Érase una vez...Nosotros

Capítulo 8

CAPÍTULO 8

 

-Sebastián-

 

“…—si no me ayudas voy a tener que ir hacia ese odioso lugar, sé que me has oído todo este tiempo, por favor…”

 

Velvet Black, conocía muy bien ese lugar, pues…en el pasado, yo, ya había estado allí.

—Arthur, estás tan demente que osas a traer a un niño a este lugar…—se jactó uno de los sujetos que estaba compartiendo la mesa con otros desconocidos, bebían whisky, fumaban y apostaban.

—Creo que está a la vista porqué nunca decidí tener hijos, agradezco que el muchacho tenga sus propios padres de lo contrario quizás estaría acabado. —Arthur movió una silla dándome un lugar junto a él.

Todos estallaron en risotadas.

—Muchacho: ¿Cuántos años tienes? —me preguntó uno lanzando el humo de su cigarrillo impregnando más el ambiente que ya de por si era sofocante.

Observé a Arthur y él con solo mirarme me daba la pauta para poder hablar, siempre que me llevaba me advertía sobre cómo debía comportarme, pues el solo hecho de que yo esté allí ya era un secreto que no debía decirle a nadie ni siquiera mis padres. Entonces intuí que podía responder.

—Tengo doce años.

El brazo de Arthur se extendió dejando frente a mí un vaso de whisky. Ante la atenta mirada de todos menos de Arthur que fumaba barajando las cartas, comencé a beber, soportando el ardor que me producía, los dedos de mi tío capturaron el vaso quitándolo de mi boca.

—Bebe de a poco, idiota, vas a terminar ebrio antes de tiempo…—tocí algo ahogado, mi garanta ardía, al unisonó oía una vez más las risotadas de sus amigos.

 —¡Eres un cretino, Arthur! El muchacho no sabe beber y se lo entregaras a su madre ebrio—exclamó uno de ellos

Bien, sus risas, me resultaban de por demás tediosas.

—Es verdad—dije, a lo que todos hicieron silencio prestándome una inusual atención—estoy aprendiendo—deslicé mis dedos tomando nuevamente el vaso, —pero, a diferenciade ustedes—lo lleve hasta mi boca—yo aún puedo aprender , y da la casualidad que ya no cuentan con todo lo que a mí sí me sobra, y eso es: tiempo…—y bebí, vaya que esa noche me probé a mí mismo haciendo semejante osadía.

Un silencio atravesó a todos en la mesa, Arthur alzó una de sus cejas, bebiendo también de su vaso, me escudriño con su mirada instintiva, cuando alzaba una de sus cejas eso significaba que había dado en el blanco.

Los otros haciendo diferentes gestos y ademanes, parecían haber captado algo pues mi impertinencia no parecía molestar a Arthur en lo más mínimo, y todos volvieron a reír pero esta vez con controlada indignación, mientras la cartas eran repartidas, uno de ellos se  atrevió a hablar.

—Es evidente porqué lo traes a este lugar, ese niño es un maldito bastardo, como tú Arthur.

 Arthur movió su boca y con ello su cigarrillo, entornó los ojos por el humo que despedía por su boca.

—Así es, —admitió sin miramientos volteándose a verme—aprende todo lo que voy a enseñarte para que puedas ganarte el respeto de todos estos jodidos que ya tienen una sentencia en su destino…

 

-Ana-

 

Velvet Black era un lugar insólito para cualquier persona, pues, muy pocos conocían de su existencia, y solo podían ingresar personas con mi condición, para ello mi madre en el pasado había dejado pruebas de mi existencia por si algún día necesitase de ese lugar, y yo no era la única que debía cumplir ciertos requisitos, todos los invitados de ese lugar no eran una mera coincidencia, sus antepasados ya habían estado allí, y ellos, se habían encargado de registrar cada nombre y apellido de su árbol genealógico, dejando pruebas de ello de tal manera que nadie que no sea la persona designada por su antepasado podía ingresar al lugar.

Luego de que verificaron mi existencia, me enviaron a esperar a un corredor, una mujer me acompañó dejándome a mitad de camino.

—Ve con ellas. —me dijo separándose de mi para perderse entre la penumbra que nos había acompañado a lo largo de ese corredor.

Asentí continuando, habían muchas mujeres esperando formadas en una fila, algunas tomaban asiento en pequeños bancos aterciopelados , otras solo charlaban, algunas como yo tenían la mirada perdida en vaya saber qué pensamiento, trague con dificultad, el sonido de las ruedas de mi maleta rompían el extraño equilibrio que deseaba mantener dentro de mí. Me detuve, colocándome junto a la última chica que estaba en la fila.

—¿Cuántas veces has venido aquí?—se volteó levemente mirándome de reojo al notarme cerca de ella, su boca se curvó con desgano para luego beber alcohol de un pequeño vaso de cristal.

—Es mi primera vez.

—Me parecía, no recordaba tu rostro, —tocio para aclarar su garganta volteándose de forma definitiva hacia mí, apoyó su hombro sobre la pared aun le quedaba algo de bebida dentro de su vaso, tenía magullones por el cuello ,los brazos, y su boca parecía estar cicatrizando pues aun conservaba una cicatriz rojiza cerca de una de sus comisuras. —Suelo venir seguido a este lugar, como veras —levantó el relicario que pendía de su preciosa cadena—soy el descarte…—me sonrió con desgano para beber todo lo que restaba de su vaso.




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