Eres mi destino. Park Jimin

Cap. 1

Theresa Makenzi era una mujer decidida y emprendedora, quien tomo la firme decisión de tomar nuevamente su apellido de soltera pues su ahora fallecido esposo le pidió que no guardara por mucho el luto hacia el.

Se conocieron en un crucero en la isla de Jeju cuando ella y su grupo de amigas acompañadas de algunos familiares habían decidido tomar una vacaciones después de su fin de curso de nivel superior. 

Recuerda que lo encontró sumido en sus pensamientos y al borde del llanto en la popa de aquel enorme barco cuando decidió salir a tomar un poco de aire. Sin pensarlo se acercó al hombre y sin más preámbulos comenzaron un plática interminable donde él al borde del desespero le contó que acababa de perder a su esposa dando a luz y ahora se encontraba solo y con un bebé recién nacido.

Ella como pudo trato de consolarlo a medida de lo que podía, y así comenzaron una amistad a distancia después de que ella tuvo que regresar a Inglaterra, pasaron algunos meses y decidieron darse la oportunidad de conocerse para saber si estaban destinados a estar juntos y para ello el decidió viajar a Inglaterra. De eso hacia ya veintidos años.

Ella crío y quiso a Jimin como su verdadero hijo al igual que el la amaba y respetaba a ella como una verdadera madre.

Tenía su negocio propio de decoración de interiores, su marido siempre la dejo abrir sus alas y ser independiente sin dejar a un lado sus responsabilidades como madre y ama de casa. Sin embargo en un ámbito más privado era la más tranquila y tímida de las tres amigas, Mayte que era agente inmobiliario, había encabezado la llamada Operación Casamentera y Susi la había apoyado desde el principio.

Hasta que se fraguo aquella conspiración,la forma de hacer presión de Theresa consistía en cruzar los dedos y rezar. Algunas veces hacia algún comentario casual pero nada más.

<<Haber cuando sentaran cabeza, solía decirles >>

Kate y Jimin llevaban el bufete de abogados de su difunto padre, Kate llevaba mucho tiempo entregada al trabajo, pero el si sabía disfrutar de la vida, no había mujer que se resistiera a sus encantos y su lista de novias se hacía más larga cada día, a él le gustaban todas y nunca tenía bastante, ninguna de sus relaciones duraba más de unas pocas semanas.

Seis semanas era el máximo y eso era lo que él entendía como una relación estable y duradera. Su madre sufría al ver que su hijo, apuesto y triunfador no tenía ningunas ganas de buscar a la chica adecuada, la media naranja que necesitaba para formar una familia feliz.

- Jimin, ya se que estás rodeado de mujeres, pero necesitas a una decente en tu vida mi cielo - le dijo con cariño y a la vez contundente.

Jimin esbozo una sonrisa de oreja a oreja y se inclino hacia su madre.

- Bueno, para eso ya te tengo a ti - le dijo dándole un beso en la frente - Y a Kate, claro y a esas amigas tuyas Mayte y Susi -

Su madre solía reunirse con sus amigas una vez por semana los meses anteriores para jugar al póquer, supuestamente... Pero en realidad, lo que hacían era urdir planes y estrategias casamenteras. Ya le habían conseguido marido a su hermana e hijas de estás mismas, así que ya debían de traerse un nuevo plan entre manos, sin embargo por mucho cariño que les tuviera a las que consideraba como sus tías, no estaba dispuesto a ser ese proyecto.

Su madre se irguió y miro fijamente a su hijo, Jimin era apuesto, media 1.75 y era de tez blanca como su padre pero sus rasgos eran más estilizados y modelados, casi aristocráticos, eso lo heredó de su progenitora.

- Jimin...

El conocía muy bien ese tono de voz y también sabía que tenía que cortar el tema de raíz, no quería terminar el almuerzo de mala manera.

Últimamente tenía poco tiempo libre sobre todo después de la jubilación de Ronald uno de los socios y fundadores del bufete y ya no podía frecuentar tanto a su madre.

No obstante, en general, si disfrutaba de su compañía. Theresa Makenzi era una mujer agradable, simpática, cariñosa... Él la quería con locura y sabía que ella a él también.

Su padre había sido un hombre muy afortunado pero por desgracia había vivido entregado al trabajo y nunca pudo decirle a su madre la suerte que había tenido al conocerla. Desde su creación el bufete familiar lo había sido todo para él, tanto fue así que nunca les hizo ningún caso particular y emotivo a sus propios hijos hasta que se unieron a la empresa familiar.

Kate había sido la que peor la había pasado, porque aparte de ser un perfeccionista, gracias a sus amigos de aquel país se volvió un machista incorregible en el trabajo porque en su casa con su esposa era diferente no así lo fue con su hija. Si more le había exigido el doble a Kate solo para hacerla estar a la altura de cualquier otro abogado principiante del bufete.

<<Muy mal, muy mal, papá estás dos mujeres te adoraban y nunca lo supiste ver >> pensó Jimin.

- En serio, mamá, creo que tus amigas y tú se pueden entretener mucho más si ocuparán su tiempo en sus vidas propias o de la de mi pobre prima Kennon.

Al igual que su hermana y sus dos amigas su prima era una de esas mujeres adictas al trabajo, tenía su propio negocio de jardinería y al igual que las ya mencionadas siempre decía que estaba demasiado ocupada como para enfrascarse en una relación. En la opinión de Jimin, ella era perfecta para el proyecto casamentero de su madre.

Él, en cambio, no lo era .

Al contrario, sabía cómo pasarla bien y ninguno de sus <<debaneos>>, en palabras de su madre, tenía la menor importancia.

Así era como tenía que ser, de esa manera, nadie salía herido, ni tampoco su propio corazón, ni su orgullo... Ambos habían salido más que escaldados en una ocasión y con eso había sido más que suficiente para él. Ya hacía mucho tiempo de aquello y no lo recordaba más que como algo que hubiera leído en un libro o visto en una película, una lejana anécdota que formaba parte de un pasado casi ficticio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.