Eres más dueño de mí, que yo misma

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Tiana
Tuve que empezar a tomar antidepresivos, analgésicos y otros más para poder controlarme. Perder un hijo te hace preguntar el ¿por qué debo seguir viviendo? ¿Fui una buena madre? Nunca te imaginas que pasara con tu vida luego de ver la cara de tu hija llena de sangre de bajo de un puente peatonal. ¿Cómo pretendes seguir con tu vida? Si tu único motivo y razón era ella. Me dieron un mes de reposo mientras asimilaba
que mi hija ya no estaría más conmigo.
Todos solo saben decir "ahora está en un lugar mejor" "puedes
superarlo" "debes continuar" llevo dos semanas durmiendo en su habitación, leyendo sus libros, viendo sus fotos, oliendo su fragancia favorita. Sé que son cosas tan simples pero para mí es demasiado. Me levanto de su cama, ya que el comer y tomar medicamentos me tienen con hambre, ya que por primera vez deseo comer algo. Voy a la cocina y me hago huevos con pan y me sirvo jugo de manzana. Me siento en el sofá mientras que como una lágrima caliente baja por mi mejilla "ya no quiero seguir sufriendo" fueron sus últimas palabras antes de desplomarse en mis manos. Dos veces en mi vida he tenido
que experimentar como mueren las únicas dos personas que más amo.
Primero su padre y luego ella, a quien debo culpar si no es a mí misma por dormirme ese día, por no responder sus llamadas, supongo que su decisión estaba llena de miedos y por eso me llamo, pero yo nunca respondí. Si no hubiera sido por Manuel nunca la hubiera escuchado hablar por última vez y eso es lo que más me duele, porque me necesitó y yo no estuve para ella.
He visto morir, volver a la vida y nacer a muchas personas. Tener que decirle a las personas que sus seres queridos murieron o la bella y típica oración: “lo siento, no pudo sobrevivir" era lo más tortuoso que me tocaba, pero no esperaba tener que escucharlo yo, porque el
sentimiento es peor, aun peor que cuando lo dices tú. Si supiéramos tal vez el oír o el ver cómo va morir la gente de que suceda desearíamos que 14 no pasara, pero así es la vida, egoísta y cruel.
Un sonido me devuelve a la realidad y es alguien llamando a mi puerta, miro el reloj y son "9:00 A.M." papá jamás viene por las mañanas, pero supongo que mientras siga como estoy pueda que sea él, y si fuera él le pediría disculpas por haberlo tratado mal, para poder sentir su amor como siempre ya que es lo único que necesito en estos momentos.
Vuelven a tocar y me levanto para abrirla, pero todo se me revuelve al ver quien está de frente de mi puerta.
—Lárgate o llamaré a la policía —le digo casi que gritando, pero ni siquiera se mueve.
—ya te hable, no tienes nada que hacer aquí, así que lárgate,
Alexandra, que tu dejaste de ser bienvenida a esta casa hace
muchísimo tiempo.
—quiero que me escuche, por favor —suplica
—que te largues te digo, no eres más que una perra, mal agradecida, egoísta y envidiosa

Sé que no debo ponerme a discutir con una menor de edad, pero tampoco me interesa que ella este aquí, ella es el motivo principal de que mi hija no esté aquí.
—sé que no tengo derecho a que me escuche, pero esto también me
duele, porque yo quiero a Melany...
—tanto la querías que te metiste en medio de una relación de la cual te quería como una hermana, deja el cinismo e hipocresía, no eres más que una aprovechada que quería la vida de mi hija —se le empañan los ojos— ¿crees que no me daba cuenta como la mirabas? Con envidia, como tus asquerosos ojos ansiaban tener la vida de ella, así que no me
vengas a mi puerta, porque a la próxima que vuelvas te echo acido en la cara, así que lárgate y ten tan siquiera dignidad.
Se va corriendo y llorando, no miento con echarle acido, porque estoy dolida, abrumada y débil y en este estado se cometen locuras. Cierro la puerta y vuelvo a llorar, porque en el fondo yo nunca hubiese dicho esas cosas, pero ya están dichas.
Ya ha pasado un mes y debo volver al trabajo pero ni se para que vuelvo si aún no me siento bien, mi ánimo esta por el piso, tengo ojeras y me veo súper desalineada.
—Hola, Tiana, te traje café —es rosita— te eche de menos 15
—y yo tu café, es muy buena haciéndolos —solo me sale una sonrisa fingida
—hoy tenemos una visita, hoy vendrá Lucy, la joven que el corazón de tu hija salvo.
Me agarro fuerte porque siento que me voy a caer, ya que mi bebé no salvo a nadie.
—calma Tiana, sé que es difícil toda esta situación, pero debes ser fuerte, los papás de ella están aquí y quieren verte, ya que tú eres la madre del donante.
Melany y yo el año pasado habíamos venido al hospital, en caso que algún día muriéramos, donaríamos nuestros órganos a quien lo necesitara en ese momento, sin embargo, debía ser yo quien lo donara, no Melany. Tomo del café que me trajo rosita, me siento horrible y con ganas de dejar todo e irme a mi casa a seguir llorando. Sé que fue una decisión de ambas, pero es como si una parte de ella se hubiera quedado aquí, y eso me pertenece a mí, a nadie más, pero pude salvar otra vida, y me reconforta, quizás si la asisto, podre escuchar el corazón cada que venga

Asiento y junto a simón nos vamos a mi consultorio. Abro la puerta y están los tres, no es más una niña de 17 "igual que Melany" voltean a vernos y le pido que se sienten mientras yo busco mi puesto
—hola, soy la doctora Tiana, médico general, y madre de tu donante, ¿cómo te sientes?
Ella mira a sus padres y ellos asienten para que ella sea quien empiece hablar
—estoy muy agradecida con usted, y su hija, el corazón hasta el momento está perfectamente conmigo y se está adaptando muy bien...
Sus padres le agarran las manos para darle seguridad, pero yo tengo que agarrar mi alma para no desfallecer, ya que hice lo correcto, lo es.
—Vinimos, porque queríamos agradecerle ya que en el proceso que se adapte el corazón nuevo en el cuerpo de Lucy, usted supervise todo —habla el padre.
—me parece una gran idea, pero con un buen cardiólogo... —interrumpo a simón
—tranquilo simón, yo lo hago, tengo experiencia.
Sé que no debería estar haciendo estas cosas, pero es una alternativa que no pienso perder, hago que todo sea de manera profesional posible.
No hago esto más que por mí, escuchar el corazón de mi hija seria darme un poco de ella.
—está bien, como digas, eres una de las mejores médicos que tenemos aquí, ya que sin duda todo saldrá maravilloso y perfecto. Los dejo, tengo un paciente que atender.
Simón se va y me quedo con ellos dándoles las necesarias indicaciones.
Luego hacemos la revisión previa del corazón, mientras me voy haciendo diminuta con cada latido que emite el corazón.
Al llegar a casa es como si 1% de vida regreso a mi cuerpo. Solo tengo que buscar maneras para tener eso en constancia, no quiero aferrarme a lo que ya no tengo, pero si esta oportunidad se ha presentado no la voy a desperdiciar.
Son las 4 de la tarde, las lágrimas han vuelto ya que nunca había sentido la casa tan vacía y sola después de llegar del trabajo. ¿Quizás tenía que tener más hijos? Pero nunca lo sopese, creí que con melany era suficiente. Me aterraba tener que compartir mi amor con otros niños, sentir luego que no le estoy dando el suficiente amor a Mel, pero aún más, nunca pensé que ella era quien moriría primero que yo. Me voy directamente a su habitación y sé que esto es como autolesionarme, pero no importa, aquí no me siento sola. Amo tocar sus cosas, me hacen sentir un alivio por un momento. Busco sus libros, a ver que puedo leer, ya que todo son novelas de amor, pero me detengo al ver la libreta morada con azul claro "su diario" sé que no debo leerlo, pero ella ya no está aquí.
"27 de agosto 2020"
"La lluvia"
“oh querido diario, Tanto tiempo ha pasado desde la última vez que escribí sobre tus páginas.




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