—Per—
Corremos hasta la entrada de los dormitorios.
Me recuesto de la pared respirando forzoso.
—Si queremos dominar el mundo hay que hacer más ejercicio —bromea Carlos respirando igual que yo.
—Si mi madre me viera justo ahora, me líquida —comenta Evie arreglando su cabello.
Sonrió pero no puedo reír por la falta de aire.
La picazón ha cesado pero ahora siento el cuerpo caliente, quizás corrí demasiado.
Mal recobra la compostura y se dirige a nuestra habitación sin mirar atrás.
Está enfadada con Jay, gracias a su estupidez sonó la alarma y estuvieron a punto de atraparnos.
—¿Te encuentras bien? —me pregunta Carlos.
—Si, solo un poco cansada —digo recobrando poco a poco el aire en mis pulmones.
—No me refiero a eso —entrecierro los ojos sin entender —. Durante la bienvenida estuviste callada, no hiciste ninguno de tus comentarios sarcásticos habituales y eso que tuviste oportunidades —interroga Carlos.
—Es que creo que atrapé un resfriado, y no me siento muy bien —miento.
La razón de mi silencio es que estaba muy ocupada admirando a mi príncipe, casi rey. Fue una oportunidad que no podía desperdiciar hablando.
Pero eso no puedo decirlo.
Carlos se acerca a mi, pone su mano en mi frente y la despega rápidamente.
—Tienes fiebre.
Imitó su acción sorprendida por lo caliente que está mi frente.
—Parece más grave que un resfriado —intento bromear pero a ninguno le hace gracia.
—Ven, tienes que descansar —Evie toma mi brazo y me guía hasta la habitación.
Me despido de los muchachos con la mano y una sonrisa tratando de calmarlos.
Eso me recuerda a cuando Ben se despidió así de mi está tarde. Es tan hermoso.
Entramos a nuestra habitación y Mal se encuentra en la ducha.
El sonido del agua caer es completamente nuevo para nosotros.
—A penas salga Mal te metes a darte un baño, eso ayudará a bajar la fiebre —ordena Evie y me limito asentir.
Mi amiga busco un pañuelo y comienza a limpiar el maquillaje de mi rostro con suma delicadeza.
El sonido del agua cesa y a los segundos Mal abre la puerta, ya tiene su pijama puesta.
—¿Sucede algo? —cuestiona en cuanto nos ve.
—Per, tiene fiebre —anuncia buscando una toalla en uno de los clóset, me la entrega apuntando hacia el baño —. Ve.
Obedezco a la peli azul y me meto en el cómodo lugar.
Cierro la puerta y empiezo a desvestirme.
—¿Desde cuándo tiene fiebre? —escucho la voz de Mal.
—No lo sé, Carlos le tomo la temperatura cuando ella le mencionó que estaba resfriada.
—Pero...
Tocan la puerta.
—¿Cómo está Per? —la voz de Carlos resuena en la habitación.
—No pudimos irnos tranquilamente a nuestra habitación sabiendo que está enferma.
—Esta tomando un baño, eso ayudará a bajar la fiebre —dice Evie —. En este lugar debe de haber una cocina, iré a prepararle un té.
—Voy contigo —dicen ambos chicos al unisono.
—Bien —escucho la puerta cerrarse.
Sonrió entrando la ducha.
Esos son los amigos que conozco y quiero, la gente de Auradon con sus estúpidos prejuicios va a perder la oportunidad de conocer a esos grandiosos y extraños personajes que tengo la suerte de tener a mi lado.
Abro una especie de manija y el agua empieza a salir como una pequeña cascada.
Algo así debe ser ver la lluvia. Me encantaría verla antes de dominar Auradon.
Pero... ¿En verdad quiero dominar Auradon?.
Siempre he hecho lo que mi madre pide, nunca he cuestionado, está es la primera vez que lo hago. Debe ser porque está es la primera vez que podría dañar a alguien que aprecio, independientemente si Ben siente algo por mi o no, lastimarlo sería como lastimar una parte de mi.
¿Seré capaz de destruir su vida, a sus padres, su reino, su mundo? ¿Seré capaz de mirarlo a los ojos luego de hacerlo? ¿Seré capaz de soportar el odio que veré reflejado en ellos? ¿Seré capaz de vivir conmigo misma después de hacerlo?.
¿Qué debería hacer?.
Tocan la puerta del baño devolviendome a la realidad.
—Per, llevas mucho tiempo ahí. No vas a gastar toda el agua de Auradon.
Suelto una risita.
Cierro el agua de la ducha y empiezo a secarme.
—Mal, ¿Podrías traerme mi pijama negra?.
—¿Esa pijama diminuta? Es técnicamente estar en ropa interior, Per.
—Lo se, pero así puedo estar fresca.
Ella abre la puerta sentándose en el inodoro.
—¿Por qué no me dijiste que te sentías tan mal? No habríamos ido por la varita.
—No me sentía mal en el museo, creo que correr fue lo que activo la fiebre —confieso.
Agarro mi ropa y empiezo a vestirme frente a ella.
—Per, desde que llegamos aquí siento que no eres la misma —me mira a los ojos —, como si algo cambio dentro de ti.
No digo nada, porque yo también siento lo mismo.
Desde que atravesamos el campo de fuerza fue como si un interruptor dentro de mi se encendió.
—Puede ser, pero sin importar lo que suceda, sin importar en dónde esté, siempre voy a ser tu hermana —tomo su mano —. Tu y los chicos son las personas más importantes para mí, y te prometo que eso no va a cambiar.
Ella me sonrió para luego darme un abrazo que recibo gustosamente.
—¡Per! Ven a tomarte esto rápido —demanda Evie entrando a la habitación.
—¡Voy!.
Me separó de mal y me dirijo hacia la peli azul.
Recibo el té y le doy un sorbo.
—Esta delicioso —miro a los tres con una sonrisa —. Gracias.
Me sonríen de vuelta complacidos.
—Ahora si, nos vamos a dormir. Ustedes hagan lo mismo —se despide Jay llevándose a Carlos.
—Tómalo lentamente y luego a dormir —Evie vuelve a tocar mi frente —. La fiebre bajo.
Empieza a buscar sus cosas para meterse al baño.
—Por cierto, Mal. Vimos a Flynn de camino acá.
—¿Y eso qué?.
—Nada, solo que me preguntó por ti —dice antes de meterse al baño.