es lo que fue!.

—¿Sabía que las Mantis Religiosas se devoran al macho después de, ya sabe... con ellos?.

—¿Y ESO QUE TIENE QUE VER CONMIGO? —le grita.

—Solamente fue un comentario, nada más, ya se lo tomo personal —susurra y Dyland apaga su teléfono.

—Date prisa, estamos atrasados.

—Como diga... Señor.

Por la tarde, Oma observa el conjuntó que Max llevaba puesto:

—Ese hombre me miro con desprecio Oma, además me siento culpable por burlarme de él de esa manera, ¡no fue mi intención!.

Max volvió a su casa y le contó a Oma todo lo que le había ocurrido sin omitir detalle alguno. Oma solo la escuchaba quejarse de lo sucedido.

—Te lo mereces, pero ¿por qué te trajiste eso aquí?, si lo echo a la basura es porque ya no lo quería.

Oma señala el traje que Max lava a mano tan cuidadosamente en el fregadero.

—Me dio miedo meterlo en la lavadora, no sé cómo se debe lavarlo, seguro esta tela requiere de un trato muy especial.

—Si su dueño supiera el "trato especial" que le estás dando en el fregadero de mi cocina —Oma ríe al observar a Max acariciar en lugar de tallar el traje de Dyland.

—Ja-ja-ja, Oma en serio estoy apenada además la forma en la que me miro cuando se fue... no me la puedo sacar de la cabeza. Jamás me habían mirado antes de esa manera, ni siquiera esos hombre de las Editoriales.

—Seguro te odia en estos momentos, pero te diré algo —Oma toma parte del traje y ayuda a Max a lavarlo.

—Nunca debes ser prejuiciosa con los demás si no los conoces.

—Oma lo que dije fue para que esa chica dejará de mirarlo, si yo hubiera estado en su lugar no me gustaría que esos tipos de la tienda me comieran con la mirada como ella lo hacía con él —Oma ríe recordando que le dio a Max la misma enseñanza que ella recibió.

—Las chicas son muy morbosas en esta ciudad, tú dices que una dama jamás se lanza de esa manera a un hombre —recuerda.

—Entonces tú serías el bocado más lindo de sus vidas —dice besando su frente.

—¡Déjalo ya!, vamos a tenderlo al sol no creo que se decolore, es un traje negro, pero creo que resistirá el sol.




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