—Per—
—Es suficiente, Mal. Es la cuarta vez que lo repites —suelta una cansada Evie delineandose los ojos —. Per salió un momento en la noche, solo eso.
—¡Solo eso! —la observa indignada —. Nuestra duendecilla estaba muy enferma anoche, me levanto en la madrugada a ver cómo se encuentra mi hermana, ¿Y qué encuentro?.
—Aquí vamos de nuevo —suelta un suspiro cansado sin dejar de maquillarse.
—¡Una cama vacía! —continúa mi hermana ignorando el comentario de nuestra amiga —, ¿Y en dónde estaba la duendecilla? Caminando por todo Auradon supuestamente enferma y con una diminuta pijama.
—¡Sé que me equivoqué! ¡Lo siento! —la miró a los ojos —. No debí preocuparte así.
—Oh, ahora es que vienes a disculparte.
—Esta es la octava vez que se disculpa —interrumpe Evie.
—¿Cómo puedes saber eso? —Mal intenta restarle importancia a su comentario.
—Porque duermo aquí y me desperté casi a las seis de la mañana porque alguien estaba gritando como una histérica cuando Per entro.
—¿Y quién cuenta cuántas veces fueron? —suelta un bufido.
—Yo, yo las cuento. Porque no hay otra cosa que hacer a las seis de la mañana —liquida Evie haciendo que Mal por fin se siente.
—¿Al menos nos vas a decir a dónde fuiste? —el tono de la peli morado es dócil.
Evie dió la estocada final a esa discusión.
—Ya te dije, fui a caminar un rato en el bosque, ví las estrellas y luego volví.
Resumo omitiendo rotundamente la aparición de Ben.
—¿Y ya te sientes mejor? —la peli azul está recogiendo sus cosas de la cama.
—Como nueva —le dedico una sonrisa a ambas.
—Sensacional. Ahora, por todos lo que más quieran, cambiemos de tema —pone las manos en su cintura —. ¿Qué tal luzco? —hace una pequeña pose.
Lleva puesto un vestido azul con detalles negros ligeramente ceñido al cuerpo.
—Fantástica. ¿Qué tal me veo yo? —imito su acción.
—Siempre me ha encantado como ese pantalón de cuero luce tan bien en ti —me halaga —. Además, ese top de cuadros verdes y morados que te diseñe, queda perfecto. Soy muy buena cosiendo.
—Eres fabulosa —le dedicó una sonrisa.
—No se porque están tan preocupadas por su aspecto. Vinimos hasta aquí por una misión, no para presumir lo bien que se ven —suelta Mal levantándose de la cama.
—No se tu, pero yo lo tomaré como un cumplido —dice Evie mientras se aplica brillo labial.
Asiento dándole la razón.
—Mal, no es que hayamos olvidado el plan o algo así. ¿Recuerdas la historia que mamá nos contó, de como entró a esa tonta fiesta cuando fue a hechizar a Aurora? —mi hermana asiente —. Esto es casi igual, hay que dejar una primera impresión que no puedan olvidar.
—Además de que podríamos conocer a un apuesto príncipe hoy.
Mal pone los ojos en blanco.
Evie mando a la mierda mi anécdota con su comentario.
Aunque apoyo su idea de impresionar a un príncipe, siempre y cuando sea Ben.
—En fin, es hora de irnos —agarro mi bolso y me aproximó a la puerta.
Mal es la última en salir, y cierra la puerta cuando lo hace.
—¿Cuál es su primera clase? —cuestiona Evie revisando su horario.
—Idiomas —responde Mal.
Salimos de la residencia camino a la escuela que está a unos cuantos metros.
—Psicología.
—Historia —comenta la peli azul —. ¿Y su siguiente clase?.
—Bondad correctiva inicial —decimos al unisono.
—Entonces nos veremos ahí.
Llegamos al perímetro de la escuela y vemos a los chicos entre el mar de estudiantes.
No es una tarea difícil, son los únicos que no están usando colores pastel y vestuarios de cuento de hadas.
—Nos vemos más tarde —se despide Mal caminado hacia una de las sedes.
—Adiós —Evie hace lo mismo.
Me siento como un bicho en una lupa.
Todos han enfocado su mirada en mi.
Trato de calmarme disimulamente y continúo mi camino.
Nunca me ha gustado ser el centro de atención. Desde que tengo uso de razón he sido el bicho raro del lugar, en la isla lo era porque mi apariencia era "muy Auradon" y aquí porque soy de la isla.
Quizás encajar no es lo mío.
Entro a uno de los edificios encontrando rápidamente mi salón.
Tocó la puerta dos veces y una voz masculina me indica que pase.
Me soprendo al ver que la clase está llena.
Rápidamente desvío la vista a mi reloj, llegué cinco minutos antes de la hora, ¿Qué carajos?.
—Oh, la estudiante transferida —el profesor habla captando mi atención —. Solo lo diré una vez, mis clases empiezan quince minutos antes de la hora asignada en el horario. Puedes pasar —su tono de voz es firme pero cordial —. Soy el profesor Graham Coleman y dicto la materia de psicología, ¿Y tú eres?.
—Me llamo Per.
Escucho unas risas al final del salón, el profesor desvía un momento la vista en esa dirección y cesan al instante.
—Disculpa, no estoy familiarizado con las personas de tu origen, así que simplemente voy a preguntar, ¿Cuál es tu apellido?.
—No tengo, en la isla solo usamos nuestros nombres.
El profesor asiente procesando esa nueva información.
—Muy bien, en la dinámica de mi clase todos los estudiantes tiene que tener un compañero de asientos. ¿Alguno sería tan amable de compartir asiento con su compañera?.
El silencio en la sala es abrumador, una punzada se clava en mi pecho.
No, no debes sentirte así. Eres una villana, ellos jamás serán tus amigos, jamás van a mirarte como a una igual, no serás nada más que la hija de un villano.
—Yo —una morena con el cabello crespo levanta la mano —, yo seré su compañera.
—Perfecto, vayan a los puestos vacíos del final.
Ambas caminamos hasta allá en silencio, me siento y empiezo a sacar mis cosas sin siquiera darle un vistazo a mi compañera.
¿Debería agradecerle? ¡¿En qué estoy pensando?! Los villanos no agradecen, solo dan risas malévolas y comentarios macabros.