No se adonde me lleva pero está muy pendiente del frente, no quiero preguntarle pero la curiosidad me mata, ya son pasadas de las ocho y las calles están bien iluminadas, me encanta esta noche aunque las cosas no resultaron tan bien por el idiota que se quería aprovechar de mí, volteo a ver a Cristian.
-Gracias… - digo a secas ya que solo esperar su respuesta me pone nerviosa, me voltea a ver sonriente como si lo que dije lo satisface a tal manera de sonreír.
-¿Por qué me agradeces? – Pregunta mirándome con atención, sonrió y me fijo en el frente para no distraerme en sus ojos - ¿Por darle duro a ese idiota?
-Si – respondo sacando una risita a medias de mis labios por cómo le dijo – también por el vestido y por… invitarme.
-No es nada Glenda – dice y siento como si fuese algo natural que diga mi nombre siempre, aunque se le escuche muy bien me siento demasiado complacida – haría todo por ti.
Escuchar eso hizo que me volteara a él para verlo, sus ojos miran al frente sin embargo una sonrisa se desliza por sus labios como si lo que confeso no le apenara, quería decirle que no sea así, me hace las cosas difíciles entre mi mente y mi corazón.
No le dije nada ya que mire en la ventana y el lugar era una especia de campo, la luna alumbraba hermosamente el lugar, un brillo se reflejó en mis ojos por tal hermosura.
-¿Dónde estamos? – le pregunto volteándole a ver cuándo detiene el auto y me mira con una sonrisa de lado.
-Es uno de mis lugares favoritos – responde cuando sale del auto dejando las luces del frente encendidas, en seguida hago lo mismo y al salir veo el cielo donde las estrellas iluminan – es hermoso, ¿verdad?
-Si – respondo alucinada, siento el césped en mis tobillos haciéndome cosquillas, en seguida me quito los zapatos de tacón porque quiero disfrutar de lo frio – llevo mucho tiempo viviendo en esta ciudad y no sabía que existía este lugar.
-Es porque es privado – dice señalando atrás de mí, me volteo y veo que hay un letrero de advertencia de no entrar, abro los ojos como platos para ver a Cristian quien al verme empieza a reírse.
-Eso no es gracioso Cristian – le digo seria acercándome a él, cerca del porche – deberíamos irnos antes de que nos descubran.
-Tranquila Glenda, he venido aquí y nadie entra – responde a recostándose en el porche – disfruta de las estrellas.
Suspiro asintiendo para hacer lo mismo me a recuesto en el porche para mirar arriba, sonríe inconscientemente porque es muy hermoso, la incomodidad se ha ido por completo, volteo a ver a Cristian y me sorprendo al ver que me miraba fijamente, sus ojos me hacían detener mi respiración, sin poder decir que pasaba Cristian se acerca con rapidez uniendo sus labios, me paralice por completo, coloco sus brazos en mi cintura.
Tengo que retirarlo de mi lado, no pienso caer de nuevo pero algo en mi me decía que no, porque estaba mal.
¡Ya basta Glenda!
El me ama.
Yo lo amo.
Nos amamos qué más puedo pedir, Megan tiene razón podemos seguir, basta de pensar que las cosas no resultaran bien cuando yo estoy, pongo mis manos en su cabello acercándome, Cristian me une más a él haciéndome sentir debajo de mi vientre su erección, realmente lo necesito no quiero estar sin él, si todo esto fue porque el destino tenía un plan para estar con él, no pienso hacer que no valió la pena; nos alejamos por la falta de aire, nos miramos a los ojos con desdén y ahora no pienso correr, ya no más.
-Te amo Glenda – dice acariciando mi espalda con ternura – por favor dame una oportunidad y te hare que no te arrepientas…
No dejo que termine cuando lo vuelvo a besar con pasión, no entrelazo mis brazos en su cuello para no alejarme, porque ya no lo hare, me vuelve agarrar de la cintura con fuerza como si leyera mi mente y supiese que no me escapare, de nuevo nos alejamos para yo sonreírle y confesarle mi amor.
-Yo también te amo – confieso haciendo que una sonrisa de sorpresa aparezca en sus labios – perdóname por ser tan ciega…
-No digas eso – dice colocando su dedo en mis labios – no es tu culpa, ahora lo que importa es el presente – al decir eso no pude evitar sonreír – tengo algo para ti.
Se aleja dejándome en el porche, se dirige al auto atrás de este, solo puedo ver cuando abre el capote trasero y se queda ahí, me volteo para mirar las estrellas para que no piense que estoy curiosa, sin embargo se escucha como cierra y sus pasos se hacen presentes.
-Carajo las rosas se marchitaron – dice cuando volteo y veo que tiene unas rosas pero estas se han marchitados – pensaba que durarían.
Dice un poco triste y me siento feliz de ver su detalle, me acerco con rapidez y lo abrazo con fuerza, es tan lindo.
-No te preocupes me gustan – le digo agarrando las rosas, me sonríe con ternura y me abraza atrayéndome, siento cuando suspira mi cuello dándome un beso en él haciendo que un nerviosismo.
-Te extrañe demasiado – dice sin apartar sus labios de mi cuello, lo abrazo y me oculto en su cuello también sintiendo la necesidad de estar con él y no alejarme – fui un tonto.
Se a lo que se refiere, todo esto, el pasado, mi dolor siempre siente que fue su culpa, me alejo un poco para mirarlo, estamos a unos centímetros de nuestro labios.
-Cristian como tú lo dijiste – digo cuando acerco mi mano a su mejilla – vivamos el presente, te amo y tú me amas, hagámoslo.
Sus ojos se iluminaron al instante para luego acercarse con lentitud a mis labios para besarlos con deseo, sin importar nada este momento es de nosotros, entrelazo mis brazos a su cuello mientras que Cristian enreda sus brazos en mi cintura atrayéndome a él, hacemos una danza con nuestras lenguas. No dejamos de besarnos con deseo y pasión, una chispa de electricidad recorre mi cuerpo cuando siento su mano en mi muslo, siento como el vestido va subiendo.
-Cristian… - le digo en un susurro cuando me alejo un poco de sus labios pero los suyos me atrapan rápido, mis manos mágicamente se van a su corbatín y empiezo a quitárselo, Cristian con cuidado me lleva hacia el porche donde hace que me acueste en él.
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Editado: 26.04.2020