Érase una vez un Kdrama

Capítulo 7

Al subir a su oficina junto a Roberto, él la llama nuevamente de la misma manera que ayer en aquella tienda, luego Max lo sigue para pedirle indicaciones. En el elevador, Max piensa en romper el silencio que había entre los tres, pero un pequeño tambaleo los sacude. Ella pierde el equilibrio y termina con su cara en la espalda de Dyland haciendo que él coloque sus manos adelante para evitar que ambos caigan. Roberto toma a Max y la separa de Dyland al observar lo que ocurrió.

—¿Estás bien?.

Le pregunta Dyland al observar a Max, ella le responde afirmando con la cabeza mientras acomoda disimuladamente el broche sobre su cabello.

Roberto observa el abrigo de su jefe y luego le susurra a Max tirando de la manga de su camisa.

—Ese —señala— es uno de sus abrigos favoritos y si nota eso, se va a enojar muchísimo y creeme, no quieres eso en tu primer día.

Roberto le extiende un pañuelo a Max y ella observa un poco de su maquillaje en el abrigo de Dyland tras el roce de hace un momento.

—¡Por favor!, recuérdame llamar por mi cuenta a alguien que venga a inspeccionar esto, no quiero quedarme encerrado en este lugar.

El elevador se abre por completo y Max es la última en bajar observando la mancha sobre el abrigo de su nuevo jefe.

—Será mejor que pienses en algo ¡pero ya! —susurra.

—Al llegar a la oficina se quitará el abrigo y esa mancha ¡la notará!, así que piensa en algo ahora —sugiere.

Roberto se dirige a la primera máquina de café que observa dejando a Max con el pañuelo en su mano y una misión por cumplir. Mientras Dyland camina algunas personas se acercan a él y lo saludan amablemente. Max únicamente piensa en ¿cómo quitará esa mancha de ahí?. Él se acerca a una chica, esta amablemente le sonríe y luego le habla cuando Dyland toma entre sus manos unos papeles en el cubículo, observándolos.

—¿Cómo vamos con las historias nuevas karen? —la chica se levanta y lo observa.

—Señor, las historias nuevas son bien recibidas por los lectores, hay una en especial que los mantiene enganchado.

La chica regresa a la silla y busca algo en su computador, en él se refleja la historia que Dyland leía, rápidamente la quita de la pantalla antes de que Max logre verla o peor aún... leerla.

—¡Ella es Max!, mi nueva secretaria, enséñale todo lo que puedas. Por tu cuenta, ¡por favor!, avisa para que alguien venga a arreglar el cubículo que está cerca de mi oficina y mientras tanto déjala aquí contigo.  

Dyland deja lo que tomo de vuelta en su lugar y la chica saluda a Max, él las observa a ambas y luego se marcha a su oficina sin decir nada más. Max observa a Dyland caminar y luego lo detiene tomando su mano, esto lo toma por sorpresa atrayendo la atención de algunos de los presentes hacia ellos.

—Señor —lo abraza— muchas gracias por lo que hace por mí. Le prometo que daré el 100% de mí, se lo prometo.

Max pasa el pañuelo por la espalda de Dyland borrando la marca sobre él. Dyland interrumpe el abrazo caballerosamente después que ella ha violado su espacio.

—Tú... Solamente cumple con lo que te pida y ¡por favor!... no me toques de nuevamente —le susurra.

Max se inclina dando la misión por cumplida, Dyland se dirige a la oficina acomodando su abrigo. Ella sonríe y respira observando su espalda sin marca alguna. Roberto llega después ofreciéndole una tasa de café.

—¡Muy buena jugada!, pero no debiste abrazarlo —le advierte.

—Señorita Max, a ese hombre, hasta el viento se abre paso para no tocarlo.

Roberto se retira tomando del líquido de la taza en su mano. Max se sienta junto a la chica y luego Roberto se les une tomando una silla de al lado.

—Así que eres su secretaría. Eres la primera que tiene desde que tengo memoria, hace 5 años despidió a su secretaria por derramar café sobre su camisa —confiesa.

—¿Es en serio?. Es un tirano, eso no se le hace a la gente —dice Roberto impresionado.

—Yo únicamente quiero olvidar lo de hace unos segundos —Karen acerca la silla y luego susurra:

—¡Lo conozco!. En los primeros años que llegó de Corea muchos en estas empresas dudaron de sus habilidades como dueño y Editor en Jefe, pero en menos de un año les cerró la boca a todos ellos. En un año las ganancias de la empresa Red Pipper se dispararon y las historias tuvieron un lugar en el mercado, tanto en la app como en sitio web obtuvieron el primer puesto —Max y Roberto se muestran sorprendidos.

—Quizás parezca apuesto y camine como si fuera una obra de arte, pero en realidad es despreciable en ocasiones. A veces, se queda encerrado en su Oficina toda la noche y se marcha al día siguiente.  Los primeros días ni siquiera me dirigía la palabra, actuaba como si yo no existiera, ¡es un idiota!.

Roberto sale en defensa de Dyland al recordar que él tiene más tiempo de conocerlo, mucho más que ambas chicas frente a él:

—¡Oye!, tampoco exageres, no deberían juzgarlo sin conocerlo. ¿Quién crees que fue el primero entre tú y yo en cruzar palabra con él?... ¡Yo señorita!, yo era el que lo veía primero que todos ustedes cuando llegaba a América. Ese chico tiene problemas al igual que todos nosotros, los problemas en la vida te afectan independientemente de tener dinero o no en tu cartera.

—¡Ya cállate! —le ordena Karen.

—Observa esto —señala la pantalla y Max observa— estas son las historias menos populares, en este piso nos encargamos de la redacción de las historias. Aquellos que firman contrato con la compañía tienen la opción de solo escribir los borradores y nosotros nos encargamos de lo demás, solo busca la historia que quieras y comienza con ella por ahora, a partir de mañana serás la sombra del jefe.

Max elige la primera historia y comienza la redacción motivada por al recordar que alguna de sus historias podrían estar ahí en algún momento. En la oficina, Sofía se encontraba escuchando a Dyland:

—¡Ella me abrazo Sofía!, ¿por qué lo hizo?.




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