—Per—
—¡Chicos! —una de las profesoras aplaude —. La clase está por empezar así que vayan a sus asientos.
Lentamente hacemos lo que pide.
No puedo ocultar mi asombro. Es la primera vez en toda mi vida que veo un auditorio, en realidad hoy me enteré que era un auditorio.
—Bienvenidos a su clase de teatro. Es una clase opcional pero les agradecemos habernos escogido —nos sonríe gentilmente —. Nosotras seremos sus profesoras en este semestre, me llamo Flora —la señora con vestimenta roja da una pequeña referencia.
—Soy Fauna —la de la ropa verde hace lo mismo.
—Y yo soy Primavera —la más baja de estatura lleva un atuendo azul.
Son un extraño trío, a decir verdad.
Por alguna razón sus nombres me parecen conocidos.
—Ellas son las hadas madrinas de la mamá de Aubrey —cotillean unos asientos detrás de mi.
Oh, era por eso.
—A nosotras nos gusta comenzar el semestre con una pequeña dramatización —explica la roja —. Casualmente, este semestre, tenemos la misma cantidad de hombres y mujeres en la clase.
—Por ello, van hacer un pequeña obra en parejas —continúa la verde.
—Las parejas serán escogidas, luego se dirigen a aquella mesa y eligen uno de los sobres, el cual contiene la representación que harán.
—Todo será al azar —anuncia la azul y las otras asienten.
—Fauna, tu decidirás quien elige —le concede Flora.
—Muy bien, vamos a empezar. Chicas, levántense de sus asientos —hacemos lo que pide —, y una por una dígame un número del uno al diez y tome asiento del otro lado de la sala con sus respectivas parejas.
—Primavera, cuál será la primera chica en escoger —otorga la tutela temporalmente la roja.
—La chica del vestido morado y cabello marrón —señala a una chica unas tres filas detrás de mi —. Dime un número.
—Ocho.
—Andrei Sudayev —un chico pelirrojo se levanta de unos de los asientos.
Es lindo, tiene un estilo extranjero.
Ambos se dirigen a los asientos vacíos a un costado del teatro.
—Bien, ellos son la pareja número uno —anuncia la verde —. Sigamos —nos observa un segundo —. La rubia de vestido verde, di un número.
—Uno —dice penosa.
—Alí Massoud.
Se levanta un chico con rasgos árabes y una encantadora sonrisa.
La chica no puede esconder su felicidad al oír su nombre.
Que suerte, le tocó con el chico que le gusta.
—La rubia de negro, di un número —me señala Flora tomándome por sorpresa.
—Cuatro —digo sin pensar haciéndome sonreír.
Fue un reflejo decir el día del cumpleaños de Ben.
Ahora que lo pienso, este año quizá pueda celebrarlo con él aunque sea como su amiga.
—Henry Snow.
Un chico a unos asientos más abajo de mi se levanta.
Es alto, un poquito más alto que Ben. Su tez es muy blanca para ser real y sus atrayentes ojos verdes le dan un toque de color a su rostro.
Es muy guapo, estoy segura que me fijaría en él si no tuviera a Ben tan arraigado en mi corazón.
Nos dirigimos al otro lado de la sala a esperar que se formen todas las parejas.
Tiene los ojos fijos en mi rostro y me volteo con cara de fastidio.
—¿Qué?.
—Eres Per, ¿Cierto?.
Asiento.
—Estamos juntos en la clase de psicología.
Me tomo unos segundos para pensarlo. No recuerdo haberlo visto.
—No me recuerdas —dice con una sonrisa —. Es la primera vez que una chica dice no recordarme.
Suelto un bufido.
—Uy si.
—¿No me crees? —se acerca a mi oído —. Ve a las otras chicas y lo entenderás.
Hago lo que dice y en efecto todas nos están mirando, y algunas me dedican miradas de odio.
No sabía que era tan codiciado, aunque si tengo que reconocer que es muy guapo.
—Creo que cuando termine la clase van a matarme —se ríe.
—Tranquila, voy a cuidarte —murmura muy cerca de mi.
¿Está coqueteando conmigo?.
Lo observo apretando los labios.
—Disculpa, pero creo que debo decírtelo. Si me pareces atractivo, pero no eres mi tipo.
Aprieta su pecho haciendo una expresión de dolor.
—Es la primera vez en toda mi vida que me dicen eso.
—Si, claro.
—Es en serio, como ya notaste soy muy popular y estoy seguro que cualquier chica estaría sumamente feliz de estar aquí conmigo.
—Lamento romper tu fantasía, pero yo no.
Vuelve a apretar su pecho y se tira en el asiento haciéndome reír.
—Eres un tonto.
—Ya, hablando en serio. ¿No causo ninguna emoción en ti? —niego con la cabeza.
—Ya hay un chico que causa todas las emociones en mí.
—Es una lastima, porque tú si causas cosas en mí.
—¿Qué?.
Un aplauso capta la atención de todos.
—Muy bien, todas las parejas han sido escogidas —observo nuestro alrededor.
Tiene razón, ¿En qué momento todos escogieron parejas?.
—Ahora, uno por uno, con orden van hasta la mesa y tomarán un sobre.
La primera pareja hace lo que le piden y bajan a sentarse.
La segunda hace lo mismo.
Cuando es nuestro turno me levanto seguida por Henry.
Pasamos entre las otras parejas y todas las chicas tienen la mirada fija en él.
Si antes no les caía bien a las chicas de Auradon, ahora les caigo peor.
Llegamos hasta la mesa y quedan ocho sobres. ¿Cuál debería escoger?.
—Escoge tú —me concede —. Yo estoy bien con lo que elijas.
Agarro uno de los sobres y regresamos a nuestros asientos.
Lo miro de reojo, está muy concentrado en ver a las otras parejas ir a la mesa.
¿Cómo puede decir que causo emociones en él? ¿Está loco?.
Está es la primera vez que hablamos, ¿Cómo puede decir semejante estupidez?.
Quizás es la táctica que utiliza para llamar la atención de las chicas que no están interesadas en él. Es mejor que no pierda su tiempo, mi corazón solo le ha pertenecido a una persona desde los siete años, y no tengo ojos para nadie más.
Ay Ben, ¿Qué estarás haciendo justo ahora?.