6.- ¿Qué manera de disculparte es esa?

Capítulo Seis

 ¿Qué manera de disculparte es esa?

Agustín salió de ahí con el celular de Thomas en la mano, cuando estaba por fin afuera, buscó a Alessia para llevarla a su casa, pero no estaba, así que le mandó un mensaje, ella le respondió que estaba en la cafetería que se encontraba a la vuelta del despacho.

Guardó el celular en su chaqueta y caminó hasta la cafetería, después de unos minutos llegó, de inmediato la vio, se acercó y tomó asiento a lado de ella.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó curioso.

―Se me antojó un capuchino ―él sonrió ―¿Quieres? ―le ofreció su capuchino y él aceptó, bebió un poco y luego se lo devolvió.

―Ahora lo que necesito es un trago ―comentó casi en un susurro.

―¿Tan mal estuvo la plática con Vanesa? 

―No es por ella ―aclaró ―es porque... ―se quedó callado al ver a Thomas sentado a tres mesas de distancia ―¿me permites? ―ella asintió ―en un momento regreso ―se levantó y fue hasta donde se encontraba su amigo ―ahora ya ni siquiera... ―no pudo terminar lo que le iba decir, ya que al ver el  rostro de su amigo notó que estaba mal ―¿Qué te pasa? ―preguntó preocupado.

―Nada, es solo que por primera vez, estoy viendo las cosas como son y no como pensé que eran ―su amigo no entendía de qué hablaba ―¿Quién lo diría? ―se preguntó así mismo.

―No te entiendo.

―No hace falta que lo hagas ―ambos permanecieron en silencio ―¿Crees que pueda hablar con Alessia y contigo? ―su amigo asintió y ambos caminaron hacía donde ella estaba ―hola,  ¿me puedo sentar? 

―Si.

―Voy por un café ―añadió Agustín ―en un momento vuelvo ―los dejó solos.

—Alessia...

—Thomas...

Sonrío, con ella las cosas eran diferentes.

—No eres un maldito problema, eres todo lo que esta bien.

Una parte de ella quería creerle, pero si dos personas te lo dicen es porque deber ser cierto.

¿Por qué le dolió tanto aquella frase?

Porque hace tiempo su madre se lo dijo, pero a diferencia de él, ella nunca se retractó.

―Lo siento ―ella lo miró ―me equivoqué ―estaba a punto de tomar sus manos, pero se detuvo ―te pido una disculpa, si te grité no fue porque me molestara que fueras menor de edad. Agustín y yo ya lo sabíamos. 

―¿Qué dices? ―preguntó desconcertada ―¿Cómo averiguaste mi edad?

―¿Es en serio que solo me preguntas eso? ―cuestionó haciéndose el ofendido ―¿Me disculpas de nuevo? ―ella sonrió, pero se quedó callada, estaba pensando en como él sabía tantas cosas de ella ―tú me obligaste a hacer esto ―él se hincó, las personas lo vieron y pensaron que le estaba proponiendo matrimonio ―¿Me disculpas? ―sacó un anillo de rubí ―ella sonrió ―¿Aceptas mi disculpa? ―las personas empezaron a grabar y a tomar fotografías.

El anillo no era nada ostentoso al contrario, era sutil y pequeño.

―No hacía falta nada de esto ―comentó.

―Thomas Pritzker pide disculpas de una manera diferente. 

―Ya lo creo ―él sonrió.

―Una pregunta... ¿Aceptas la disculpa? ―preguntó curioso ―lo que sucede es que no puedo quedarme toda la vida así.

―Acepto la disculpa de Thomas Pritzker ―añadió con una sonrisa.

―Bueno, entonces esto es tuyo ―le colocó el anillo, las personas empezaron a aplaudir y ellos sonrieron y negaron con la cabeza.

―¿Qué manera de disculparte es esa? ―preguntó Agustín ―¿Y para mí que hay? ―expresó en broma.

Thomas pagó la cuenta y salieron de ahí. Subieron a su auto y él empezó a manejar, iban a dejar a Alessia a su casa, pero se detuvieron.

Agustín recibió la llamada del productor de la serie que estaba a punto de grabar, quería verlo, al parecer era  urgente, él se empezó a preocupar, no dejaba de pensar en si aquello tenía que ver con Vanesa.

Se despidieron y Thomas volvió a manejar,  durante el camino cantaron a todo pulmón y hablaron de cosas que solo ellos entendían, después de cinco horas llegaron.

 Se estacionó enfrente de su casa, pero no bajaron del auto.

―Gracias por traerme ―le regaló una sonrisa ―nos vemos ―estaba a punto de salir del auto, cuando sonó su celular ―Bueno ―escuchó atentamente lo que decían del otro lado de la línea ―está bien, no te preocupes ―lo miró ―si, te lo prometo ―se quedó en silencio ―te quiero, adiós ―colgó la llamada ―me habló mi mamá, me dijo que está en Cancún, fue por motivo de trabajo, ¿sabes que más me dijo? ―él negó con la cabeza ―que si quería me quedara dos días más en Acapulco en lo que ella regresaba.

―Si quieres nos regresamos.

―Gracias, pero no, ya estamos aquí.

―¿Por qué quería que te quedaras más tiempo en Acapulco? ―Preguntó curioso.

―A mi mamá no le gusta que nos quedemos solos en casa cuando ella no está ―él estaba de acuerdo con la madre de Alessia ―bueno, ya me voy ―abrió la puerta y salió del auto ―¿Quieres pasar? ―le preguntó mientras buscaba las llaves de su casa.

―¿Por qué no? ―añadió con una sonrisa.

―Pasa ―abrió la puerta y había un jardín pequeño, después había otra puerta que llevaba al interior de la casa ―¿Quieres algo de tomar?

―Agua ―ella asintió y fue a la cocina, mientras él veía la casa.

Era de un tamaño normal, de dos plantas, en la sala había fotos de ella y sus hermanos, él tomó una fotografía en donde su madre estaba en medio, y sus tres hijos a lado de ella, le parecía raro que en ninguna foto estuviera su padre.

―Gracias ―le dijo mientras tomaba un poco de agua ―oye y tu... ―se quedó callado, se arrepintió de preguntarle por su padre.

―¿Mi qué? ¿Qué me ibas a decir? ―añadió curiosa.

―¿Tus hermanos dónde están? ―preguntó rápidamente.

―En casa de una tía ―se sentó en la sala ―toma asiento ―se sentó teniendo aún entre sus manos la fotografía.

―¿Cómo te llevas con ellos? ―quiso saber ―eres la mayor, ¿cierto? ―ella asintió.

―Con mi hermana Ara bien, una que otra discusión y con mi hermano Franco, que es el menor ―aclaró ―pues... bien, creo, aunque a veces no entiendo de lo que me habla ―él sonrió.