¿eres Famoso?

14.- ¿Por qué aceptaste quedarte conmigo?


Capítulo Catorce

¿Por qué aceptaste quedarte conmigo?

Alessia y Thomas estaban en un Yate muy lujoso, ella no le dijo a dónde se dirigían y eso le causaba curiosidad. ¿A dónde lo estaría llevando?

Después de un tiempo se detuvo el Yate, miró a su alrededor para saber si conocía el lugar, pero para su mala suerte no lo recordaba.

―¿En dónde estamos?

―¿No lo sabes? ―miró de nuevo el lugar y negó con la cabeza ―no puedo creerlo, ¿vives en Acapulco y no conoces este lugar? ―cuestionó sorprendida ―debí imaginarlo ―dijo en voz baja.

―¿Por qué? ―quiso saber.

―Espérame aquí ―dijo cambiando de tema, fue por algo y regresó ―Toma, póntelo.

―¿Por qué quieres que me lo ponga?

―Porque vas a bucear ―él frunció el entre cejo.

―No, no  lo voy a hacer ―añadió mientras veía detenidamente el lugar ―¿Por qué me trajiste aquí? ―preguntó un tanto molesto.

El recuerdo de cuando era pequeño vino a su memoria.

Estaba con su familia, todos iban a bucear para dar gracias por estar juntos y por todo lo bueno que tenían.

Habían pasado años desde aquella vez, nunca pensó regresar, ese mismo día él había rogado, implorando por la salud de su abuela, pero a los pocos días murió.

Se sintió defraudado y desde ese momento se alejó de todo lo que tuviera que ver con la religión.

―¿Reconoces el lugar?

―Si, al principio no, pero recuerdo que vine cuando era pequeño.

―No te enojes, solo te pido una oportunidad ―la miró atentamente ―es muy milagrosa ―el respiró profundo ―yo sé que tú sigues teniendo fe ―desvió la mirada y luego se fue de ahí, ella miró el mar mientras pensaba ―creo que lo arruiné ―se dijo así misma.

―No lo hiciste ―inmediatamente lo miró y sonrió al verlo.

―Te cambiaste muy rápido ―asintió ―supongo que si vas a bucear, ¿verdad?

―Si, solo que tú me vas acompañar ―negó inmediatamente.

―Te recuerdo que no sé nadar y puedo morir ahí ―señaló el mar.

―Yo te ayudo, soy un experto.

―No lo voy a hacer y es mi última palabra.

Thomas terminó por convencerla y ambos ya estaban listos para entrar al mar, ella estaba muy nerviosa tenía miedo de que algo no saliera bien, él lo notó, la tomó de la mano y le regaló una sonrisa para que no se preocupara.

―¿Estas lista? ―preguntó antes de entrar al agua, ella respiró profundo y asintió.

Ambos entraron y para que ella no se asustara un experto los acompañó por si algo salía mal y en especial para darle la seguridad de que nada malo iba a pasar.

Con ayuda de Thomas llegaron hasta donde estaba la virgen, ambos la tocaron y luego se persignaron.

―Madre mía, te pido por la salud de Kaileth, la madre de Thomas, sé que la conozco desde hace poco tiempo, pero solo te pido que si no es momento de que se vaya, la ayudes a que su salud mejore. Te suplico cuides y protejas a mi familia, pero sobretodo te doy gracias por todo lo que me has dado ―dijo en su mente, ya que por obvias razones no podía hablar.

―Se que me alejé y no tengo derecho a pedirte nada, pero... No nos desampares, yo sé que a mi madre le queda mucho por vivir, no te la lleves ―sus ojos estaban apunto de derramar  lágrimas ―te lo suplico ―ambos besaron a la virgen.

Regresaron al yate, Thomas tomó una toalla blanca y se la colocó.

—Gracias —lo miró por unos segundos, sin pensar y analizar lo que iba a decir habló —te queda bien el negro, incluso podrías ser el modelo de los trajes de buceo.

—Alessia, ¿me estas coqueteando? —negó de inmediato y bajó la mirada, lo que provocó que él riera.

Ella se acercó,  se quitó su toalla y le dio unos cuantos golpes.

—Thomas, nada más te gusta molestar al prójimo.

—Me gusta molestarte a ti  —le quitó la toalla con la que lo estaba golpeando.

—Eso no es muy sano que digamos —sonrió.

Thomas decidió aprovechar y le propuso ya que estaban ahí, dar un paseo. Empezaron a preguntarse cosas el uno al otro.

El viento hacía que su cabello se desordenara y ambos se reían de eso.

Lo que para algunos eso sería una tontería, para ellos lo era todo.

Se sentaron en la cubierta del yate, los rayos del sol les daban directamente en la cara lo que hacía que en ocasiones entre cerraran los ojos.

Alessia entre sus manos sostenía un refractario redondo de vidrio, el cual estaba lleno de uvas, antes de meterse la fruta a la boca, preguntó

―¿A qué le tienes miedo?

―A perder a las personas que quiero y no poder evitarlo ―respondió Thomas mirándola ―¿Tú?

―No lo sé.

―¿En serio no le tienes miedo a nada? ―preguntó incrédulo.

―No se trata de eso, pero son muchas cosas que realmente no sé a que le tengo miedo en realidad.

―No te entiendo

―Le tengo miedo a muchas cosas, algunas muy simples otras no tanto ―se quedó pensando ―creo que toda mi vida he tenido y vivido con miedo.

―¿Por qué lo dices?

―Porque es la verdad, le tengo miedo a todo, literalmente.

―¿A todo? ―asintió.

―Bueno, casi a todo.

―¿Qué no te da miedo? ―quiso saber.

―No le tengo miedo a la muerte, porque sé que es algo que tarde o temprano va a pasar, de hecho... no.

―¿Qué ibas a decir? ―preguntó preocupado.

―Nada.

―Alessia, se...

―La vista es hermosa, ¿sabías que nunca había estado en un Yate? ―añadió para cambiar de tema.

―Se lo que ibas a decir.

—No, no lo sabes.

—Si lo sé ―negó y se metió unas cuantas uvas a la boca ―y no sé que fue lo que te pasó, pero la muerte no es una solución.

―No te preocupes por eso ―comentó luego de pasarse todas las uvas que tenía en su boca.

―¿Lo sabe tu familia? ―una sonrisa triste se dibujó en sus labios.

―Yo les dije que me quería morir y lo único que me dijeron, fue "la vida es muy bonita" "Es una etapa" "Ponte a pensar en la escuela y deja de ver tantas novelas" nunca me preguntaron porque me sentía así.



#2477 en Novela romántica

En el texto hay: amor, chismes, fomoso

Editado: 31.01.2023

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